—Buenas tardes —escuchamos un saludo y volteo a ver que era Enrique que había llegado, en sus manos una caja gris. El abuelo lo invitó a sentarse después de presentarse con todos, dijo, la dejó la caja con el chofer de los Florenttini, se sentó a mi lado. —Es el señor Walter, mi abuelo y ellos son mis abogados, ya conoces a Joaquín y a Albert, mi tío —lo presento y saludó cordial con timidez. Enrique comía, me daba una mirada buscando sentirse mejor por lo bajo de la mesa, tomé su mano para darle apoyo y sentir su apoyo no es fácil estar rodeada de desconocidos. Después de comer nos dirigimos nuevamente al Gran salón y la caja en una de las mesas y fui directamente a ella. Al abrirla lo primero que vi fue la foto de los nosotros tres juntos que Flavio tenía en el hospital, la tomé y la

