Subí las gradas, hasta caer a mi cama. Ni siquiera halé de las cobijas me dejé caer sobre el colchón en cuanto no tuve más los zapatos. Tan pronto como mi cabeza sintió la almohada quedé profundamente dormido.
Desperté cuando escuché música sonar. Abrí los ojos percibiendo sobre mi cabeza un dolor insoportable. Me moví despacio hasta alcanzar mi teléfono. Al ver la pantalla noté que eran las siete con cinco, no contesté la llamada.
Perezosamente me moví de lado, inesperadamente sentí a alguien bajo las sábanas, pegué un brinco espantándome. Casi de un salto estaba de pie, al apartar las cobijas miré a Eva dormir profundamente, abrazaba a su oso de felpa.
Respiré hondo, tranquilizándome. Preferí no hacer ruido. La arropé de nuevo saliendo de mi habitación. Fui al baño de abajo, luego b
