CAPÍTULO 3

2233 Words
—Una botella de whiskey para el reservado tres—asiento a Lali, una de las camareras. Tengo tres horas detrás de la barra. Al principio me pareció tranquilo. Pero, a medida que las horas pasaban, me sentía cada vez más ansiosa. Susan no me quitaba los ojos de encima. Raya en lo espeluznante. Además de poner a prueba mi destreza. La mujer se acercó y me pidió un Malibu Sunset El cual consta de granadina, ron y jugo de piña. ¿De verdad toma esa porquería? O, solo quería tocarme las narices. La mayoría de las camareras vienen por whiskey o vodka. El primero es sin duda el mejor whiskey escocés. Su precio no es bajo y es una delicia. El lugar tiene clientes de todo tipo. Levanto la vista para ver a una de las bailarinas sobre el escenario. Esta, solamente lleva un tanga diminuto y cubre pezones, dándole un espectáculo a los asistentes. Las camareras usan pequeñas prendas que nada más cubre lo necesario. Lo bueno de estar en la barra, es que puedo estar un poco más cubierta. Sabía que debía parecer disponible sin estarlo. Así que, opte por unos pantalones de cuero, botas de caña y un corsé, el cual hacía que, mis chicas casi se desbordasen. No estaba cómoda, pero Susan me miró con aprobación al llegar. —Bueno, hola—estoy sirviendo brandi a un cliente en la barra, cuando escucho la voz. Miro a la persona que ha llegado y le doy una sonrisa profesional. —Hola, ¿Qué te sirvo? Se inclina en la barra para darme una barrida, sin el mínimo atisbo de vergüenza. Lo miró arqueando la ceja. El hombre es guapo. Viste una camiseta negra, encima lleva una chaqueta de cuero. Su piel es oscura. También, es alto y puedo decir que no está para nada mal. Resalta en el club. Porque, a pesar de lo que creí. Los hombres que frecuentan el lugar, visten de manera formal. Algunos llevan traje. Así que, podría decirse que es un club de clase. Miró al hombre que sonríe abiertamente. —Si ya terminaste tu inspección, ¿Me dirás que vas a tomar? —Jack. Asiento sin decir nada. Tomó la bebida y la vierto frente a él. —Soy Hunter—anuncia—No te había visto antes por aquí. —Es mi primer día. —Qué suerte la mía—replica. —Hunter—Susan aparece—No entretengas a Dani. —Dani —repite probando mi nombre en sus labios—Susan contrata mujeres hermosas para la barra. Pero, no le duran mucho—ríe entre dientes—La última chica dejo el trabajo sin decir una palabra. Me congelo cuando escucho su afirmación. ¿Se estará refiriendo a mi hermana? Aún no descubro que trabajo desempeñaba. Sí, era camarera o bailarina. —Sí, bueno. Son cosas que pasan—Susan dice en voz baja, restándole importancia —¿Dónde está el jefe? No lo veo rondando por aquí—me hago la suiza limpiando la barra, mientras escucho a la horrible mujer hablar. —Tenía una reunión familiar. —Seth en una reunión familiar—se ríe—¿De verdad? Cuando Seth y sus primos se reúnen, es pelea segura. —El patrón estará presente, así que deben comportarse. Chasquea los labios. —Gloria se muere de envidia porque ninguno de sus hijos está a la altura de Seth, frente a Lucas. Registro los nombres en mi cerebro. Y, lamento no haber podido tener acceso a los archivos de inteligencia, debido a que no estaba autorizada. Susan se da la vuelta dándome la espalda. Sin embargo, logró escuchar sus palabras. —¿No han sabido nada de la chica? —He hecho mi investigación, pero no hay nada. Un malestar se instala en la boca de mi estómago. —Algo no me cierra. —A mí tampoco—replica Hunter. Al escucharlos hablar, sé que estoy en el lugar correcto. Tres horas después los pies están matándome. Son más de las once cuando un borracho hace su camino hasta la barra. —Hola, preciosa—dice en voz cantarina. —¿Qué te sirvo? —Un brandy. Asiento y lo sirvo. Pienso que se va a ir, pero se sienta en un taburete libre de la barra. Volteo y me encuentro con el hombre que llego más temprano y hablaba con Susan, Hunter. El hombre, a su lado, es alto, delgado, con rasgos asiáticos. Su cabello largo y sus ojos oscuros lo observan todo. Lleva un traje gris, sin corbata, dándole un aspecto más informal. Se presentó como David. Parecen relajados, pero sé que vigilan el lugar. También, noto que este último me mira con cierta curiosidad. Les sirvo shot de Jack y trato de no hacer mucho contacto visual. A pesar, de que me muero por respuestas. Sé que no debo estar de curiosa en mi primer día. Sirvo a varios clientes, antes de que el hombre ebrio me llame y me pida otra copa. —Te doy veinte dólares, si me das tu número—dice con una sonrisa tonta. El borracho, tiene la edad para ser mi abuelo y es totalmente un ¡No! Desvío la mirada y me quedo con la botella suspendida, cuando un hombre se dirige a la barra. Está entretenido con algo que le dice Darcy, una de las bailarinas. La mujer es toda sonrisa y es como ver a un cazador viendo su próxima presa. Es tan patético. El hombre viste pantalones vaqueros, camiseta y chaqueta. Su aspecto raya casi en lo salvaje con su barba y cabello largo. Sin embargo, su barba está bien arreglada y su cabello está recogido en moño que, está lejos de hacerlo parecer femenino. El look lo completan sus botas de combate. ¡Jesús! Daniela, no te desconcentres. Niego y dejo la botella en su lugar. De reojo, veo que Darcy se aleja y el espécimen se sienta junto a los dos hombres a un lado. —Dani—escucho que me llama el hombre llamado Hunter. Con una sonrisa profesional, me acerco a donde los tres hombres. —¿Otra ronda de Jack? —inquiero. —No. Quiero una Bud —las palabras vienen del recién llegado. Su voz es ronca y distante al mismo tiempo. ¿Puede ser eso posible? ¡Espabila Daniela! —Lo siento, pero no tenemos cerveza. Arquea una ceja. —Linda—escucho por encima de la música, que me llama el borracho inoportuno. —Un segundo—Levanto mi dedo sin voltearme. —Dije. Quiero. Una. Bud—repite como si fuera una retrasada. Frunzo el ceño ignorando como me mira con sus ojos que parecen chocolate líquido. Susan, me había dejado claro que no era un bar de cervezas. Es una mamada de club. —Están en la cava, debajo de la barra—dice con lentitud. Parpadeo. —¿Eh? —Que están… —Sí. Sí —hago un gesto con mis manos —Pero, ¿Cómo sabes? —Son mías—se encoge de hombros. —¡Culo sexi! —escucho al borracho. Lo ignoro. —¿Cómo que son tuyas gruño? Hunter le da una palmada en la espalda. —Él, es quien maneja este lugar. Abro los ojos como platos. —Seth Abbenante—dice tendiéndome la mano. Miro la misma con recelo y la baja frunciendo el ceño. Por supuesto, está acostumbrado a que lo adulen. Pongo los ojos en blanco y los tres me ven sorprendidos ante mi osadía. —Soy Dani—respondo. —Eres la chica que Susan contrato— afirma, más que pregunta. —Así es —cuchicheo. —¡Culo sexi! —el grito, es desagradable y los tres hombres miran a un lado al ebrio que tiene papada de pavo y es regordete. Es todo un sapo. —Voy por tu cerveza—anuncio. Me alejo y soy consciente de su mirada. Llego al frente de la barra, que es donde está el sapo y la cava. Sin decir nada, le sirvo otro trago. Me coge la mano libre y la retiro. —Me voy a un reservado—anuncia—Quiero que me bailes, perra. Cuento hasta mil para no darle un puñetazo. En cambio, pongo mi gesto serio. —Lo siento, pero aquí soy una simple camarera—hablo en voz baja y serena—Si quiere un baile, con gusto le encuentro a una de las chicas. Dejo la botella en su lugar. —Todas son iguales. Todas bailan por unos cuantos dólares—continúa. No le prestó atención y me pongo a buscar la maldita cava donde guardan las cervezas. Estoy inclinada sacando una de las cervezas, cuando siento una palmada en mi trasero. Me enderezo con la botella en la mano y miro al hombre, cabreada. Soy consciente del movimiento de los hombres del rincón, que observan lo que está pasando. —Señor. Se ha extralimitado—miro hacia la puerta en busca del de seguridad. —Venga, solo es un baile—. Alarga la mano para cogerme el pecho. Eso es todo. Con mala leche, pongo la botella de un golpe sobre su otra mano que está extendida sobre la barra. El sapo aúlla y estrello su cara contra la barra. Soy consciente de lo que acabo de hacer. La he cagado. Pero. También es necesario reafirmar mi postura. Cuando una mujer dice no. Es, no y eso no está en discusión. Con la mirada de todos sobre mí, y con calma. Avanzo hasta donde esperan la cerveza ignorando el llanto del sapo, que es arrastrado fuera por el de seguridad. Llegas jodidamente tarde, amigo. Resoplo. —Aquí está tu cerveza—digo lo más calmada posible. El hombre me mira con algo parecido a respeto. A su lado, sus dos compañeros no dan crédito a lo que ven. —¿Estás bien? — pregunta. Asiento. —¡Dani! Hago una mueca, cuando escucho a Susan. —¿Sí? —respondo con calma. —¡Recoge tus cosas ya mismo y lárgate! —habla mortificada y desvía la mirada hasta los hombres—Seth, lo siento. Me alejo sin decir nada. Furiosa conmigo por haber perdido mi única oportunidad de dar con Gema. Recojo mi bolso y chaqueta. Sin mirar atrás salgo del club y me alejo de allí. Ahogo un grito entre mis manos. —¡Joder, Daniela! —hablo sola, al tiempo que camino por la acera de la ciudad. Intento calmarme, pero es inútil. La furia en mi interior amenaza con salir. —Perdí mi única oportunidad—susurro, sintiéndome derrotada. Avanzo unas cuadras más, antes de que las luces de un coche me pongan en alerta. Me cruzo de brazos como protegiéndome del frío, solamente para alcanzar mi navaja dentro de la chaqueta. El coche pasa a mi lado despacio y se detiene un par de metros más adelante. Es un Aston Vantage. Lo sé, porque es mi marca de autos favoritos. Además, de ser inglés. Cuando la puerta se abre, me detengo en seco. Puede ser un conocido del sapo, así que me pongo en alerta. Sin embargo, me sorprendo al ver a Seth Abbenante salir del auto. Se detiene mirándome seriamente. Doy un par de pasos hasta estar a cierta distancia. —¿A dónde vas? —Me voy a mi casa —digo lo obvio —Susan, me corrió. Arquea la ceja y estoy empezando a pensar que es una manía. —Resulta que, yo soy el encargado de ese lugar y, no te estoy despidiendo por defenderte de un cerdo. —¿En serio? Asiente. Titubeo. Miro a los lados antes de verle. —Gracias—digo con sinceridad. Mis esperanzas vuelen a surgir. —Prometo no hacer eso de nuevo—miento. ¿Pero qué más da? Veo como una sonrisa tira de sus labios. —Descarada—ríe—No te creo, pero puedo ver que solo te defendiste. —¡Está bien! —abro los brazos. —Sube —dice haciendo un gesto a su coche. —No hay problema. Puedo irme andando. —Es peligroso. —Sé defenderme. —Lo sé. Rocky, pero puedo acercarte. —¿En eso? —señalo su coche y él me mira como si le hubiese ofendido. —¿No te gusta mi auto? —No es el punto. El punto es, que puede, que te roben. Se ríe, se ríe a mandíbula batiente. Perfecto, ahora soy su payasa. —Me gusta tu sentido del humor, Rocky. —¿Acostumbras ponerle apodos a los que no conoces? —Trabajas para mí y sé quién eres. —¿Perdón? —Sí. Eres mi barman y una peleadora innata— murmura—Ahora. Sube al coche, Rocky. Miro a los lados y me encuentro sonriendo. Pero vuelvo a mi postura seria. Quizás no es mala idea y pueda descubrir algo de los Abbenante. Parece agradable. Me detengo en seco cuando ese pensamiento cruza mi mente. No olvides que son el enemigo. Cualquiera que sea Abbenante, es sospechoso de la desaparición de Gema. Subo al auto. Cuando le doy mi dirección no se inmuta o me baja del coche. Dado que es un barrio peligroso para llevar un coche de alta gama. El camino es silencioso. Pero puedo ver sus engranajes dar vueltas.
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