Hay tradiciones que no entiendo pero las cumplo, porque son tradiciones y se que alguien le importan, se que los rituales, las tradiciones para alguien son demasiado importantes, puede que no las comprendamos, pero son algo que ayudan, por ejemplo, mi hermano antes de un examen, siempre enciende una vela amarilla, no se porque una vela, ni mucho menos porque debe ser amarilla, solo se que la deja arder toda la noche, y que usa el mismo bolígrafo siempre, desde hace tres años, creo que le ha cambiado tantas veces la tinta que tiene un trato con el que las fabrica, porque ese bolígrafo sigue igual que el primer día. Pues algo parecido hace el equipo, nos ponemos todos en circulo, en silencio y rezamos, no se a quien reza cada uno, yo no rezo a nadie, mis padres me educaron para ser religioso para creer en un dios, que supuestamente por amar a quien amo, con la libertad que me da el mundo, no tengo espació a su lado, estoy destinado al infierno, aunque como decía mi abuelo, en el cielo son todo normas, todo no, te dicen lo que no puedes hacer, va la gente que ha tenido una vida demasiado dedicada pero en el infierno esta toda la gente que no le importo lo que los demás hayan pensado o las normas del mundo, quizás sea ese el lugar en el que mejor me lo pase, no se donde acabaré pero bueno, lo seguro es que no en el cielo.
Tras rezar hicimos nuestro grito de guerra para salir a la pista con los gritos de todo el mundo, que nos animaba a salir y a ser los mejores, nos gritaban para que diéramos todo de nosotros, creo que dependía mucho de como ganáramos o si lo hacíamos para ver que pasaba en el colegio, si ganábamos la fiesta de después era algo seguro, y la fiesta que se convertiría nuestro colegio por los próximos días, era algo que nadie podía evitar, si ganábamos, el colegió haría una cosa que siempre pasaba, si ganábamos no pondrían deberes, no castigarían a nadie por mucho que hicieran, mientras que si perdíamos, seguramente pondrían exámenes y cosas demasiado complicadas como para asumirlas.
Nos colocamos en nuestros banquillo esperando las ordenes del entrenador o del capitán que en este caso, era mi hermano, no es una cosa que me ayudara mucho en como me desarrollarla en el equipo, es más creo que su posición era una decepción para mi padre, si fuéramos co-capitanes seguro no diría nada pero ver como uno de sus hijos se realizaba y el otro se quedaba en un segundo plano, no es que fuera agradable, oír a mi padre decirme que era una decepción por no luchar por destacar pero es que no era algo que deseara mientras que Connor siempre quiso ser capitán.
—Tranquilos, que nadie os distraiga—comenzó hablar mi hermano.
Ahora era el extraño momento en el que mi hermano daba un raro discurso motivador para que nos sintiéramos bien y jugáramos de la mejor forma posible, nos intentaba motivar tras que el entrenador nos hubiera dicho que éramos un grupo de idiotas que no éramos buenos, que si ganábamos partidos era gracias a él y su gran talento como entrenador por lo que no le podíamos decepcionar, no podíamos dejar como mal entrenador ante el mundo, no es algo agradable por lo que mi hermano se encarga de hacernos sentir un poco mejor de lo que hacía el entrenador que obviamente, se llevaba los halagos del director ante nuestros enormes trofeos.
—Sois el mejor equipo de país, hemos ganado trofeos por nuestro talento, recordar eso, no importa ganar o perder, lo importante no es participar sino dar lo mejor de nosotros y sentirnos bien, si alguien se enfada porque luego tiene que hacer un examen difícil, que juegue él, nosotros hacemos nuestro trabajo de la mejor forma—dejo claro mi hermano.
Sentirme valioso era una cosa demasiado importante, siempre he vivido encerrado en mi, estando en mi mente sin hacer caso a los demás, siempre en mi mente, encerrado en la música en ese mundo que se creaba, en esa energía que daba la música, la protección de que nada malo pasaría si estos bajo su protección, porque ahí, no hay nada malo en la música, puede gustar mas o menos una canción, sentir una cosa u otra pero en la música no hay nada malo, no hay nada que sea malo en la música, si tras muchas canciones se esconde rabia, dolor y traumas pero es una forma de desahogo, terapia, como los que escriben libros, es una forma de sanar el corazón, y de ayudar a los demás a entender que sienten, entender que las emociones o los sentimientos, las cosas que vives no son malos, no es algo con lo que se deba luchar, sino sentir.
—Somos buenos, somos grandes y somos valiosos—.
Observe a Dylan, como se movía y como abrazaba con fuerza a nuestros compañeros por los hombros, como era un gran amigo y un mejor compañero para todos, un objetivo al que todos debíamos aspirar.
Lo que el había comenzado era el proceso extraño que teníamos como ritual antes de cada partido, obviamente se hacía siempre y era algo que nunca se nos podía olvidar si queríamos tener suerte. Este ritual era sencillo y consistía simplemente en darnos amor propio, querernos un poco, en pocas ocasiones he participado en el ritual, por suerte no era algo demasiado obligatorio, era simplemente hablar quien lo deseara, participaban todos de forma alterna, seguramente según su estado de animo pero yo, no se como puedo participar en un juego en el que debes dar amor a los demás, nunca se que debo decir para que las personas se sientan bien, no se ni que decir para yo sentirme bien como para poder ayudar a los demás.
—Merecemos ser amados—dijo Ryder.
Le mire demasiado sorprendido por sus palabras, no se si esas palabras eran para mi o para él mismo, no se si estaba diciendo que el amor era algo que merecía la pena, por lo que todos debíamos luchar pasara lo que pasara, todos luchábamos todos los días, todos queríamos ser amados, todos queríamos dar nuestro corazón a alguien, de ser felices al lado de alguien, por mucho que digamos que el amor no hace falta para ser feliz, lo hace.
No se si merecía el amor, no se si soy una persona que se haya ganado el amor, no se si soy una persona que realmente merezca la pena recibir todo el amor que los demás creer que deben darme, el amor que me dan porque creen que me lo he ganado cuando en realidad no he echo nada por ello.
Cuando me abrí al mundo, cuando salí del caparazón en el que estaba protegido, todo era horrible, todo me hacía daño, a día de hoy aún me duele, tener que asumir que debo vivir con los demás, que no me puedo esconder en mis pensamientos, en una situación que se que nada malo me podrá pasar, tener que salir de esa ilusión, de esa realidad en la que te gritan todos que el mundo esta mal, que el mundo en el que vive no esta bien, que debes salir, que debes ver mundo cuando lo único que deseas es meterte en una bola, en un lugar en el que nada duela, porque en este mundo, en el real, todo duele de formas que no puedo controlar, no es un mundo en el que quiera vivir.
—Que comience la fiesta—grito Dylan.
En ese momento el partido comenzó, el arbitro hizo sonar su silbato dejándonos claro que el tiempo de partido comenzaba.
Mi hermano me agarro de la camiseta antes de que pudiera irme al campo y me miro.
—No te acerques a Cameron, lo de la cabrá tiene un pase pero te guardas las agresiones—me aviso.
Le mire demasiado sorprendido y sin entender nada.
—No iba—comencé ha hablar mientras intentaba buscar las palabras para explicarle que por mucho que lo deseara, no iba a pegar a ese chico por la sencilla razón de que no era una persona violento, por mucho que deseara romper la cara de Cameron en mil pedazos, hacerlo no iba ha hacer nada, no me iba a hacer sentir mejor, no me iba a ayudar en nada, solo iba a ser una maldita tortura que no iba a ayudar a nadie, quizás nos daba demasiados problemas, más de los que podríamos solucionar.
Me limite a asentir.
Nada tenía sentido hoy en día, solo nos podemos limitar a jugar un partido sin violencia con la esperanza de ganarlo, aunque creo es algo casi imposible, no soy el único enfadado con alguien del equipo contrario por lo que no soy el unico que puede causar problemas, quizás no sea el único y mayor problema de mi hermano.
Pero no importa.
Se que saber que no haría nada, era una forma de calma para él.