CAPÍTULO 11 CONEXIÓN.

924 Words
La pregunta es un golpe bajo, y Sofía siente la punzada de la culpa. Ella nunca se acercó a Lucía; siempre la vio como un problema que había que contener. —Yo— titubea —yo no tengo su diario — agrega y sus ojos no se apartan de los de él, ella está diciendo la verdad— el joven se detiene un segundo, la evalúa y pasa la prueba. Él asiente, satisfecho con su respuesta, y regresa al centro del salón. —Richard, Eleanor; esta casa es grande, pero mi tiempo es limitado. Quiero el bolso y lo quiero ahora. Y no vamos a movernos del sitio— camina hacia el árbol de Navidad —uno de ustedes va a ir a buscar y si no lo encuentra, yo empiezo a buscar— el invasor extiende una mano y, con un movimiento rápido y brutal, arranca un gran puñado de cables de luz del abeto. Las decoraciones de cristal caen al suelo y se hacen añicos con un sonido estruendoso. —Esto es un hermoso árbol, qué pena si tuviera que desmantelarlo yo mismo, trozo a trozo y no será lo único que haga. ¿Quién va a buscar el diario?— Eleanor se levanta de un salto, alterada por la destrucción de su preciada decoración. —¡Yo voy!, ¡yo voy! Debe estar en el trastero, ahí lo guardamos todo... ¡todas sus cosas! —No —dice señalando al empresario — tú, Richard, tú fuiste quien mintió y tú fuiste quien la llevó al borde— los ojos de Julián parecen desorbitados, desprovistos de toda cordura —tú vas a ir mientras que Eleanor y Sofía se quedan aquí; si llamas a seguridad, si intentas cualquier cosa, tu propia esposa se asegurará de que no sobrevivas a esta noche— advierte. Él hombre mira a su mujer, sabe que, aunque odia a Julián, lo odia más a él. —Ve, Richard— ordena la dama, con la voz temblorosa pero firme —haz lo que te dice y trae esa maldita cosa. Derrotado, se pone de pie y su figura, que antes se veía imponente, ahora se ve patética. Sale del salón, buscando a tientas un camino en la oscuridad. En tanto, Julián vuelve a sentarse cerca del candelabro, cruzando una pierna sobre la otra. Ahora es solo Julián, el novio que perdió a su amor por culpa de la avaricia familiar. —Y ahora, Eleanor —dice él, girándose hacia la mujer, quien tiembla bajo la mirada de su secuestrador —hablemos de ti. Richard es un mentiroso de negocios, pero tú eres la que manejaba la vida de Lucía, ¿no es así? —Yo solo quería que fuera feliz— masculla, sujetando su garganta. —La felicidad de Lucía no coincidía con el estatus social de los Vane— la corrige él y Sofía escucha el intercambio, fascinada. El dolor de Julián le parece más auténtico que cualquier lágrima que haya visto derramar a su madre. —Yo sabía que Lucía estaba con un chico...— dice la madre, bajando la voz —no sabía su nombre, era un don nadie, y yo sabía que la estaba manipulando. —¿Manipularla?— Julián sonríe, pero sus ojos no; entonces, se vuelve hacia Sofía —¿quieres salir de la oscuridad por un momento?— ella se levanta de la silla y camina hacia el círculo de luz, se sienta frente a él, muy cerca. Su cuerpo está en tensión, pero su mente le pide más de esta conversación. —Lucía tenía miedo— dice la joven, susurrando, revelando su propia verdad por primera vez —estaba asustada, pero no estaba loca. Mis padres… mis padres son fríos. Julián la mira con una intensidad que podría fundir la cera de la vela, es un momento de conexión entre dos personas unidas por el fantasma de la misma chica. —No la estás defendiendo— asegura y ve a la chica negar —es una observación la que te hago, no una pregunta. —Tienes razón, no la estoy defendiendo, estoy defendiendo la verdad. Ella no encajaba aquí y tú lo sabes, porque tampoco encajas— Sofía levanta la mano, tocando la venda en la frente de Julián. Este gesto tan atrevido altera a su madre, pareciera que su hija está cambiándose al bando del verdugo —. Me dijiste que esta casa era fría, pero tú la estás calentando. Él se acerca a ella, el aire entre sus rostros se vuelve íntimo, peligroso. —Esta noche no acaba hasta que encontremos el diario— susurra Julián en voz tan baja, que es un secreto solo para ella —y cuando lo encontremos, Sofía, tu vida también se acaba, porque tendrás que elegir entre la mentira de tu familia y mi verdad. En ese instante, la puerta se abre con un golpe sordo y Richard regresa cubierto de polvo y con la respiración entrecortada, pero sin el artículo que le ordenaron buscar. —No está, no lo encuentro— jadea —¡en el trastero no hay nada de Lucía! Julián se aleja de Sofía violentamente, rompiendo la burbuja de intimidad que se había formado y su expresión se endurece. —Te equivocaste de sitio, bastardo— asegura levantándose y sacando una navaja plegable del bolsillo interno de su chaqueta, acciona el botón y la hoja se despliega quedando a centímetros del rostro de Richard Vane —eso significa que vamos a tener que ponernos un poco más creativos...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD