Regresamos a nuestro hogar, como dijo Enrique, aquí está esperándonos en el aeropuerto, Natalia corrió a sus brazos, nos ayudó con las maletas y nos llevó a casa.
Nora nos esperaba, al vernos nos abrazamos y lloramos juntas, sé que estaba preocupada por nosotras, ya habíamos hablado, desde que prácticamente nos quedamos solas se ha convertido en una hermana para mí.
Comimos, Enrique no dejaba de verme, no me incomodaba, pero sí me pone nerviosa y más porque no lograba sacarme la imagen del otro día.
Nora después subió con Natalia a su habitación, mientras yo me quedé recogiendo y limpiando la cocina.
—Extrañe mucho a mi amiga estás últimas semanas —dice Enrique mientras seca los platos para guardarlos.
—¿A sí? —levanto una ceja y lo veo, por un lado —hablabas casi a diario con ella —l
