No, no quería imaginárselo. Sentía rabia si lo especulaba, así que no quería imaginar nada. No lo consideraba un buen chico para casarse con él. Por un momento recapacitó en todos los motivos que ella le dio y que eran radicalmente ciertos y no se gustó nada el concepto que ella tenía de él. Se quedaron dormidos. Él, con gesto posesivo, la abrazaba por detrás, mientras con sus manos abarcaban sus senos. La despertó temprano. A las seis de la mañana. Ella quería dormir más y le dio una palmada en el trasero. —¡Vamos Nena, levántate!, desayunemos por el camino, estamos retrasados. Vamos de viaje. Pararemos sobre las nueve. Duerme en el coche. —¡Ay!… ¡Qué malo! Tengo sueño. —Nada, arriba. Y se levantaron, Trevor pagó el hotel y metieron las maletas en el coche. Ella se quedó dormida en

