Capítulo 26

1097 Words

Guillermo Desvestirse se convirtió en un juego sutil de descubrimiento, donde cada prenda era un paso más hacia el territorio desconocido del otro. El tacto de la piel de Aitana era un recordatorio de la conexión humana, de la intimidad compartida en el breve lapso de la noche. Me dejé llevar por la espontaneidad del momento, explorando cada rincón de esa conexión efímera con ella. El sexo fue una danza apasionada, una experiencia sensorial que, por un instante, suspendió la realidad. Me sentí envuelto en el calor del momento, entregándome a la experiencia con una mezcla de deseo por el encuentro fortuito. Al amanecer, después de horas explorando su cuerpo y llevarnos al clímax, llegó la hora de despedirse. Quedé con la sensación de haber vivido algo único. Aunque nuestros caminos se se

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