Wyatt meneó la cabeza confundido y murmuró: —¿Qué carajo? —Tenemos una larga lista de espera para este vehículo, señor Magnussen. —Solo dame unos días para resolver esto. —Me temo que eso no será posible. Por todos los negocios que hemos hecho con su familia, le doy hasta las cinco de esta tarde. Si no consigue financiación alternativa para entonces, no me quedará más remedio que buscar a nuestro próximo comprador. —Bien. Tendrás noticias mías en unas horas. Seguro que todo esto es un simple malentendido. —Un placer, como siempre —concluyó Lando antes de colgar. —¿Qué demonios? —murmuró Wyatt mientras tocaba la pantalla de su portátil para despertarlo. Sin embargo, antes de poder iniciar sesión, su teléfono volvió a sonar. Consideró ignorar la llamada por completo, pero la tentació

