—De acuerdo, dame hasta el final de la semana y veré si puedo conseguir los permisos que necesitas del ayuntamiento. No puedo prometer nada, pero conozco a algunas personas —dijo con cautela.
—¿De verdad? ¿Puedes? ¡Eso sería genial! —exclamó ella con entusiasmo después de haber estado a punto de debatir con él las ventajas de su idea.
"Puede que te cueste un poco, pero probablemente podamos mantenerlo entre nosotros", dijo en voz baja.
—¿Es cierto? —preguntó ella, entrecerrando los ojos—. Ya hablamos de esto. Ofrecerte a ayudarme no te invita a acostarte conmigo.
"Espero que no, porque uno de mis hermanos se encargará de la mayor parte del trabajo. No creo que Steve sea tu tipo, pero podría equivocarme, y él es quien tiene los contactos que planeo aprovechar", bromeó.
—¿Tus hermanos?
