Los días posteriores a la muerte de Lucía, han sido para los Vane una especie de control de daños. El luto en la Mansión no es un proceso de dolor, sino una oportunidad para capitalizar el "dolor".Esa muerte es la única mancha conocida en el historial de la familia, aunque intentaron dar la versión de un accidente de tránsito, la verdad logró colarse y hacerse pública.
El funeral fue tan impecable como una gala de Richard Vane. Sobrio, caro y perfectamente orquestado. Eleanor eligió un traje de Chanel gris perla, un color que sugería tristeza sin caer en el drama vulgar del n***o. Había más cobertura mediática sobre las flores, que eran orquídeas blancas importadas de Holanda, que sobre la causa de la muerte de la joven. En los círculos sociales, comenzaron a susurrar sobre una "depresión de artista", un final trágico, pero vagamente chic.
Sofía, que se había preparado para ver a sus padres derrumbarse, observó en cambio la actuación de sus vidas. Su padre recibía las condolencias de sus socios con apretones de manos firmes, asegurándoles que "el negocio no se detendría"; mientras Eleanor, su madre, recibía a las damas de la alta sociedad con un rictus de compostura helada, prometiendo volver a organizar el club de lectura "tan pronto como esto pase".
Una semana después del entierro, el recuerdo de Lucía Vane fue, literalmente, encerrado. La madre ordenó al personal que sellara su habitación y la llave fue guardada en la caja fuerte de su esposo. No se tocaron los objetos, pero se limpió el aire. Lucía no se había ido; había sido archivada.
El silencio sobre su hija menor se volvió más ruidoso que cualquier grito. Este año no ha sido de recuerdo, si no de recuperación de la imagen, que un suicidio empañó.
Richard triplicó su agenda, las negociaciones de fusión se aceleraron, porque hay que demostrar que un drama personal no afecta la firmeza de Vane Holdings. Más rápido de lo que muchos creían, las cenas de negocios volvieron, y con ellas, la botella de Château Lafite para cada mesa. La muerte de la hija era un costo hundido, y la forma de recuperarlo era generar ganancias aún mayores.
Eleanor durante este año se sumergió en una frenética actividad social. Ella no podía permitirse el lujo de la tristeza; porque para ella la tristeza era fea; así que, organizó una gala benéfica en honor a la "Salud Mental Juvenil" (el único reconocimiento velado a lo sucedido), que fue, irónicamente, la fiesta más frívola del año, dónde gastó en nuevos vestuarios, viajes al Mediterráneo y una remodelación de la terraza. Su máxima preocupación es que nadie piense que había perdido su brillo social.
Si un conocido menciona a Lucía con un tono de condolencia sincero, Eleanor redirige la conversación hacia los logros de Sofía.
_Sí, fue muy triste, querida; pero mira a Sofía, ella es tan fuerte, tan centrada. Ella sí sabe lo que es el deber. ¿Sabías que Sofía fue aceptada en la junta del museo? Lucía... bueno, Lucía era demasiado sensible."
Sofía se convirtió en la depositaria de la verdad y la ejecutora de la fachada, aunque se negó a vivir en una casa donde la tristeza está prohibida y su propio duelo fue reprimido. Al principio, lloró a solas; pero, pronto entendió que para sobrevivir en el ecosistema Vane, tenía que ser la hija que Lucía no pudo ser: la fuerte, la que cumplía o simplemente alejarse de ellos y eso fue exactamente lo que hizo, aparentar ser la hija perfecta, pero lejos de ellos.
Observa a sus padres actuar y siente un vacío que no era únicamente por su hermana, sino por la podredumbre moral de ese hogar, sabe que si ella misma desapareciera, sería igualmente borrada y reemplazada por el siguiente éxito de la corporación.
El nombre de Lucía está dejando de ser un recuerdo para convertirse en una palabra prohibida, un error de pronunciación. En lugar de decir "la habitación de Lucía", el personal comenzó a d"el ala oeste" o "el cuarto cerrado".
Un par de días después de la sepultura, las fotos de su hermana desaparecen de las repisas para ser reemplazadas por arte moderno e impersonal...
Julián transforma la desesperación de los primeros meses, en casi una disciplina militar. Vende su vehículo y se muda a un sótano aún más barato para ahorrar cada centavo. "Si aún conservara la fortuna que hizo mi padre, todo sería más fácil y tal vez Lucía no estuviera muerta." Piensa.
El chico deja su trabajo de mecánico y consigue empleos temporales que le permiten aprender habilidades específicas. Primero trabaja un mes en una empresa de seguridad para entender las alarmas y los protocolos de seguridad; dos meses en un catering de lujo para saber las tendencias actuales y cómo se mueven los ricos, porque cuando su padre quedó en la ruina, él apenas estaba en la adolescencia; clases de actuación en un centro comunitario para aprender a mentir sin parpadear y así comenzó su carrera contra reloj, la cuenta regresiva para hacer pagar a los responsables de la muerte de Lucía.
Las paredes de su habitación se convierten en un mapa de la vida de los Vane.Tiene fotos robadas de r************* , los horarios de los tres miembros de la familia, consiguió planos de la mansión Snow Hills en el registro catastral, sabe a qué hora se levanta el padre, que la madre toma pastillas para dormir a las diez en punto, e incluso sabe que Sofía, la hermana mayor de Lucía, vive en la ciudad y solo vuelve para las fiestas, arrastrando una soledad que se le nota en los ojos incluso en las fotos de i********:.
—Tu eres el eslabón débil— dice señalando la fotografía de la mujer —o la llave.
Él hombre deja crecer su cabello y lo peina hacia atrás, compra ropa de segunda mano pero de marcas costosas, aprende a combinar las telas. Además entrena su cuerpo diariamente, no para ser un fisicoculturista, sino para ser letal y rápido.
Así han sido todos los días desde que Lucía decidió acabar con sus sufrimientos, mirándose al espejo para ensayar sonrisas. (La sonrisa tímida, la seductora, la de depredador)...