Prólogo

531 Words
ESTEFANÍA Era el día más feliz de mi vida por que me iba a casar con el hombre de mis sueños. Joshua Chevalier era la persona de la que había estado enamorada toda mi vida. Caminé hacia el altar con el corazón latiendo tan desesperado por que dijera el “sí, acepto”, que sentí que por poco se me saldría del pecho. Había caminado sola hacia el altar debido a que no tenía familia. Mi amigo Josué se había ofrecido a llevarme de la mano y entregarme al amor de mi vida, pero me había negado rotundamente. Quería caminar sola hacia él. Joshua me recibió con una sonrisa en los labios y una mirada húmeda al verme, con aquellos ojos azules que tanto amaba. — Estás preciosa Fanny. Eres la mujer más hermosa de este mundo. —Parecía que estaba tragando saliva con dificultad. Como si algo se le hubiera atorado. Le sonreí. Sentí cómo las mejillas se me calentaban, pues había cumplido con mi cometido de ser la novia más bonita para él. A pesar de haber estado acostumbrada a sus cumplidos, ese día era especial para ambos. Me tomó de la mano y nos volteamos al altar. La ceremonia comenzó ante los ojos de todos los invitados. Era el día más esperado de mi vida, luego de lo que había vivido en el pasado esto era todo lo que había deseado. Joshua había sido ese rayito de luz en medio de la tempestad. — Joshua Chevalier, ¿aceptas a Estefanía Falero como tu esposa, amarla y respetarla todos los días de tu vida, cuidarla en la salud, y la enfermedad hasta que la muerte los separe? —Preguntó el cura. Joshua se quedó un momento en silencio. Me vio a los ojos y sentí como sus manos temblaban bajo mis manos. Por un momento, la angustia me llegó al ver un atisbo de arrepentimiento en él. — ¿Joshua? —Le susurré con un nudo en la garganta. — Sí, —reaccionó de pronto a mi voz,— acepto. Me sonrió nervioso. El cura me hizo la misma pregunta y decidí no darle importancia a la actitud de mi prometido, eran los nervios. Decir las palabras de “Sí, acepto”, fue lo que nos marcó de por vida. — Puedes besar a la novia. —Anunció el cura. Sentí un hormigueo en el pecho y las estúpidas mariposas recorriendo mi abdomen. Ya estaba hecho. Era la esposa de Joshua Chevalier. Me destapó el rostro haciendo a un lado el velo. Era la novia más afortunada, y así lo demostraba con mi sonrisa. Una sonrisa dedicada a él. — A partir de este momento vas a lamentar haberte casado conmigo. El karma es grande y tus pecados te persiguen. —Me sonrió con malicia para aparentar ante los demás. Yo me quedé petrificada ante sus palabras. Me besó en los labios, y por primera vez, no le pude corresponder. Fue un beso frío y no deseado. ¿Novia afortunada? fue el chiste del año.  El mundo se derrumbó frente a mí. Mi más oscuro secreto había sido descubierto y estaba a punto de pagar por eso.
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