"No juzgues a un libro por su portada" Capítulo 4

1628 Words
Julieta Segundo día de clases. Siempre dicen que el primer día de clases es el peor de todos, pero este era catastrófico, mi búsqueda de mis blue jeans favoritos en toda la casa dificultó la tarea de llegar temprano, por lo que faltaba media hora para llegar y yo apenas salía de la casa apresurada, esperando que mi viaje en bicicleta fuera suficiente para llegar a tiempo, tomo la bicicleta frente a mi, poniendo mi bolso en mi espalda y empiezo a pedalear en dirección a la universidad, sin embargo antes de poder salir completamente de mi vacío vecindario, una figura conocida aparece en mi campo de visión deteniéndome. Mi vecino se monta en su auto tranquilamente, porque claro, ir en auto llevaba sólo de quince a veinte minutos, que yo no tenía en este momento, así que, o le pedía a mi vecino dejarme en el camino, o llegaba tarde. Suelto un suspiro exasperado bajando de la bici y corro hacia su auto antes que se vaya, el auto se mueve un poco haciendo que cierre los ojos y suelte un gritito asustada. Mateo frena de golpe el auto y sale mirandome preocupado. —¿Estas bien? —Si... Lo siento. —¿Porque hiciste eso?—pregunta alzando una ceja. —Yo... Queria preguntarte si podía irme contigo, seguro podrás dejarme más cerca de la universidad, o donde sea.—musito mordiendo mi labio inferior. —Claro. Sube—dice curvando una sonrisa. Asiento sintiendo mis mejillas hirviendo y me subo en el lado del copiloto. Mi vista va a su lujoso auto y su perfume se cuela por mis fosas nasales. Dios, que bien huele este chico. Si algo me gustaba de un chico, era su olor, por lo cual al oler la colonia masculina quedaba embelesada. —¿Donde queda tu universidad?—pregunta. Le doy la dirección rápidamente y el abre los ojos con sorpresa. —Vamos al mismo lugar por lo que veo—dice desviando su mirada a mi. Guardo silencio no hayando palabras para empezar una conversación y siento su mirada sobre mi constantemente, mis manos sudan haciendome sentir idiota al ponerme tan nerviosa por su presencia, por lo cual mantengo la vista en la carretera. —Clara y Fabio también estudian allí—menciona casualmente. Ay no, ¿me esta diciendo que la loca de su novia estudia aquí? Mínimo me deja pelona por llegar con "su hombre" conocía chicas así, y no solían actuar en sus cabales. —¿No se molestara porque llegue contigo?—pregunto frunciendo el ceño preocupada. Mateo suelta una risa y niega con la cabeza. —Da igual. Su forma de decirle parece que su relación no va tan bien como le gustaría, además de que a la rubia parecía poseída cuando alguien se acercaba a el, por lo menos, lo que pude ver en el parque de atracciones. Sólo esperaba que no me agarrara de los pelos. Al llegar a la universidad, muchas miradas se posan en el auto, me bajo de el algo intimidada y la mirada de Mateo se va a mi. —Gracias por traerme—musito y el mira hacia la puerta y luego a mi. Su debate interno acaba con una pregunta que me deja sorprendida. —¿Te acompaño a tu clase?—pregunta y entonces veo a su novia venir hacia nosotros. —Creo que mejor vas con tu novia, no quiero causar molestias—digo dándole una sonrisa al momento que ella llega. —Hola amor—saluda dándole un pico—Hola Julisa —Julieta—corrijo notando que no le caigo ni un poco bien—Tengan buen día. Muevo mis pies hacia el interior del edificio y me dirijo a mi clase, los susurros se alzan conforme paso dejándome confundida. A lo lejos diviso la baja figura de Sophie, quien habla con una chica animadamente, al verme suelta un chillido y corre hasta donde estoy envolviendome en un abrazo, curvo una sonrisa devolviéndoselo y mis ojos se dirigen a la chica castaña. —Te presento a mi amiga, Somaya, viene de España después de ¡mucho tiempo! Sin venir. —Un gusto Somaya, soy Julieta. —Lindo nombre, me suena a la de la novela de shakespeare. —¿Te gusta leer?—pregunto interesada. —Obviamente, leo en w*****d ¿y tu? Sonrío ampliamente y paso un brazo por sus hombros. —Creo que tu y yo nos llevaremos bien. (...) Las clases pasaron de lo mejor, debo admitir que fue un poco menos aburrido ahora que compartía clases con Sophie y Somaya, eran unas chicas muy animadas y nunca se quedaban sin temas de conversación. A pesar de que los profesores nos mandaron a callar un par de veces, siempre terminábamos hablando. Ahora nos encontrábamos en la cafetería, almorzando para luego volver a casa, mis nuevas amigas hablaban entre si y yo como rara cosa me perdía en mis pensamientos, era una persona un tanto distraída, pero me gustaba socializar. —¿No es verdad Julieta?—pregunta la voz de Sophie. Levanto la mirada de mi comida intentando disimular que no las estaba escuchando. —Si si, claro—somaya entrecierra los ojos y me acusa con la mirada. —A ver, ¿De que hablábamos? Sonrío nerviosa y sacudo la cabeza. —Vale, me han pillado, no estaba escuchando ¿Que decían? —¡Que si no es cierto que Mateo Fernán es el chico más guapo que hayas visto!—chilla somaya y sophie niega con la cabeza. —Mejor es Fabio, su mejor amigo. —¿El rubio?—cuestiono recordando que ayer estaban juntos en la feria. Y con la loca claro. —¿Lo conoces?—cuestiona la rubia interesada. —Eh... No, sólo lo he visto—susurro viendo mi error. Ni loca dejaba que me asociaran con la popularidad aquí. —Bien, el punto es que, ambos son guapos, fin de la discusión. —La universidad es grande, ¿Como rayos los conocen?—pregunto mirándolas. Ellas se miran entre si como si no lo creyeran y niegan con la cabeza. —Ellos dos son parte de los populares, ya sabes, los del equipo de fútbol. Asiento comprendiendo y ellas siguen parloteando de chicos. Dios salvame. ... Luego del intenso almuerzo, salgo del edificio que conforma la universidad, y entonces recuerdo que no traje mi bici, hubiera pensado eso antes de venirme con míster popular. Suelto un bufido e inicio mi caminata hasta mi casa, donde debe esperarme mucho trabajo, muevo mis pies con pereza por las transitas calles y luego de un buen rato caminando, llego a casa. Al entrar mi hermano me recibe con un abrazo haciendome sonreír. —Hola peque. —Juliii, ¿Podrias hacerme un dibujo? Suelto un risa y asiento dejando que me guíe hasta su habitación donde busca sus cuadernos y colores. Me dedico a jugar con mi hermano un buen rato, mis ojos se mueven por su rostro y no puedo evitar soltar un suspiro, un divorcio es sumamente difícil, y para el que aún esta pequeño lo es aún más, pero es lo que había, por lo cual quería hacer sus días más amenos, aunque los míos fueran más difíciles. Me levanto luego de dejar a mi hermano viendo una película y camino hacia afuera, necesitaba sentir el aire fresco, buscar tranquilidad. Me siento en el pórtico de la casa y cierro mis ojos, el viento sopla con fuerza en esta parte de la ciudad, lo que me gusta sinceramente, nunca he sido una persona de muchas palabras, por lo cual me la pasaba la mayor parte del tiempo sola, abro los ojos mirando en dirección a la casa de al lado, curiosamente, otra vez mi vecino esta cantando, parece que era su rutina. Me levanto del pórtico y camino hacia allá, esta vez, el nota cuando llego pero no se detiene, tomo su gesto de tranquilidad como una invitación y me siento en la silla a su lado. Me deleito con la música que sale de sus labios y sonrío en una parte que me gusta de la canción, cada uno tenía su forma de expresarse, y la manera en la que el tocaba parecía su forma de hacerlo, así como yo lo hacia mediante palabras escritas en algún lado, el dejaba sus emociones en la música. La canción acaba, y mi ojos chocan con los suyos. —Que bonita canción—menciono enlazando mis manos sobre mi regazo. Sus ojos se iluminan al escucharme y no puedo evitar curvar una ligera sonrisa. —Amo la música—confiesa, aunque era algo que ya sabía. —Se nota. —¿Que es lo que más te gusta hacer?—pregunta, lo miro interesada para luego desviar mi mirada a un punto fijo. —Amo la literatura, me encanta escribir, plasmar cualquier cosa que se me ocurra. —No te ves como una escritora. Suelta y yo levanto una ceja en su dirección, el nota su error y me mira avergonzando. —Lo siento no...quise decir eso. —¿Como me veo entonces?—cuestiono amable. No me molestaba en absoluto, aunque el parecía querer que se lo tragara la tierra. «Ni que fueras como yo» Pienso divertida. —No lo se... Sólo que no como una escritora. —No juzgues a un libro por su portada. El asiento y la puerta se abre interrumpiéndo. Una señora de cabello castaño nos mira apenada mientras pasa su mirada de Mateo a mi. —Oh, lo siento. No sabía que teníamos visita—dice sonriendo nerviosamente —De hecho, ya yo me iba—musito sonriendo. —Mama, ella es nuestra vecina, Julieta La mirada de la señora me escudriña con curiosidad y asiente en mi dirección. —Un gusto conocerte Julieta. —Lo mismo digo—respondo. Me doy la vuelta luego de despedirme y me dirijo otra vez a mi casa. Era extraño, y curioso, ya podía decir que empezaba a conocer buenas personas, aunque como lo dije... "No juzgues a un libro por su portada" Y ese dicho quedaba clavado en mi, porque la experiencia, siempre haría la diferencia.
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