Capítulo 6 - Honor y Orgullo

2066 Words
Honor y Orgullo. Lorraine Marchell.  Corro, lo más rápido que puedo, se supone que no lo haga porque alejaré a todos los pretendientes a esposo que tengo hasta ahora. Pero el hecho de haya habido una revuelta en el campamento de los reclutas, me deja intranquila. ¿Cómo se supone que Alek le de una buena pelea a estúpido de Daniel si muere? Oh, por supuesto que no lo permitiré.  Él debe vivir, pero la cosa más importante y lo que más de llena de curiosidad es cómo ingresaron los enemigos al territorio de entrenamiento, porque si apuñalan a nuestro general a traición eso significa que solo se los puede llamar así, enemigos. ¿El palacio estará enterado de esto? Seguramente, el general a cargo del ejercito que cuidará a su Majestad esta a su cargo.  Sé que lo más probable es que no me permitan entrar por ser mujer y no tener que ver nada con ellos, pero de todas maneras debo intentarlo, aunque tenga que usar una carta que sé que no debo utilizar. Pero Alek, se ha convertido en un gran amigo y apoyo, así debo saber si necesita y si es así, ayudarlo. Como él lo ha hecho antes conmigo.  Cruzo la calle del mercad central con demasiada prisa, tal es mi rapidez que choco con Tatiana y pierdo el equilibrio, cayendo al suelo. Sí, es golpe dejará un marca...  «Maldita Tatiana» - pienso levantándome, mientras escucho su horrible risa.  Intento seguir con mi camino, pero ella me toma del cabello y me obliga retroceder.  - Ven aquí, no irás a ningún lado - demanda, tomando con mucha más fuerza, mi cabello.  - ¿Qué demonios quieres? - pregunto, haciendo una mueca de dolor.  - No te dije que te alejarás del rey... - pongo los ojos en blanco - Él es mío.  - Lo mismo dijiste con tú prometido - menciono, ganado que jale del sujetador de mi cabello, lo cual hace que me suelte de una vez.  - Eres una... - la interrumpo.  - ¿Estás buscando ser la mujer del rey? - cuestiono con burla - Eso nunca pasará - murmuro con una sonrisa arrogante.  - ¿Te crees mejor que las demás, solo porque el cincuenta por ciento de los nobles te quieren como esposa? - me encojo de hombros.  - Qué te puedo decir. Quieres al rey - me acerco más a ella y esta retrocede con miedo - Puedes quedártelo, no me interesa - antes de que diga algo más vuelvo a correr lejos de ahí y camino al campamento, el cual no es muy lejos de aquí.  Miro mi vestido y la piel de mis piernas, tengo heridas por todo la extensión de estas, pero la que más duele, es la cortada en mi rodilla.  «La próxima vez que te vea te saco los ojos, Tatiana» - susurro en mi mente.  Aún esta un poco lejos, pero al menos ya puedo ver las puertas del campamento y al menos cuatro guardias fuera de este... El converselos de que me permitan entrar será difícil. Si llegará hacer lo que tengo pensado, es muy probable que no me guste el resultado y es seguro que me ganaré un castigo de mi madre y en la mejores circunstancias solo un regaño.  Camino lentamente cuando estoy a aproximadamente treinta pasos de las puertas del campamento, al llegar los cuatro hombres que visualiza desde  lejos, me observan de arriba a bajo, los entiendo completamente, no tengo la mejor de las presentaciones, pero no podemos hacer nada...  - Desea algo señorita - pregunta uno de los hombres a la derecha de la puerta.  - Necesito entrar en el campamento... - sin decir nada más intento continuar mi camino, pero dos de ellos me bloquean la entrada.  - No podemos permitir eso, señorita - vuelve a hablar el mismo hombre. Bajo la mirada, muerdo mi labio y entonces hablo.  - Me enteré que el general esta herido - él asiente.  - Así es, pero aún así no podemos dejarla pasar - sonrío caminando esta vez hacia el único de los guardias que habla.  - Voy a cambiar un poco mi oración. Necesito al campamento para ver a mi prometido - él baja la mirada.  - ¿Y... quién es usted? - pregunta inclinándose hacia delante.  - La futura esposa del hombre al que le deben respeto - alzo mi mano y enseño el anillo que hace una semana el mismo Alek me obsequio - ¿No puede una prometida estar preocupada por el amor de su vida y querer verlo? - le frunce el ceño.  - Lo sentimos, señorita - uno de los hombres que me impidió entrar se aleja de la puerta y la abre - Puede usted, entrar.  - Muchas gracias - hago una reverencia e ingreso al campamento con la frente en alto.  «Definitivamente esto va costarme caro» - pienso mientras puedo sentir los pasos del guardia que abrió la puerta detrás de mí.  No se me hace difícil averiguar cual es la tienda de campaña en la que esta Alek, por que cada uno de ellas tiene su nombre en la parte superior. El entrada de la tienda hay dos guardias más. Sin embargo, el guardia que me siguió hasta aquí se dirige a ellos y estos me permiten pasar.  Observo cada cosa a mi paso, todo esta perfectamente bien ordenado, en muchas "paredes" hay fotografías de personas a las que no conozco pero que al parecer son importantes para el general. Ingreso a la parte privada de la tienda y puedo ver a un hombre frente a la que se supone es la cama del general, me acerco en silencio y puedo escuchar una voz más. Doy uno pasos más cerca y puedo ver a Alek, quien me observa confundido pero después de unos segundos sonríe.  - Puede irse - le ordena al medico, este se levanta y al hacerlo me observa de pies a cabeza, centrándose en mis piernas.  - ¿No desea que trate a la señorita? - indaga él girándose hacia Alek. este niega y entonces el medico se retira.  - ¿Qué haces aquí y cómo entraste? - pregunta tratando de levantarse - ¿Mataste a alguien? - niego - Lorraine... - apenas pone un pie en el suelo hace una mueca, lo que hace que me aproxime a él y lo ayude a regresar a la cama.  - Quieres dejar el drama... - pido dejándolo en su cama - Entre siendo vista, todas saben que esto aquí - él entrecierra los ojos.  - ¿Cómo hiciste eso?  - Con esto - le muestro el anillo en mi dedo anular - ¿Es bonito cierto? - él sonríe.  - Estas jugando con fuego, la vizcondesa a reprenderte...  - ¿Tu crees? - él asiente, mientras que deja que acomode algunas almohadas detrás de su espalda desnuda.  - No deberías estar aquí - dice cuando me alejado de su lecho.  - ¿Por qué no? - lo miro sin entender y el palmea un lugar a la orilla de su cama.  - Estar aquí es prácticamente gritarle al mundo que serás mi esposa - lleno mis pulmones de aire antes de hablar.  - Tiene algo de malo...  - Ambos sabemos que es a mí a quien quieres - asegura tocando mi mejilla - No voy a obligarte a que vivas con alguien a quien solo estimas.  - Y quién dijo que solo te estimo - él sonríe con ilusión - Vi que hay pocos guardias.  - El rey se llevo a los reclutas más avanzados que tenía - frunzo el ceño y lo miro.  - ¿Qué él hizo que? - cuestiono levantándome de golpe, él gruñe y la vergüenza se apodera de mi ser - Sabe que gracias a eso, paso esto - lo señalo a él.  - Sí, lo sabe. En un rato vendrá así que deberías irte - niego con la cabeza, mi mirada recorre su torso y al llegar a su abdomen bajo puedo notar el vendaje sobre la herida.  - ¿Es muy grande? - pregunto mirándolo como si quisiera yo estar en su lugar.  - ¿Te preocupas por mí? - contesta con otra pregunta. Río al igual que él. - Claro... - murmuro haciendo ligeramente presión sobre el vendaje.  - Ok, ok ya entendí...  - Haces preguntas un tanto estúpidas - toma mi mano en su abdomen y me jala hacia él.  - Tienes una boquita un poco maleducada... - susurra con su rostro cerca del mío. Sus ojos cafés claros me miran con intensidad. -  Alek... Donde hagas alguna tontería yo misma... Yo misma te mato - amenazo tragando grueso al sentir sus labios rozar con los míos. - Quiero besarte, aunque lo haga sola esta vez... Pero necesito que tu quieras lo mismo. Si accedes a esto, pueden haber consecuencias - lo pienso por alrededor de tres segundos, su mirada me implora que acepte esto - Por favor...  Sonrío sobre sus labios, antes de permitir que me bese. El beso es inocente, no incita a nada más que ha transmitirme lo que siente, lo que siente por mí. Antes de que él o yo decidamos terminar nuestro pequeño y tierno momento, alguien me toma del hombro y me gira violentamente hacia él o ella, por precaución bajo el rostro y trato de esconderlo entre mis cabello. - Su Majestad... - murmura Alek, al escucharlo cierro los ojos con fuerza.  - Así es cómo respetas a Lorraine - interroga Daniel, acercándose más a Alek.  «Señor, por favor. Prometo comportarme» - imploro sintiéndome acorralada.  - ¿Quién es esta? - pregunta su Majestad colocándose detrás mío - Mírate ni siquiera te has recuperado y ya estas faltandole el respeto a Lorraine.  - Su Majestad, no diga cosas, sin saber la verdad a fondo - comenta el general con voz firme.  - No pienso creerte - se sitúa frente a mí - Déjame ver tú rostro - me ordena Daniel. Hago puños mis manos.  - Su Majestad, deje a la muchacha fuera de esto - requiere Alek, sin embargo es tarde, ya que Daniel se Hinca enfrente de mí y me toma con brusquedad del mentón.  - ¿Lorraine? - susurra sin creerlo. Agradezco a Dios, que este solo, no hay nadie más que los tres en la estancia - Tú... - aprieta de tal manera sus manos que estas se vuelven pálidas.  - Qué es lo que quieres, Daniel... - él parece derrotado y sorprendido.  -  ¿Qué haces con él? - pregunta tomándome del brazo con fuerza - ¡Por qué estabas a punto de acostarte con él! - no aguanto más y estrello mi mano contra su mejilla.  - Le exijo respeto para mi prometida, su Majestad - la mirada de Daniel lo dice todo, quiere matar a Alek  - ¿Qué? - me pongo delante del general sintiendo sus manos en mi cintura después - Eso es imposible...  - Así es, Daniel - confirmo, cambiando de posición y pasando mi brazo por el de Alek - Lo elijo a él, ¿feliz? Déjanos en paz.  - No puedes... - tomo sus cabello con desesperación - ¡Por Dios, Lorraine! Sólo cometí un maldito error - expresa y puedo ver como sus ojos empiezan a dilatarse.  - Esta bien, su Majestad... - expreso relajándome lo suficiente como para manejar esto, sin crear un escandolo.  - Lorraine... - llama Daniel, lo observo y en su mirada encuentro arrepentimiento - Sólo te pido que me des la oportunidad de explicarte, no tomes una decisión apresurada.  - De acuerdo - acepto, volteo y veo como Alek sonríe, esta pidiéndome que me cuide.  - No te seguro de que relación tienen, pero si algo sucede solo grita... - asiento, él deja un beso en frente y me abraza, cruzo mis manos por detrás de su espalda.  - Descansa, sé como cuidarme. Me conociste como una intrusa - él asiente seguro de lo que le digo.  - ... No tengo idea de lo que vaya decirme Daniel, pero lo que sea que diga. Posiblemente no cambiará mi decisión de escoger a Alek, como mi esposo, porque hasta ahora es el que más digno parece para tener mi mano y proteger mi corazón, además de que quiere a mi verdadero yo, a mi mitad libre y traviesa... 
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