Ella salió de su dormitorio envuelta en una toalla que casi la cubría.
Ella dijo: —Nos olvidamos de comprar ropa para dormir.
Me giré rápidamente, intentando no ver lo que no debía ver.
—Te daré mi pijama. Puedes usarla toda la noche. Podemos comprarte ropa para dormir y zapatos al mismo tiempo. —Se la di mirándola directamente a los ojos, sin mirarla a ningún otro lado.
No sé por qué dejé la puerta entreabierta durante la noche, pero unos minutos después de las 2 AM, escuché a Delicious gritar: —Mami, mami, ayúdame.
Salí corriendo de la cama, con el pijama puesto, y crucé la sala. Abrí la puerta de Delicious y la vi forcejeando sobre las mantas. Mi pijama estaba enrollado alrededor de su cuello, dejándome al descubierto la parte superior de su cuerpo. Salté a la cama y le cubrí los pechos. La tomé en mis brazos y la abracé fuerte. Su cama estaba empapada de sudor.
—Está bien, Delicious, estoy aquí. Te mantendré a salvo.
Sus ojos parpadearon al abrirse al despertar y gritó: —Se ha ido, tío Even; nunca la volveré a ver. La necesito en mi vida. Necesito que me enseñe qué hacer.
—Ella siempre está contigo, mi niña.–Le di una palmadita en el centro del pecho y en la cabeza. —Siempre estará en tu corazón y en tu mente. Nunca te abandonará. Puedes hablar, verla y conversar con ella simplemente cerrando los ojos y mirando dentro de ti. Eres parte de ella, así como ella es parte de ti. Nunca pienses que te dejará sola en esta vida.
—Necesito que me ayude a reflexionar sobre las cosas, porque le tengo mucho miedo a todo. Vi lo que mi padre le hizo, con cada mujer que vio. No lo ocultó; lo presumió delante de ella. Él también es parte de mí, y no quiero ser como él.
—Nunca serás como tu padre, porque él nunca te habló como lo hacía tu maravillosa madre. Estaba demasiado ocupado juergueando con otras mujeres como para dedicarse a cuidar de su propia hija. Puede que tengas parte de su genética, pero tu mente fue moldeada por tu madre. Mi hermana se esmeró en asegurarte de que recibieras una buena educación. Sé por qué te permitió vestirte y hablar como lo haces. Hablaremos de eso cuando lleguemos a Colorado. Ahora tienes que volver a dormir. Pronto despertarás.
—Tío Even, ¿te quedarás conmigo hasta que me duerma?
—Sobrina Deliciosa, creo que sería mejor que durmieras en mi habitación. Tu cama está empapada de sudor. Ven aquí; te llevaré.
Pasé los brazos por debajo de sus rodillas y hombros y la llevé a mi habitación. O era más fuerte de lo que creía, o ella mintió sobre sus 50 kilos. Era tan ligera como una pluma.
La recosté suavemente y la hice correr hasta el centro de la cama para sentarme a su lado. Se acurrucó bajo la manta y esperé a que volviera a los brazos de Hipnos.
La mañana y la tarde del segundo día
Debí quedarme dormido sentado con la espalda contra la cabecera, porque por la mañana la encontré durmiendo con la cabeza contra mi abdomen y sus brazos alrededor de mis piernas. No quería despertarla, pero tenía una erección matutina y tenía que solucionarla pronto, o mi vejiga reventaría.
Le froté el hombro suavemente para despertarla. Cuando empezó a despertarse, en lugar de alejarse de mí, se giró sobre mi erección. Abrió los ojos de par en par. Dijo: —¿Es eso lo que creo que es?.
-Todo depende. ¿Qué crees que es?
—Sabes lo que creo que es; ¿lo es?
—Eres una joven muy inteligente. ¿Cómo puedo saber lo que una joven tan inteligente pensaría, si solo soy un hombre?
—Tío Even, ¿es o no es lo que creo que es?
—Sobrina Deliciosa, no es más grande que una panera.
—Tío Even, ¿yo causé eso?
—No, no lo hiciste. Tengo que ir al baño. Le pasa a cualquiera todas las mañanas. En la lengua vernácula, lo llaman «Erupción Matutina».
—Tío Even ¿me estás mintiendo?
—Sobrina Delicious, hagamos un trato. Nunca te mentiré, si me prometes que nunca me mentirás. Eso significa nunca, incluso si te hiciera la pregunta más vergonzosa sobre tus funciones corporales. Si te preguntara "¿has cagado hoy?", tienes que responderme con sinceridad. Puedes preguntarme lo que sea, y te responderé con la verdad. ¿Qué te parece?
—Parece como si estuvieras intentando atrapar a una chica de 16 años en una caja muy pequeña".
—Si me dejas ir al baño y aliviar mi problema de vejiga, volveré y te permitiré hacerme cinco preguntas sobre mi vida personal. Te responderé con la verdad, sin importar lo vergonzosas que sean las preguntas. ¿Qué te parece?
—No importa lo que te pregunte, me dirás la verdad.
—Incluso puedes preguntarle a Rod, si te respondí con sinceridad. No tengo secretos para él.
—¿Puedo hacerte cinco preguntas y no me vas a hacer ninguna?
—Tienes razón.
—¿Cuando empiezas a hacerme preguntas?
—Empiezo a hacer preguntas cuando tienes cara de preocupación y creo que necesitas un amigo que te aconseje. ¿Puedo ir al baño ya, por favor, antes de que ensucie la cama?
—Sí, adelante, mientras pienso en algunas preguntas embarazosas.
Delicious oyó las señales reveladoras de que estaba orinando en el baño y se avergonzó. Me oyó lavarme las manos y, al volver a la habitación, le dije: —Por el rubor que tienes, no estás acostumbrada a oír orinar a un hombre.
—No, no estaba en mi lista de cosas por hacer.
—Bien, ¿tienes tus preguntas listas para mí?
—Sí. Pregunta número 1. ¿A qué edad viste una revista como Playboy?
—Tenía 9 años y era la revista Hustler".
—Pregunta número 2. ¿A qué edad viste tu primera mujer desnuda?
—Tenía 15 años.
—Pregunta número 3. ¿Cómo se llamaba?
—Divina.
A Delicious se le cayó la mandíbula al suelo cuando oyó mencionar el nombre de su madre.
—¿Te gustaría explicarme eso?
—¿Es eso una pregunta?"
—Sí, maldita sea, lo es. Pregunta número 4: ¿Cómo y por qué viste a mi madre desnuda?
—Delicioso, eso son dos preguntas.
—Para este período de preguntas y respuestas, es una sola pregunta.
—Tu madre no sabía que mi coche estaba en reparación. Pensó que estaba sola en casa, pero yo estaba en mi habitación, justo enfrente del baño. Mi puerta estaba cerrada cuando ella entró al baño a ducharse. Salió con una toalla en la cabeza y sin nada alrededor del cuerpo. Abrí la puerta de mi habitación cuando ella salió del baño. Nos miramos y gritamos. Fue la primera vez que me di cuenta de que se afeitaba.
Delicious rió. —¿Qué pasó después?
—¿Es eso una pregunta?
—Maldita sea tío Even, pregunta número 5, ¿qué pasó después?
—Fue muy gracioso. Cada vez que nos mirábamos o nos cruzábamos en el pasillo, nos reíamos. Nuestros padres nos preguntaban qué pasaba entre nosotros. Les dijimos que era una broma privada. Nos llevó casi un mes superarlo. Sinceramente, creo que nunca lo logramos, hasta que me fui a la universidad.
—Pregunta número 6. ¿Cuándo fue la primera vez que tuviste relaciones sexuales?
—Señorita, le dije que podía hacer cinco preguntas, no seis.
—Vamos, tío Even, eso no es justo. Nunca esperé que dijeras que la primera mujer que viste desnuda fue mi madre.
—En la vida, sobrina Deliciosa, hay que esperar lo inesperado.
—Por favor, tío Even, responde la pregunta; es muy importante que lo sepa.
—Solo hay otra persona en este mundo que sabe la respuesta a esa pregunta, y la conozco desde hace 28 años. Te conocí cuando eras un bebé, pero no podías hablar por aquel entonces. Te conozco desde hace menos de un día, ¿cómo sé que puedo confiar en que no le dirás esta respuesta a nadie?
—Juro por mi madre que nunca le diré a nadie la respuesta a esta pregunta.
—Primero, déjame decirte que no soy gay. Sin embargo, si lo que me dijiste en el funeral es cierto, soy como tú. Hasta el día de hoy, no he tenido relaciones sexuales.
Los rasgos faciales de Delicious se congelaron. Podía ver mi declaración dándole vueltas en la cabeza, intentando comprender la respuesta, pero sin llegar a una conclusión satisfactoria. Finalmente, sus ojos volvieron a la normalidad, cerró la boca y se lamió los labios secos. Preguntó: —Pero ¿por qué? ¿No eres feo y tienes tanto dinero que no sabes qué hacer? Las mujeres deberían estar arrastrándose sobre ti.
Sonreí: —Nuestro turno de preguntas y respuestas por hoy ha terminado. Es hora de que pidas el desayuno, mientras yo me ducho, me afeito y me preparo para el día. Quiero que te pongas una falda y una blusa, o un vestido. Más tarde te llevaré a una peluquería para que te hagan algo en el pelo.
—¿Qué le pasa a mi cabello?
—Además de las puntas abiertas, el color desigual y tus intentos de mantener el flequillo liso; todo.
—Tío Even, no sé nada de eso de la 'honestidad'. Me estoy preparando para golpearte.
—Sobrina Deliciosa, mientras pueda devolverte el golpe, hazlo.
—No le pegarías a una chica.
—¿Te gustaría apostar mis $100?
—Son mis 100 dólares y no, no quiero apostarlos.
—¿Hay una gallina en esta habitación? Porque lo único que oigo es cacarear."
—Ve a ducharte, tío Even; estoy empezando a no gustarme.
—Pide el desayuno para 6, sobrina, ¡Qué rico! Quiero saber dónde pusiste toda esa comida. Asegúrate de ir bien vestida, porque voy a invitar a Rod a las 9 a. m.".
—¿Tienes algo particular en mente?
—No, mientras empieces con bragas y sujetador, cualquier otra cosa estará bien.
—Si dejas de llamarme Sobrina Deliciosa, dejaré de llamarte Tío Even.
—Juro que dondequiera que vamos hay un eco.
—Estás perdiendo el tiempo, Even. Me ruge el estómago. Llama a tu amigo y prepárate para el día. Yo me encargo de todo lo demás.
—Veo que estás empezando a hacer tu parte del trabajo. Asegúrate de pedir desayuno para seis: cuatro para ti y uno para Rod y para mí.
—Sólo pediré el lado izquierdo del menú".
Me dirigí a la seguridad del baño y dije:
—Mientras los panqueques de arándanos estén en el lado izquierdo del menú, está bien para mí.
Cerré la puerta del baño justo a tiempo para no recibir un golpe con la almohada.