Sé que lo harás, Stephano. Tu madre y yo estamos orgullosos de ti desde el día en que naciste. Odiaba lo que estaba a punto de hacer. En cuanto vio el primer libro, se sintió un criminal. Era m*****o del crimen organizado; y se enfrentaba a una condena de cárcel. Ni siquiera había recibido una multa de aparcamiento en sus veintitrés años. Uno hacía cosas raras con su familia; deseaba que la tierra se abriera y se lo tragara. A medida que avanzaba la noche, Stephano fue asediado por muchas jóvenes, quienes hicieron evidente su disposición a pasar la noche, y más, con él. A algunas las rechazó con suavidad, porque no se le arrojaron con fuerza. A otras, que eran mucho más obvias, las descartó con voz alta como si fueran basura del día anterior. Había algunas jóvenes que lo intrigaban, pero

