Capítulo 3

4239 Words
La alarma de mi teléfono me sobre salta, siempre se me olvida cambiar el tono, son unas campanas un poco chillonas que resuenan en todo el lugar, me dispongo a levantarme de mi cama, no sin antes estirarme bien, ya en el baño me limpio mis dientes y hago mis necesidades para luego salir hacia la cocina donde de seguro debe de encontrarse mi madre preparando ya el café. Llego muy rápido ya que nuestra casa es muy pequeña, consta de tres habitaciones, un baño para todos, sala y comedor juntos, luego una pequeña cocina y un lindo porche con jardín. aun cuando es pequeña, mi madre se ha encargado de hacerla ver linda y ordenada siempre, y es algo que admiro de ella, que teniendo poco siempre le ve el lado bueno a las cosas, en cambio yo no, yo desearía tener una casa más grande, con todos los lujos y comodidades, súper espaciosa y hasta de varias plantas, pero sé que eso se consigue es con mucho esfuerzo y trabajo, y aquí en esta casa la única que trabaja soy yo, ya que mi madre nunca estudio y se dedicó a estar en casa mientras mi papá era quien salía a trabajar, y no la juzgo, pues hasta ahora lo ha hecho bien, pero como me hubiese encantado que ella buscara las maneras de realizarse en la vida, en lo que le apasionaba que era la peluquería, ahora por decidirse dejar eso a un lado, se la pasa todo el día atendiendo a mi padre y a mí, y luego está mi padre que siempre se dedicó a la construcción, ser obrero específicamente, pero entre vicios y alcohol se fue decayendo, y ahora a la edad que tiene ya no puede trabajar como cuando era joven, por ello, soy yo la que se encarga de mantener el hogar, y gracias a Dios que somos únicamente tres bocas que alimentar y tres cuerpos que vestir, porque de no ser así, no sé qué hubiera sido de mí, son mis padres y los amo muchísimo, pero me hubiese encantado que se exigiesen más en sus buenos tiempos para así poder tener una mejor vida, pero ya es tarde para eso, ahora me toca a mí, por eso trabajo, por reunir el dinero suficiente para ser mi propia jefa y poder darles una mejor vida a ellos. Entro a la cocina dándole los buenos días a mi madre con un beso y un abrazo -bueno días mamá- -buenos días Rou, aquí tienes- me ofrece una taza de café caliente. Me pregunta cómo dormí, que como estuvo mi día ayer, le conté en parte, ya que omití lo ocurrido con el Señor Silva en su oficina, sé que es una mujer de actitud callada, pero que cuando se meten con su única hija saca las garras a defenderme de quien sea, yo le digo en broma mamá leona. -Rou me parece que me estas ocultando algo, te conozco, pero te dejaré tranquila, cuando estés lista para hablar, sabes que aquí estoy- no le digo nada, asentí inocentemente ante su comentario dándole a entender que todo está muy bien. Seguimos hablando un rato más mientras desayunaba, me comento que papá había salido a comprar unas cosas y ver que resolvía, no sin antes blanquearme los ojos, porqué ella sabe que al final vendrá a casa sin nada, yo solamente me rio, porque es cierto pero mi padre es terco, y el jura que saliendo todos los días resolverá algo y así traerá dinero para la casa, ya lleva dos años en eso. Mi día se fue volando, estuve haciendo algunos oficios, y cabe mencionar que mi padre llegó para el almuerzo sin resolver algo, igual lo amo, y sabe que puede contar conmigo para lo que sea, y a todas estas me encuentro en mi cuarto alistándome para ir a trabajar, mentiría si les digo que no estoy nerviosa, pero si lo estoy, estoy asustada de lo que mi jefe vaya hacer o decirme, pero sé que soy fuerte y he pasado por situaciones peores, así que luego de ponerme un pantalón corte alto n***o, con la camiseta del restaurante, me solté mi cabello y lo peine haciéndole unas ondas en las puntas, solo por lucirlo antes de entrar, ya que para trabajar me colocó la gorra y me lo amarro, me aplique mi base, para tapar solo un poco mis pecas y ojeras, no es que no las ame, pero me gusta mi cara bien maquillada, me aplique el polvo, me perfile mis cejas, un poco de rímel, rubor, y un labial color nude para verme sencilla pero elegante, me rocié mi perfume, la versión triple A de victoria secrets de vainilla, y estoy lista para salir a ver que me depara mi tarde de trabajo y el amable de mi jefe. -Hola Rou, que bueno que ya llegaste, ¿cómo estás?- mi jefe me recibe de la manera más amable y coqueta. No sé si son ideas mías pero se está comportando como un hombre normal conmigo. -Hola señor Silva, estoy muy bien gracias por preguntar y ¿usted?- le respondo con una sonrisa un poco nerviosa, pues la verdad que no me esperaba su trato tan amable conmigo. -Muy bien, gracias. Rou, me gustaría que cuando estés desocupada vayas al almacén hacer el inventario de una mercancía que me acaba de llegar, y por favor no salgas de allí sin antes haber terminado con todo- es que yo sabía, por eso tanta amabilidad de su parte, así me pagará por haber rechazado su "oferta" de ayer, su sonrisa sigue, pero no sé por qué me da miedo la manera en que me mira. -ok señor Silva, en cuanto termine de atender aquí y ordenar, iré Inmediatamente- respondo muy tranquila, a decir verdad prefiero estar encerrada en ese almacén a tener que verle la cara. Sigo atendiendo y cuando ya estaba dispuesta a irme al almacén me llaman de una de las mesas, camino y la verdad que me he quedado un poco nerviosa, pero en el buen sentido, ya que cuando veo al hombre que me hace señas no puedo evitar sonrojarme, es alto, cabello castaño un poco largo, con cejas pobladas, ojos color café grandes, nariz perfilada y mandíbula cuadrada, no es fornido pero si tiene el cuerpo mantenido, y la forma en que me está mirando me pone un poco más nerviosa. -Buenas tardes señorita- -Rou, me llamo Rou y seré quien tomaré su pedido esta tarde- respondo con una sonrisa. El hombre me mira y me mira, luego chasquea la lengua y se incorpora hacia mí. -¿Son todas las empleadas de este lugar tan bellas como usted?- no evito reírme de su comentario, hasta que le veo su sonrisa borrarse de su rostro. -¿Qué le parece tan gracioso?- ¡¿en qué lío me metí yo ahora?! ¡parece que no le gusta que se rían de él!. -Nada señor, simplemente me dio gracia su comentario, pues verá, yo vengo dispuesta a atenderle su orden y usted me sale con eso, por eso me río, pero no piense que lo veo como payaso- me mira, me mira y luego me mira más, para seguir hablando -Me gustaría pedir tres cosas señorita Rou, la primera, es un café bien cargado, la segunda, una botella de agua, temperatura ambiente preferiblemente, y la tercera, su número de teléfono anotado en un papel, de antemano muchas gracias- Anoto todo rápidamente hasta en la parte donde me pide mi número de teléfono, bajo la mirada y lo miro allí sentado, mirando su teléfono como si lo que hubiera pedido al final es lo más normal del mundo, y no es que sea exagerada pero estoy en mi hora de trabajo y no es normal que me hagan pedidos personales, miro para todos lados percatado de que el señor Silva no esté para carraspear mi garganta y así poderle responder a este hombre, poniendo mi sonrisa ya prefabricada para casos como estos. -Con gusto en un momento le traerán su dos órdenes, pero respecto a la tercera, lamentablemente no está disponible ni ahora, ni nunca- su cara es un poema, me mira incrédulo y dicho eso, me doy la vuelta y a paso firme salgo disparada a pedir su pedido y explicarle a otra compañera que se lo lleve, ya que yo luego de decirle eso, ni loca me acerco dónde está ese hombre, es guapo y todo, pero tiene un carácter como bipolar y eso no me gusta. Luego de hablar con mi compañera, salgo hacia el almacén hacer el inventario que el señor Silva me pidió, y gracias a Dios porque así no le veo la cara al otro hombre de hace un momento. Ya llevo como una hora aquí dentro contando empaques, anotando en una hoja y apartando los que ya están por vencer, esos últimos el Señor Silva los regala a fundaciones, ya que su negocio es famoso por servir las mejores comidas y ofrecer buenos productos, y un producto que está por expirar tiende a ponerse diferente en textura y sabor, yo no le haría caso a eso, pero mi jefe es quisquilloso y por algo está donde está, por ser así de exigente, es algo que anoto en mi lista mental para cuando sea yo la dueña de un negocio tan exitoso como este. Ya cuando estoy por terminar escucho la puerta del almacén abrirse y cerrarse, de seguro son alguno de los cocineros que mandaron a pedir alguna cosa, aunque es raro ya que ellos se preparan con todo en la cocina para no tener que estar en esos corre mientras trabajan, para ellos es mejor que sobre en la cocina a que falte, y cuando volteo a ver quién viene, me encuentro con una cara y sonrisa ya conocida por mí. -Señor Silva, que susto me ha dado- llevo la mano en mi pecho para relajarme -¿Se le ofrece Algo? Ya estoy por terminar aquí, si gusta podemos hablar afuera- -Discúlpame Rou, no fue mi intención asustarte, solo quería ver si ya habías terminado, y parece que sí, o ¿estas huyendo de mí?- no sé cuál es mi cara, pues claro que no quiero estar aquí con él, pero es mi jefe y no sé cómo responder a su pregunta, ¿porque debería de huir? ¿Qué perversidad pasa por su mente que me hace esa pregunta? -Para nada Señor Silva, solamente que no me gustaría saber que mis compañeros piensen mal de mí por estar aquí a solas con usted- se me acerca lo suficientemente como para invadir mi espacio personal, y yo no sé porque no puedo moverme de donde estoy. -¿Pensar mal de ti? No lo creo Rou, tu eres una empleada excelente y bien portada, no creo que piensen que tú y yo estemos haciendo cosas aquí fuera de lo profesional o sí?- dicho eso se pega a mí, y comienza a acariciar mi cabello, luego mi cara y yo estoy en un estado de shock que no sé qué responder o hacer, mis manos sudan y tiemblan, mi corazón está martillado tan fuerte que juraría que se puede escuchar, mi cabeza la siento caliente y no sé porque tengo un mal presentimiento de esto. -Señor Silva de manera amable, le pido por favor que se aleje de mi- le pongo una mano en su pecho, marcando distancia y trato de hacerlo retroceder, pero solo un poco porque no se mueve, y como si lo hubiese planificado, de un movimiento rápido me sujeta las dos manos y comienza a besarme, lo hace de una manera tan rápida y rústica que me lastima, no me deja moverme, y siento como rosa su m*****o por mi zona íntima, estoy asustada, acorralada y mis ojos se llenan de lágrimas, no sé cómo llegamos a esto, sé que lo rechace, y pensé que sería profesional y me dejaría en paz, pero me equivoqué, él ya tenía estoy planificado, lo pensó y vaya que le salió bien, me tiene en un almacén a solas con él, donde nadie puede escuchar ni ver nada, es mi palabra contra la suya, y yo de seguro tengo las de perder porque es un hombre perverso y poderoso, por muy atractivo que sea, es violación lo que me está haciendo, porque es en contra de mi voluntad, ya cuando siento sus manos en mis senos y partes que no debería de tocar es que reacciono levantando mi pierna y dándole en sus partes íntimas, cae al piso sufriendo del dolor, mientras yo me limpio mis lágrimas y trato de alejarme de él, y en un movimiento rápido se levanta y me pega a la pared.
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