—Señora Fuentes —escucho detrás de mí y volteo a ver, ahí está el señor elegante.
—Buenos días ¿señor? —le pregunto, ya que no me acordaba de su nombre, solo me dio una tarjeta de su jefe y por eso le llamábamos señor elegante.
—Robert, señora Fuentes, disculpe que haya venido tan temprano por la pintura, mi jefe tiene un viaje y estará fuera muchos días, por eso vine por ellas —me explica ayudándome a subir la cortina del estudio para poder abrir.
—Claro, ahora se las entrego, están en la camioneta, acompáñeme —le digo avanzando abriendo la puerta trasera para sacar la pintura, le quito la tela que la cubría y se la enseño, muestra una sonrisa satisfactoria.
—Como todo lo que hace muy buen trabajo —me dice viendo la pintura —permítame llevarla a mi auto, ya vuelvo —agarró las pinturas
