Capítulo 17. La pobre vida de los ricos

1477 Words

William Traer a Steve a casa fue una de esas decisiones que uno no razona, solo hace. Como cuando sabes que algo no tiene sentido práctico, pero lo haces igual porque, en el fondo, sabes que es lo correcto. No hablamos durante el trayecto. Él miraba por la ventanilla con los ojos vacíos, como si necesitara que el mundo pasara rápido sin tocarlo. Y yo conducía como si no llevara al hijo de uno de los hombres más poderosos de la ciudad en el asiento del copiloto, con una carpeta llena de problemas colgada del cuello. Cuando llegamos, mi madre ya estaba sentada en su sillón habitual, viendo su programa de cocina como si la receta del día pudiera cambiar el rumbo del mundo. Al escuchar la puerta, se giró, y sus ojos fueron directamente al chico que me acompañaba. —¿Y este quién es? —pregun

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