Nómada

2185 Words
***Años despues... Entre las cosas que me gustan hacer está sin duda responder en apoyo cuando mi hermano tienes cosas que atender, sucede cuando Claire no necesita que me presente a sus asuntos. En lugar de mi hermano me corresponde repartir ciertos pedidos. Hoy iré a entregar un gran ramo de rosas, valeriana y otro tipo de plantas, siempre en buqué o racimos. Por el tráfico, las calles y los lugares a los que debo movilizarme en corto tiempo prefiero conducir la motocicleta en lugar del vehículo de mi hermano. Es veloz, aunque al principio cuando empecé la sentía pesada y me caí un par de veces. Para poder llevar ese montón de plantas, he tenido que atarlas en la parte trasera de la motocicleta, pero es sólo uno de varios pedidos. Antes de hacer las entregas a las direcciones que proporcionaron en la aplicación de entregas, pasé al hospital ya que me quedaba en al trayecto y había hecho cita. Tengo sospechas terribles de que es posible que tenga cálculos (duele como parir) en la vesícula biliar, consecuencias de beber soda como un enfermo o un adicto. Para todo hombre, un dolor agudo es comparable a dar a luz (porque desconocemos tal cosa obviamente, pero al ver películas se ve doloroso). Lamentablemente el doctor no pudo atenderme porque había otro tipo de emergencias, así que preferí ceder mi turno y dejarlo para luego. Por seguridad tengo que llevar un casco es n***o con líneas azules, y por suerte el oficial amablemente me dejó pasar sin apartármelo. Por lo regular cuando ando de incógnito (es decir que uso la motocicleta y entrego las encomiendas haciéndome pasar por mi hermano) nunca me quito el casco. Busqué mi motocicleta en el espacio al lado de una señorita muy elegante que también dejaba ahí su motoneta. Amablemente me hizo una escasa conversación así que sin dudar respondí del mismo modo. Volví en ruta para dirigirme a donde debía entregar lo que habían pedido. Pero retomando la marcha es inevitable pensar: ¿Quién rayos pide manzanilla, rosas, valeriana y cola de caballo en manojos? Fue muy complicado poder encontrar cada una de esas matas, tuve que ir a un centro espiritista. ¿Será para brujería? Espero que no y que tenga suerte el posible hechizado. También en la lista de encomiendas debo entregar varias resmas de hojas en un edificio escolar. Sin dudar me estacioné de prisa en el lugar apropiado para motocicletas e ingresé velozmente llevando las resmas en manos. Al ingresar divisé la una oficina del establecimiento educativo, pasé las gradas, pero noté que el director estaba sobre los escalones finales y sostenía una carpeta con hojas mientras una chiquilla engreída se posaba a un extremo de brazos cruzados y gestos altaneros. Sin duda, discutían. —Estoy dispuesto a que alguien mantenga una conversación en inglés contigo. Le pediré a cualquiera que pueda que te dé la calificación del examen final. Tu actitud no es la adecuada, ya te lo he dicho. Juro que quise irme y pasar de largo al escuchar eso. Pero la adolescente de oscuros cabellos y falda muy corta con piernas esbeltas, aunque no muy alta de estatura se mostró resentida, pero fijando la vista en mí con curiosidad. Lucía como la típica niña que lo tiene todo y hace berrinches. —¿Quién podría? Dudo que alguien siquiera sostenga un hola conmigo —Dijo en tono sarcástico. Lamentablemente no pude con ese gesto despectivo en cuanto me miró con menosprecio al pasar. Y ya que conocía al director, (en algún momento fuimos amigos, estudiábamos en la misma universidad años atrás, aunque él fuera mucho mayor) di media vuelta de inmediato. —Hi, sorry, but I heard your conversation. I would like to be the person who you need principal. (Hola, lo siento, pero escuché su conversación. Me gustaría ser la persona que necesita señor director) Ella me clavó la vista asombradísima. El director sonrió. —Bien, tienes suerte, Nómada. ¿Qué esperas responde? Respiró hondo sonriendo como para disimular tal desconcierto. —Big deal!! My name is Nómada. (¡Vaya cosa! Mi nombre es Nómada) —Ok, Nómada. Nice to meet you. (De acuerdo, Nómada. Gusto en conocerte) Ella mostró un gesto irónico casi burlándose al oírme. —You speak very badly. I’d like to say the same, but I don’t know, I think you are surely ugly. Take your helmet off! (Hablas horrible. Me gustaría decir lo mismo, pero no lo sé… Pienso que seguramente eres muy feo. ¡Quítate el caso!) Suspiré, y me crucé de brazos como ella. —No. But without a doubt you are arrogant and ill-bred girl. (No. Pero sin lugar a dudas eres una chiquilla arrogante y muy mal educada) Abrió los ojos a más no poder, parecía ofendida. —I hold it, you’re awful and cheeky. (Lo sostengo, eres horrible y entrometido) —It’s possible. In other words, I can say: you are very unpleasant. Do you want to talk about something else? (Es posible. En otras palabras, puedo decir que eres completamente desagradable. ¿Quieres hablar de otra cosa?) Apretó la mandíbula irritada y desvió la mirada. —Lo agradezco mucho. No sabía que podías tener tan agradable conversación con alguien. —Dijo el director dirigiéndose a mí entre risas. Me volví a él y asentí. —Ha sido un placer. —Sir you’re wrong… This has not been a conversation. (Señor se equivoca… Esto no fue para nada una conversación) Me sorprendió notar que sus ojos ahora mostraban menos apatía. —Why not? —Cuestioné. (¿Por qué no?) —Because we only exchange a couple of word, you also didn’t say your name. (Porque nosotros intercambiamos solamente un par de palabras, además ni dijiste tu nombre) —Right. My name is Loren. (Cierto. Me llamo Loren) Rompió a reír a carcajadas. —¿Loren? It is the girl name. (¿Loren? Es el nombre de una chica) Reí. —Sure, I see. But apparently my parent didn’t care about it much. (Seguro que sí. Pero aparentemente a mis padres no les importo mucho que digamos) Luego entre suspiros y risas volvió a fijar su mirada con agrado en mí. —Well, whatever. Nice to meet, you. Loren. (Bueno, como sea. Es un placer conocerte, Loren) —I feel the same. I’d like to talk more, but… I must to go to the work. (En sintonía. Me gustaría conversar más, pero, debo ir al trabajo) Mostró una sonrisa, parecía desconcertada. —Bien agradezco mucho lo que has hecho. Ahora, ¿podrías darme una puntuación de uno al diez para Nómada? —Me pidió el director. —Diez… El director tomó su bolígrafo sorprendido. Pero al notar que había aceptado sin reparo mi puntuación, objeté. —Sí diez menos cero punto cinco… Mejor dicho menos dos. Una vez más el director sonrió, y muy complacido anotó. Pero ella se aproximó a mí muy seria casi iracunda. —Wait!! What? Why? (¡Espera! ¿Cómo? ¿Por qué?) —No tengo vocabulario para responderte eso, Nómada. Lo siento. Me di media vuelta. El director se puso de pie con la carpeta en manos dirigiéndose con pasos largos a lo alto de los escalones muy satisfecho. Yo iba tras él, pero sentí un par manos tocar mi brazo. Me volví para mi sorpresa se trataba de Nómada. —¿Cómo que no tienes vocabulario para explicarme ese ocho? —No lo tengo, pero creo que si fueras más educada y menos caprichosa habrías tenido un diez. —¡Eso no tiene nada que ver con la conversación! —Tiene que ver. Pero si deseas a la próxima puedes poner en práctica eso y tal vez no sea necesario que un desconocido te de una calificación. Tengo que irme. —Creo que te he visto venir un par de veces antes. —Tal vez, aunque es más seguro que me confundas con alguien más. —No estás entendiendo. —Suspiró — Quiero decir que… ¿Crees que podamos volver a conversar? —¿En inglés? Sonrió. —No, no quiero que te quedes sin vocabulario de nuevo. Me parece perfecto en español. —No lo sé. Pero si se da la oportunidad… ¿Por qué no? —De acuerdo. Y tu nombre es raro. —Sí tienes razón, pero el tuyo también lo es. Rio, sin dejar de observarme, aunque apartándose. —Wave you hand, Loren. See you soon. (Dime adiós, Loren. Te veo pronto) Alcé la mano diciendo adiós, pero lo hice de manera en que notara que la quería lejos cuanto antes. Subí el graderío dispuesto a entregar las resmas de hojas en blanco que me urgía entregar. Al salir tomé la motocicleta para dirigirme hacia la entrega última de la tarde antes de la salida de la escuela de mi sobrina. Mi hermano suele trabajar de diferentes asuntos. Aunque no me enorgullece mi empleo, es algo que concede algo de tiempo para ayudarlo. Es agradable poder ver a su hija crecer, creo que a veces me siento también su padre. Al tomar rumbo de nuevo a la casa, es decir la dirección de quien había pedido las diferentes plantas, me di cuenta que se trataba de una dirección un poco apartada casi a las afueras de la ciudad. Toqué la puerta y justo cuando estaba por dar una llamada, alguien abrió. —Lamento llegar treinta minutos más tarde, soy quien trae su pedido. —¡Oh, llevo un rato esperando! —Dijo una mujer mayor de aspecto dulce y sereno. —Sí, lo siento. Es que… —No te preocupes, hijo. Son para hacer té. Me ayudan con diferentes padecimientos. No soy una bruja, pero soy buena curandera… Sonrió divertida. Me quité el casco, dejándolo sobre el asiento de la motocicleta y desempaqué lo que había de entregarle. Pero justo cuando me estiré sentí una punzada terrible en el costado. Fue inevitable hacer un par de muecas. —Me tardé mucho, no tomé en cuenta la dirección. En verdad lo siento. No se las cobraré. —Me acerqué pasándole sus plantas a las manos. —¡Oh! Pero… —No se preocupe. A cambio le agradecería mucho que nos recomendara. Espero que tenga un buen día y nos puntué con cinco estrellas en la aplicación. Nos ayuda bastante su buena opinión. Ella siguió asombrada, pero antes de colocarme el casco escuché su voz dirigirse a mí. Una vez más me sostuve la cintura al sentir el dolor punzante. —Espera muchacho. Parece que algo te duele. —Se aproximó con gesto preocupado. Sonreí al verla. —Sí, creo que es por ser algo descuidado. Bebo mucha soda. Estaré bien. Sonrió con cariño maternal. —Creo que puedo ayudarte, por favor espérame un momento. No me dio oportunidad a negar, simplemente a toda marcha entró y al cabo de un breve instante la vi salir. —Esto te ayudará. —Dijo mostrando una bolsa pequeña y frasquito de vidrio oscuro. — Bébelo en ayunas durante quince días. No te asustes, es ruibarbo. Agrégale también estos polvos en agua fría. Y evita beber soda y café durante un par de semanas. Verás que te pondrás mejor, si eso ocurre sólo te pido que vengas a contármelo. Le recibí aquello un tanto asombrado. —Si no lo bebes, es posible que termines en un quirófano y pareces muy joven para eso. Además, a veces suelen suceder otras complicaciones. ¿Qué tal quien haga la cirugía sea un practicante? Tragué saliva. —Tiene mucha razón. Se lo agradezco mucho. Ella sonrió. —¿Cuál es tu nombre querido? —Loren. Incliné la mirada al notar que reía algo divertida. —Perdona hijo, pero es muy… —Sí. No la culpo es raro. Hasta pronto. —Adiós Loren, conduce con cuidado. —Gracias. Metí en los bolsillos de mi chaqueta lo que me dio. A toda prisa me dirigí de regreso a casa. En uno de las avenidas principales, el semáforo marcó en rojo. Me detuve, recibí unas llamadas con respecto a mi trabajo. Muchos vehículos iban a mi lado. De pronto al tiempo que esperaba la luz verde, escuché que alguien gritaba mi nombre. Al terminar de hablar por el auricular me di cuenta que no lo imaginaba, ya que uno de los vehículos a mi lado era una limusina. Alguien bajó el vidrio y en la parte de los asientos finales, miré a una jovencita de largos cabellos oscuros. —¡No puedo creerlo! ¿Dos veces en el mismo día? No aparté el casco, se trataba de Nómada. —¿Me sigues? —Pregunté algo desconcertado. —No. Creo que tú eres quien me sigue. ¡Ya tengo tú número! Espero que respondas. —Dijo antes de que la limusina siguiera con la marcha en cuanto se puso en verde el semáforo. Fruncí el ceño, pero comprendiendo que seguramente había ingresado a la aplicación y ahí había encontrado algún número telefónico al cual llamar. Volví en sí acelerando para llegar a tiempo atraer a mi sobrina ya casi eran las dos.
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