Estamos en casa de Enrique disfrutando de una rica comida, sus tres hijos están con ella, sus nueras y nietos, hace muchos años que no los veía y los niños que deje de ver ahora son jóvenes universitarios y algunos ya casados con hijos unos años menos que mi Natalia, todos corrían y jugaban en la piscina de la casa, tía Soledad contenta de tener a su familia con ella. —Es agradable verte Laura, tu hija es muy bonita, lamento mucho tu perdida, yo no sé que haría de mí, si llegará a perder a mi chepo —dice Maura la tía de Enrique dándome una copa de vino. —Gracias Maura, no es fácil 15 años juntos y de un día para otro ya no tenerlo duele aún —le digo con mis ojos cristalizados —pero vamos superandolo, tengo a mi hija que es el fruto de nuestro amor —le digo llevándome la copa de vino a mi

