Ángel.
Nicol tenía gran parte de su cabello en mi rostro, mi mano descansaba en su cintura y arriba de esta estaba la mano de ella, tomando la mía, cualquiera creería que era un fastidio despertar así pero la realidad es que para mí no lo era, todo lo contrario, me gustaba por qué estos eran los pequeños pasos que demostraban los avances en cuanto a sus traumas y nuestra relación, era mejor que cualquier otra cosa.
Me moví evitando despertarla y salí a la cocina, tenía puesto un pantalón de pijama y una playera, todo combinaba, por eso salí así, en la cocina me encontré con Max y Mari, ambos me observaron divertidos pero no dijeron nada, así que les dije lo que estaba pensando.
- Voy a hablar con Mauricio -todo la noche tenía eso en mente- Es la única opción que tenemos de traer a Aitan
