Ella asintió con indiferencia y tomó la mano que le ofrecía. La condujo al lugar donde había estado tomando el sol antes de que los comentarios furiosos del director perturbaran su tranquila tarde. Ella se sentó sin decir palabra y miró al horizonte. Él se sentó a una distancia respetuosa e intentó calmar sus pensamientos, sin mucho éxito. La única conclusión a la que llegó fue que nadie tenía relaciones sexuales, independientemente de lo que estipularan sus contratos, a menos que esta mujer pudiera, de alguna manera, convencerlo de que apoyaba con entusiasmo la idea. Desde su perspectiva, sin embargo, ella parecía estar completamente desorientada con respecto a todo el asunto.
Finalmente, se dio cuenta de que no había atendido sus necesidades más básicas. Se inclinó hacia ella y habló lo
