Capítulo 1 (parte 1)

2616 Words
Mi nombre es Eris Thorn, tengo treinta y un años y vivo aquí, en Flagstaff, Arizona, felizmente soltera y sin compromisos de por medio. Nací en Phoenix, pero luego de un trágico accidente en el cual mi familia falleció y yo no recuerdo exactamente el cómo ocurrió, terminé por mudarme aquí con algo de ayuda de mi mejor amigo Lex, amo a ese tipo, si no fuera porque es más femenino que yo, juraría que me hubiera casado con él. Hace dos años que trabajo en Xplicit, un club de Strippers, la paga es buena, además de que de vez en cuando puedes toparte con generosas propinas. Las luces estroboscópicas se agitan en el lugar, es sábado por la noche, la zona de las pasarelas está llena, es raro el cliente que se queda en la barra, pero yo parezco un jodido pulpo preparando una bebida tras otra, ¡Gracias bendito curso de coctelería! Tuve que aprender este arte de cero y en pocos meses, aunque increíblemente tuve facilidad para el dominio de las botellas y la memorización de cientos de recetas, pero me siento agradecida de no haber terminado en una de las pasarelas y lo mejor, es que en este mismo lugar trabaja Lex como encargado de seguridad, alejándome de los tipos molestos. —Oye, Thorn, ¿Has visto mi mezclador? —pregunta Brenda rebuscando en uno de los anaqueles, me acerco a la barra de servicio y tomo el artefacto entregándoselo. —Deberías de poner más atención —espeto y ella termina por hacerme un mohín, Brenda es la chica malhumorada de la barra, antes de llegar a la estación de bebidas fue bailarina, pero se lesionó el tobillo, de ahí llegaron sus problemas de salud diversos terminando con una horrible osteoporosis. —Tú deberías de ser más amable, sabes que puedo decirle al jefe y sales volando de aquí —masculla, nuestro jefe y ella tuvieron sus aventuras, mismas que terminaron cuando su lesión, era un secreto a voces. —Brenda, deja de ser una perra, quieren bebidas para la mesa seis —interviene Lex, Brenda suelta una pesada respiración alejándose al otro extremo, mi amigo toma asiento en uno de los banquillos y con una sonrisa me acerco a él. —Gracias, amor, me has quitado a esa zorra de encima. —No agradezcas, bebé ¿Qué tal tu noche? —pregunta agitando sus pestañas dramáticamente, luce patético y adorable a la vez, no puedo evitar reír. —Menos interesante que la tuya. —Ni que lo digas, ya tuve que manejar a demasiados ebrios —dice con desdén, veo a lo lejos a Charlie el de seguridad haciendo señas. —Creo que el deber te llama, Lex. Él se gira en su asiento y arquea sus cejas. —¡Mierda! A patear culos se ha dicho, lo bueno es que Charlie me hará compañía —declara dando un guiño, acerco mi mano dando una palmada en su hombro. —¡Dios! Eres terrible Lexi. —Puedo ser una perra si me lo propongo, querida, deberías aprender de mí —responde, se pone de pie y se aleja hacia donde se encuentra la acción, ruedo los ojos cuando lo veo tirar nalgadas al aire. —En definitiva, eres un caso, amigo, que desperdicio de hombre, eres sexy, pero muy gay —musito, tomo mi franela y un vaso, debo poner un poco de orden aquí, de pronto siento un escalofrío que me recorre de pies a cabeza, un olor a colonia cara llega a mi nariz, y sé que es cara gracias a todo lo que Lex me ha instruido, al girar mi cabeza, veo a un tipo acomodándose en uno de los banquillos, no puedo evitar morderme el labio, ¡Dios! Es sexy, aunque la arrogancia le supura por los poros. —¿Qué te ofrezco, guapetón? —pregunto llamando su atención, deja lo que está haciendo y puedo ver esa expresión ya conocida, este tipo intentará ligarme, Gajes del oficio, Thorn. —Claro, hermosa —responde con voz melosa, pero varonil—. Quiero un old fashioned — bebida presuntuosa para un hombre presuntuoso, ¿Acaso cree que me va a deslumbrar con eso? Este tipo con extraño acento necesita que alguien le rompa su burbuja, decidida, me recargo en la barra acercándome a él, doy una vista rápida desde su rostro hasta su pecho y de vuelta, lo noto tragar en seco, todo en él me dice que es un arrogante de primera, quizás mafioso, no lo sé, pero me encanta dejar claro el asunto desde el inicio. —Ya te lo preparo, pero debo decirte algo, guapetón —espeto y noto esa mirada profunda con sonrisa lobuna. —Adelante. —Tus trucos baratos no funcionan conmigo, ¿Sabes a cuantos tipos como tú atiendo por noche? —cuestiono, une sus labios en una fina línea y gesticula una sonrisa. —Dudo que sean como yo —dice dándome un guiño, ruedo los ojos negando con la cabeza, me alejo y comienzo con mi rutina de la noche tomando botellas y demás para preparar la bebida del guapetón presumido, ¿De dónde habrá salido? Admito que es sexy, Lexi se lo comería en más de una forma, pero no lo sé, no es mi tipo, No te engañes, Thorn, es arrogante, pero físicamente te atrae, reclama mi conciencia, suelto una pesada respiración terminando de preparar su bebida, le doy una mirada por el rabillo del ojo, noto como su gesto a cambiado por uno serio, arqueo mis cejas y me encojo de hombros tratando de restarle importancia. —Tu trago listo —indico acercando el vaso, asiente y lo toma. —Gracias, Eris —dice quedo, pero sin sorprenderme, mi nombre está escrito en el prendedor de mi chaleco, es normal que lo sepa, creo que el señor arrogante se echó a dormir y quedó este hombre manso como un lindo conejito, le sonrío. —¡Thorn! Un Gin-tonic —grita un tipo desde el otro lado de la barra, me giro y me percato que se trata de Darrell, un cliente habitual del lugar. —¡Wow! me sorprende que elijas algo suave, Darrell —indico y suelta una pesada respiración, levanta su mano señalándome hacia las pasarelas. —Aquel cabrón es mi hermano, esta es su despedida de soltero, debo llevar su jodido trasero a salvo y solo puedo beber un trago, es una mierda Thorn. —¿Por qué no pedir un Uber? —pregunto curiosa disponiéndome a preparar su trago. —Porque mi hermano es un imbécil y trajo a una manada a celebrar aprovechando que tengo camioneta, debo cargar con un montón de simios salvajes cuidando sus culos. —Entonces es tu noche de conductor resignado —afirmo entregándole su copa, suspira y la toma. —Si, pero mañana vendré dispuesto a ponerme idiota y… —se recarga un poco sobre la barra, alguna estupidez quiere decirme, sonrío y me acerco a él—. Quizás convenza a una gatita de un privado con premio —insinúa burlón, me alejo de él y niego con mi cabeza. Conozco lo suficientemente bien a Darrell, desde el día que llegué a este lugar, ha suplicado porque yo salga en las pasarelas, al grado de ofrecerme un buen dinero para un privado, ¿Es atractivo? Sí, como el jodido infierno, pero hay mejores, por ejemplo, el arrogante del Old Fashioned, ¿Me interesa estar de bailarina? Curiosidad, sí, pero dedicarme a mostrarme desnuda ante una horda de tipos ebrios, no, quizás pueda saciar esa curiosidad con unas lecciones de pole dance en un lugar decente, como mero deporte, nada más. Siento un cosquilleo en mi nuca, algo me llama a girar mi cabeza, lo hago y me sorprendo de que el señor arrogante me esté haciendo una seña. —Ya vuelvo, Darrell. —Esperaré ansioso, muñeca —responde arrojándome un beso, pongo los ojos en blanco y camino hacia donde el otro tipo. —¿Sí? —interrogo recargándome sobre la barra. —Dame un Mai Tai. —No es que me importe, pero ¿Tienes quien te lleve a casa, amigo? —cuestiono, él arquea una ceja, sinceramente, no me interesa que hagan los clientes, pero me veo en la obligación de darles un alto si los noto muy ebrios o con toda la intensión de embrutecerse al grado de una congestión alcohólica. —Si —responde cortante sacando su billetera del bolsillo de uno de sus vaqueros, pone sobre la barra dos Benjamins y arqueo mi ceja desconcertada, ¿Acaso quiere una botella? —Dame el Mai, no tengo idea de cuanto es de la cuenta, pero puedes quedarte con el cambio —espeta, ¡Mierda! Me está dejando un poco más de cien dólares de propina. Parpadeo saliendo de mi ensoñación y me pongo manos a la obra, tomo los billetes de la barra y me dirijo a la estantería tomando las botellas de ron y amaretto y triple seco, creo que debo esmerarme con semejante propina, comienzo la preparación, vaso, hielo, zumo de lima, zumo de piña, zumo de naranja, triple seco, ron claro, ron oscuro, amaretto y a mezclar, piña y cereza de adorno, perfecto, esto está digno de fotografía para el menú. Tomo el trago y me acerco de vuelta al tipo. —Listo, disfrútalo… —Patrick —interrumpe, siento un escalofrío recorriendo mi espalda al escuchar su nombre. —Patrick —paladeo, esboza una leve sonrisa y sin apartar sus ojos de mí, bebe un sorbo, esto es como ver a un modelo en una pasarela, un tipo alto de piel bronceada, cabello oscuro, ojos marrón, cejas pobladas, nariz romana, labios besables, barba de candado y bigote perfectamente delineados, cuerpo de infarto y voz ronca, Thorn, no fantasees con el cliente, aunque por él te vas a las pasarelas. —Rico —afirma, por alguna extraña razón me sonrojo, ¿Qué rayos me pasa? —Todo me queda rico, guapetón —espeto dándole un guiño y sacándole una risa. —¡Amor! —grita Lex sobre la música, noto que el señor arrogante frunce el ceño, Te querías ligar a la chica ¿Eh? —Voy, bebé —respondo, Patrick me fulmina con la mirada, uno mis labios tratando de ahogar una carcajada, me encamino hacia mi amigo enseguida. —Nena, pero ¿Quién es el nuevo? —pregunta cubriéndose para que Patrick no note de lo que hablamos—. Está de infarto ese bombón. Me acerco más a él. —Se llama Patrick, algo presumido, pero deja buenas propinas —susurro en su oído, se aleja de mí y con descaro lo recorre con la mirada de pies a cabeza mordiéndose el labio, Patrick frunce el ceño y se bebe el trago de golpe, saca su móvil del bolsillo y teclea sobre la pantalla. —¡Diablos! Mi detector de perras me dice que no es uno de nosotros, cien por ciento hetero, bebé. —Lex, ¿Con quién no te quieres acostar? —Con el diablo, amor —chilla divertido, explotamos a carcajadas. —¡Eres terrible, Lexi! —La vida es para disfrutarse y siendo soltero y sin compromiso, me tiraré a todos los hombres sexys que se interpongan en mi camino dispuestos a follar —responde el sinvergüenza. —Oye, Thorn, Dame un agua mineral —interrumpe Darrell nuestra diversión, me acerco hasta la nevera tomando una botella para de inmediato entregársela, sobre la mesa deja el pago tanto de la bebida anterior como del agua mineral, además de una propina. —Gracias Darrell —digo dándole un guiño. —Muñeca, lo que sea por ti, pero te bajaré el cielo cuando me dejes mirar más —reitera mordiéndose el labio. —Siento decepcionarte, pero ya sabes la respuesta, no bailo. —¡Dios! Eris, una sola vez, en privado —ruega, si algo no soporto es que cuestionen mis decisiones, pongo mis manos sobre la barra recargándome y frunzo el ceño. —Te dije que no, Darrell —mascullo molesta. —¡Perra! —vocifera y cuando está por tomarme por la muñeca miro como alguien lo sujeta, veo un reloj caro, mis ojos recorren ese brazo y noto a un Patrick molesto. —No molestes a la chica. —¡Suéltame! Imbécil —ordena Darrell tratando de zafarse del agarre de Patrick, pero este le gira la muñeca torciéndosela. —¿La volverás a molestar? —pregunta en tono gélido, el rostro de Darrell se encoje por el dolor y mi “salvador” ejerce más presión—. ¡Responde! —exige, trago en seco y Lex al fin se acerca. —¡Hey, Hey! Tranquilos hombres, no quiero peleas en el bar o patearé sus culos fuera de aquí —explica, Patrick me da una mirada y poco a poco afloja su agarre. —Gracias —gesticulo, él asiente dando una leve sonrisa. —¡Este imbécil se mete donde no lo llaman! —Yo solo no permitiré que le faltes al respeto a Eris, te dijo que no. —¿Quién mierdas eres tu para meterte en mis asuntos? —pregunta Darrell furioso poniéndose de pie para encarar a Patrick, este no se intimida ni un poco. —Alguien que puede dejarte en coma luego de una paliza, pero tengo una vida lo suficientemente pública como para ensuciarme las manos con tu patético intento de pelea —responde arrogante, Lex pone sus manos sobre los hombros de ambos tipos. —Ya, dejemos las peleas, Darrell, sabes que Thorn no es bailarina, y tú, chico nuevo, soy el encargado de seguridad, no quieras hacer el trabajo por mí, yo patearé el culo del que se quiera pasar de listo con mis chicas, en especial con Thorn —espeta. —Eso espero —responde, un móvil comienza a sonar, Patrick lleva su mano al bolsillo y saca el artefacto de este llevándolo a su oído para de inmediato alejarse.    —La próxima vez le partiré la madre —advierte Darrell. —Creo que debes controlarte, vaquero, ese mafioso podría matarte. —¿Mafioso? —pregunta divertido—. ¡Patrañas! Ese niño bonito terminará con mi puño en la cara. —Darrell —llamo su atención—. Podría apostar a que el tipo te haría polvo de un solo golpe. —¿Qué apuestas? —cuestiona con verdadero interés, creo que he llamado su atención, me muerdo el labio, pero tengo la corazonada de que Patrick le rompería el rostro de un solo puñetazo, si es que no lo deja inconsciente. —Un privado —me atrevo a decir, la boca de Lex cae abierta y los ojos de Darrell se iluminan esperanzados—. Si tu le ganas te haré un baile privado, pero solo será eso, un privado, no soy prostituta, Darrell —aclaro, él extiende su mano hacia mí y la estrecho. —¡Hecho! Ahora a esperar a que venga de nuevo por aquí, el imbécil se me escapó por esta noche. —Espera, no te he dicho lo que pasará si pierdes. —¿Qué? Aunque no necesito saberlo, yo le partiré el culo. —El baile se lo ofreceré a él —sentencio cruzándome de brazos, Lex agranda sus ojos. —¡Thorn! —brama, me encojo de hombros restándole importancia. —Solo es una apuesta, Lex ¿Qué puede pasar? —Así es, ¿Qué puede pasar? —reitera Darrell, Lex suelta una pesada respiración. —Tu y yo hablaremos en casa, señorita. Ruedo los ojos y veo como se aleja, solo espero no me de uno de sus épicos sermones.     ******            ******  
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