Capítulo 1

1049 Words
Las luces están por todas partes, el humo y el olor a alcohol y cigarros se mezclan en todo el ambiente. Las personas sudando moviéndose al compás de la música, frotando sus cuerpos sudorosos unos con otros y disfrutando hasta de una manera muy s****l, estando en una discoteca y así poder olvidarse del mundo allá fuera que nos espera al amanecer para así tragarnos vivos. Menos yo, aquí estoy, sentada en la barra viendo como todos disfrutan y pasan un momento agradable, le doy otro trago a mi bebida, gracias al cielo que soy dura a la hora de consumir alcohol y no me pierdo con las primeras copas. Todos los que trabajan en este lugar me conocen, pues vengo cada fin de semana a disfrutar, pasar el rato entre tragos, bailes, risas y uno que otro coqueteo, pero solo de lejos, de allí no paso, no dejo que cualquier hombre venga a tocarme porque sí, ni mucho menos a querer pasar un momento s****l-agradable conmigo, y no es que sea fea, pues no es por ser presumida pero estoy muy clara de la belleza que tengo, y que cuando entro a un lugar llamo la atención de más de uno, piel blanca, cabello n***o azabache y largo hasta la cintura, con unas ondas naturales que se hacen por si solas, ojos oscuros, pecas por todo mi rostro, pequeñas y delicadas que se esparcen y van bajando hasta mis hombros y espalda, eso lo heredé de mi mamá, ojos pequeños pero delicados, con una nariz pequeña también, labios carnosos y una sonrisa que cuando quiero puede ser tierna. Cada que puedo, al salir de mi trabajo, donde soy mesera, me reúno aquí con mis compañeras, y gracias a que el lugar donde trabajo es un sitio muy popular y concurrido de la ciudad, puedo venirme con el uniforme del trabajo y pasar sin problemas al local, suena un poco patético si, ya que los demás vienen con sus mejores ropas, los hombres con sus camisas ajustadas, pantalones apretados, chaquetas y un peinado combinado con una sonrisa de que soy irresistible, según ellos mismos, y las mujeres todas con sus vestidos diminutos, tacones de diez centímetros, cabellos estirados, alisados, peinados y unos accesorios que brillan aún en la oscuridad. No en mi caso que tengo mi uniforme de mesera, tenis pero eso sí, mi cabello arreglado con un maquillaje simple. Me han llegado a confundir con una mesera más del lugar, ¿es triste?, tal vez, pero aquí estoy, súper tranquila viendo a la multitud, disfrutando de mi trago y pasándola bien, hasta que siento que me llaman en medio de las personas y me gritan -¡Roouuuuu, mi Zaranda's!- así se llama el lugar donde trabajo. -sabía que te iba a encontrar aquí, picarona, estas en todos lados- Ese fue Axel, un hombre como de treinta años, supongo yo, de buen cuerpo, súper amigable y tratable, y eso dice mucho de él, ya que tiene muchísimo dinero y que sea así de humilde hace que sea amado por todas, pero ya su corazón tiene dueña y gracias a Dios que la chica sabe que no puede dudar de mí, pues aparte que es diez años mayor que yo, siempre me ha tratado como una hermanita menor. -¡Auch, suéltame que me asfixias!- -lo siento Rou, se me olvida que eres pequeña y frágil, y cuéntame, ¿cómo la estás pasando?- -Pues bien, no me quejo, sabes que vengo para acá a escuchar la música, beber un rato, y divertirme solo eso, nada de aquello- señalo una pareja que está en medio de la pista de baile casi que teniendo sexo en pleno lugar. -de verdad espero que sea solo eso, porque si te llego a ver haciendo esas cosas en un lugar como este, juro que jamás volveré a dejar que me sirvas las órdenes en el restaurante querida- Dicho eso hace cara de repulsión y yo no puedo evitar soltar grandes carcajadas, haciendo negaciones con mis ojos bien abiertos. Y así estuve charlando un rato con él hasta que vino su adorada novia, y no es sarcasmo, porque de verdad que la mujer se deja querer también, y se lo lleva con sus amigos. Luego de eso, baile un rato más con algunos amigos que estaban en el lugar, y entre fotos, tragos, bailes y más risas, así pase la noche, salgo a la calle antes de que amanezca y me voy en un taxi hacía mi casa, y que bueno que mañana no tengo que levantarme a trabajar, ya que mi horario es de cuatro de la tarde hasta las once de la noche... Luego de pagarle a taxista, me bajo, sacó las llaves de mi bolso y logro abrir la puerta de la casa de mis papás, entro con cuidado de no despertar a nadie, y es lo que menos quiero, porque si mi madre llega a levantarse, volverá a sermonearme diciéndome que me estoy volviendo una alcohólica llevando una vida desenfrenada, y que en vez de eso, mejor me ponga a estudiar y ser alguien en la vida, pero ¡¿es que acaso desde que nací no soy "alguien" ya?! ¿¡No se supone que al haber nacido, y ella al haberme dado un nombre, no se supone que ya soy una persona?! No sé qué manía tienen las personas en decir que si no cuentas con un título universitario no eres nadie, resoplo en ese pensamiento, porque yo sin eso, me considero ya alguien, y no es que estoy diciendo que estudiar es malo, porque no lo es, es importante estudiar, tener conocimiento y superarte, pero no necesariamente para triunfar necesitas de un título, muchas personas que no se graduaron de la universidad ahora en la actualidad son exitosas, millonarias y hasta famosas, y yo entro en ese pequeño grupo, obviamente no soy ninguna de las características antes mencionadas, hasta ahora solamente soy una persona, pero sí con ese deseo inmenso de superación y llegar a alcanzar el éxito. Y a todas estas, entre tanto pensamiento, llego a mi cuarto, me acomodo en mi cama aún con el uniforme puesto, me acurruco y me quedo profundamente dormida pensando en ese momento donde llegue a alcanzar el éxito en mi vida.
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