Acompañamos a mi Natalia a la escuela, iba nerviosa de que no se quisiera quedar, pero como buena niña de casi ocho años entro contenta, Nora y yo fuimos a la dirección a hablar con la directora y firmar los papeles de ingreso.
Después fuimos a mi galería o estudio de arte no se aún que es lo que haré con el, tengo la idea de convertirlo en estudio para enseñar a niños y a los turistas que quieran llevarse un recuerdo del lugar, limpiamos y empezamos a acomodar mis pinturas ya terminadas y el material que uso, a la vez para la venta.
Sigo pensando en los documentos que me llegaron ayer, voy a contratar un investigador privado, tengo que llegar hasta el fondo y descubrir lo que pretende Luis con hacer todo esto, no me importa que a mí me haya quitado lo que me corresponde, pero ¿a mí hija? su propia sobrina, es lo que su padre le dejó, eso es lo que no puedo dejar pasar, sumergida en mis pensamientos no me di cuenta de la hora que pasó tan rápido hasta que oí esa voz que alegra mi vida entrar corriendo hacia mi.
—Mami, mami mira lo que hice en la escuela, la maestra dice que soy muy inteligente —me habla mi niña llegando hasta donde estoy, me levanto y la abrazo fuerte —te extrañé mami —dice dándome muchos besos.
—Yo también te extrañe mucho, disculpa Nora no me di cuenta de la hora y ni cuando saliste a recogerla —le doy un beso a Natalia y me disculpo con Nora.
—Vi que estabas ocupada, no te quise interrumpir y decidí ir lo por mi niña, ¿te vas a quedar más tiempo? puedo adelantarme con mi niña para que tome su siesta —me pregunta y yo tomo mi bolso agarrando la mano de mi hija.
—No vamos a casa, allá preparamos algo ligero para comer, quiero también descansar, no he dormido nada ya sabes —le digo, cerramos el negocio y subimos a la camioneta arrancando rumbo a la casa.
Desperté ya más relajada, tomé mi teléfono y me marqué a Martin mi abogado, le explico la situación y le envío fotos de los papeles quedando en revisarlos, a la vez que me recomendó un detective para investigar lo que mi querido cuñado pretende.
Pasaron varios días en los que no tenía respuesta a lo que estaba viviendo, pero no me desanime, no le he llorado a mi Flavio como debe ser, me dirán que soy egoísta, pero en estos momentos tengo otras cosas en que pensar y hacer y una de ellas es recuperar la empresa de mi esposo y hacer crecer mi pequeño estudio, con este ya tengo algunos estudiantes que vienen a diario a tomar clases de pintura y la tienda va bien, he vendido algunas de mis pinturas con los turistas y algunas personas del pueblo, no me quejo poco a poco recuperare lo que me arrebataron.
—Mami, el maestro Kike quiso venir a saludarte —me dice mi hija ¿Kike? me pregunto ¿de cuando a acá se llevan bien para decirle así?
—Hola vecina —me saluda con un beso en la mejilla —aprovechando que Natalia venía para acá, me les pegue como un chicle y quise aprovechar para saludarte —me dice muy sonriente y lo quedó viendo, tenía varios días que no lo veía, quizá por su trabajo o el mío.
—Hola Enrique, tanto tiempo sin verte, pensé que no estabas en el pueblo —le digo queriendo saber —bueno, que te trae por acá, pasa siéntate, me desocupo y nos vamos princesa —les digo y nerviosa me pongo a hacer no se que porque todo lo tengo en orden y no estaba haciendo nada.
—Deja ahí, yo me quedo un rato más, ya dejé comida solo es cuestión que la calientes y coman —me dice Nora al verme lo que estoy haciendo —ya no te pongas nerviosa, que ese hombre no te va a comer —me susurra en el oído y la quedo viendo con los ojos bien abiertos, tomo mi bolso y salgo con Natalia de la mano, veo como esa mujer que dice ser mi amiga y Nana de mi hija se queda riendo de mi.
—Y si mejor las invito a comer y luego por un helado —habla Enrique y Natalia es la que acepta gustosa tomándolo de la mano.
—Creo que no es correcto Enrique, que va a pensar la gente, no quiero que hablen mal de mí y mucho menos de ti y tú familia —le digo queriendo rechazar la invitación.
—Que importa lo que la gente piensa, somos amigos y nos conocemos desde chicos, es más tu eres soltera yo igual cuál es el problema —me dice y me toma de la mano, y nos hace entrar a un restaurante familiar.
—Mami, ¿puedo ir a jugar? —me pregunta Natalia después de que terminó su comida
—Si mi princesa, solo no te alejes tanto —le digo y ella corre hacia los juegos.
—Lau, se que aún es muy reciente lo de tu esposo —me dice y un ña tristeza embarga mi rostro —no, no te pongas triste, bueno si pero no te lo digo para que lo estés, solo quiero pedirte que me dejes como amigo claro apoyarte, por ahí me enteré que tienes problemas con la empresa que tu esposo y tu formaron, déjame ayudarte tengo unos contactos que me deben favores —me dice y lo veo sorprendida por mi mente pasa esas palabras "contactos que le deben favores" ¿que clase de contactos? ¡acaso! no, no el no es así.
—Gracias Enrique, ya pronto tendré solución a eso —le digo —es más no quiero involucrarte en mis problemas —el me interrumpe.
—¿Que es lo que piensa esa cabecita? —me pregunta —no estoy involucrado en nada que sea malo, mis contactos son unos amigos que les he hecho algunos favores en sus empresas y ellos son grandes, estoy seguro que estarán dispuestos a ayudarnos a ellos no les gusta las injusticias —me dice tomándome la mano para tranquilizarme y asiento.