Capitulo 2

1023 Words
Los doctores entran a la habitación, no paro de llorar, ahogo mis gritos de dolor tumbada en el piso de la habitación, una enfermera se acerca para ayudarme a levantar, la detengo con mis manos y me abrazo a mis piernas. ¿No sé que voy a hacer sin tí, amor mío? ¿que le voy a decir a tu princesa? ¿como vamos a superar tu partida? dime ¿cómo? estaba preparada mentalmente, pero ahora veo que no, no lo estaba, no puedo aceptarlo, se ha ido y se ha llevado parte de mi corazón. —Señora De los Santos, —me habla el doctor que lo atendió —lo siento mucho, hicimos lo que pudimos, su enfermedad estaba muy avanzada era solo de esperar —me dice tomando mi mano para levantarme de dónde estaba tirada. —Gracias doctor, —le contestó casi en un susurro —debo hacer los trámites, le agradezco toda su atención para con mi esposo —le digo mientras me acerco a su cuerpo inerte. Los doctores y enfermeras salieron dejándome un momento a solas con el, le acaricio su brazo, sus manos viendo una pequeña sonrisa en sus labios dibujada. —Gracias mi príncipe azul —le digo cerca de su oído, —gracias por darme todo tu amor, por darme una hija maravillosa, descansa en paz cariño mío, se que nos vas a cuidar desde donde estés, vete tranquilo que yo haré de tu hija una buena mujer para que te sientas orgulloso de ella y de mi, tu esposa que te ama y te amara con todo el corazón hasta el último día de su vida. Después de un rato llegaron por el, los de la funeraria, ya los había llamado para trasladarlo y ser velado, también llame a su familia y amigos dándoles la noticia. Fui a casa, dónde me espera mi hija, no se cómo darle la noticia de que su papito ya no estará con nosotros, entro y la veo en la sala haciendo su tarea, me siento a un lado de ella, acaricio su cabello, su Nana me mira y asiento con la mirada dándole a entender lo que ha pasado, ella se lleva la mano a la boca sorprendida y está a la expectativa de los ue está por pasar. —¿Cómo ha Sido tu día mi niña? —le pregunto porque no hayo las palabras para decirle está noticia. —Bien mami, —me dice y levanta su mirada hacia mi y sus ojitos están llenos de lágrimas, la abrazo fuerte y beso su cabeza —papi se fue al cielo ¿verdad mami?, papi se despidió de mi está tarde, ya no va a volver a casa —me dice llorando fuerte, las dos lloramos abrazadas una a la otra. —Si mi amor, tu Papi nos ha dejado, pero se fue contento de tener una hermosa hija que lo ama y el también te ama, siempre serás su princesa —le digo secando sus lágrimas. —Nora —me dirijo a la Nana de mi hija —ayudeme a preparar ropa para mi hija, voy a cambiarme para ir a la funeraria —le digo y ella se lleva a mi hija a cambiar, me quedo sentada en el sofá viendo la casa donde había risas y juegos juntos con nuestra hija, verlo correr con ella detrás de la pelota. Me voy a la habitación, su recuerdo está ahí, entro a darme una ducha, bajo el agua caen mis lágrimas, me resbaló hasta el piso ahogando mi llanto, no quiero que mi hija me vea llorar, tengo que ser fuerte por ella, tengo que salir adelante por ella, solo somos las dos. Salimos para la funeraria, al llegar estaban ahí sus papás y sus hermanos que al verme su madre me culpó de su muerte, se que no soy santo de su devoción, nunca me han querido y menos a mi hija la reconocen como su nieta y eso es lo que menos me importa, sola crecí al lado de mis abuelos quienes me dieron mucho amor y es lo que me sobra para mí hija. El día del sepelio se llevó en calma, su familia más que ayudar, no dejaron de despotricar sandeces sobre mi, ya quería que todo pasará e irme a mi casa con mi hija, no quería que siguiera viendo a esa bola de hipócritas dándose golpes de pecho y llorando, cuando Flavio los necesito ni lo visitaron, ni David que era quien llevaba la administración de la empresa lo visitó, solo lo hacía para firmar documentos, de ahí nunca preguntó cómo se sentía o que necesitaba. Después del sepelio todos se fueron, mi hija y yo nos quedamos un rato más despidiendonos de él, prometiendo volver seguido no lo dejaremos solo en ese tétrico lugar, nos fuimos a casa, al llegar Nora se llevó a Natalia a su habitación a descansar y yo fui a la mía, me di un baño y me acosté en la cama, tengo que pensar en que voy a hacer de ahora en adelante, tomar las riendas de la empresa es lo primero que haré, y poner en orden todo. Al siguiente día me desperté muy temprano, le llamé por teléfono al abogado de mi esposo para ver lo del testamento y que vamos a hacer de ahora en adelante, lo que no sabía era la sorpresa con la que me encontraría. —Señora Laura buenos días, estaba por llamarle, hay problemas y necesitamos hablarlo —me dice al descolgar el teléfono cuando lo saludé —Digame que problemas hay —le contestó llevándome mis dedos a la sien y dando un leve masaje. —Me acaban de llegar unos documentos que yo al menos no recuerdo que su difunto esposo los haya solicitado, pero no quiero hablar de esto por teléfono —me dice —donde podemos vernos, que no sea en su casa, ¿puede usted venir a mi oficina? —me pregunta y yo le confirmo que voy saliendo, necesito ver o más bien saber de qué se trata esos documentos.
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