Estaba a punto de abrir el programa, pero se detuvo y miró por encima de su cabeza. Sabía que sería el lugar perfecto para colocar una cámara, además de sobre sus hombros. Puso su protector de pantalla y fue a buscar luces de alta intensidad. Veinte minutos después, regresó al sótano con cuatro de ellas. Puso una en su silla y la dobló para que pareciera una persona sentada en el escritorio mirando la pantalla de la computadora. Enfocó las luces restantes hacia el techo. Ató un trozo de cuerda a la lámpara de la silla y fue a buscar la escalera. La colocó detrás de la silla y recogió la cuerda. Subió hasta el techo y movió la cuerda en un arco, intentando ver dónde podía esconder una cámara y ver por encima del hombro de la persona sentada en la estación de la computadora. No encontró ni

