Capítulo 19

495 Words
Ni Tanya ni Paola sabían de lo que estaba hablando la profesora de maquillaje. La miraban perpleja, boquiabiertas, tratando de interpretar lo que les decía usando paneles que manejaba con su tablet, en una inmensa pantalla. Se miraban absortas, con las mandíbulas descolgadas y parpadeando de prisa. -Cojan las peinetas y en forma suave pasen por los pelos de sus chicas, igual si estuvieran acariciándola, suavecito, rodando las peinetas-, decía la profesora. Fabiana se reía y no se estaba inquieta en su silla, diferente a la señorita Francia que parecía un maniquí, petrificada o entornillada sobre su asiento. -Si no te estas quieta no te peino bien-, se molestó Paola, pero a Fabiana le divertía los peinados que estaban haciendo las expertas con las otras chicas, un millón de formas diversas de modalidades, looks geniales y originales y hasta exóticos y eróticos a la vez. -No pensé nunca estar peinando a una mujer que apenas conozco-, se quejó Tanya. A Paola le dio risa. -A ti al menos te tocó un a chica muy tranquila, mira a ésta loca-, reclamó mientras Fabi se desentornillaba de risa, revolcándose sin cesar. Paola aprovechó para decir lo de Cornejo. -Creo que Fabiana lo vio-, dijo. Tanya tenía ganchos en la boca. -Sí, llegó el miércoles a Países Bajos. Van a querer dar un golpe, hay que estar atentas-, subrayó. -¿Y ese Donato?, ¿Cuándo lo veo?-, preguntó Paola. -Está en Bucarest. Quiere liberar a unas mujeres, pero ahora la tensión está aquí-, le aclaró. -Mi jefe me dijo que las recupere-, protestó Paola. -Por supuesto, pero no querrás que se lleven a tu amiguita-, sonrió Tanya. Volvió a la señorita Francia y sonrió: -¡Tralalá!-, dijo satisfecha, feliz, emocionada, presentando su obra de arte, pero el peinado que había hecho era sencillamente... horroroso. ***** Paola descubrió ya muy tarde que Fabiana sufría un agudo cuadro de TDH, es decir, un trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Fue después de la sesión de relajo y tai chi que dispuso la organización para bajar las revoluciones a las chicas. La profesora, una chinita agradable, muy delgada, de cabellos cortitos y sus ojos bastante rasgados, había visto detenidamente las actitudes de Fabi, siempre riéndose, haciendo bromas, saltando, distrayéndose con cualquier cosa. Arrugó la boca. Llamó a Paola. -Tu amiga sufre de TDH, le dijo, es demasiado ansiosa- Paola se dio cuenta, entonces, de eso. Ella tuvo también problemas de niña por ese trastorno muy habitual en estos tiempos modernos, pero lo superó con el tiempo, en cambio Fabiana parecía estancada. -El problema es que todo esto es nuevo para ella, diferente a su vida tranquila en la selva, y en el TDH las muchachas no pueden salirse del cuadro tan abruptamente porque los altera demasiado y tu amiga, ciertamente, está muy alterada-, le observó la profesora. Gutiérrez hizo chirriar sus dientes. -Ni modo, ya estamos metidas hasta la coronilla en esto-, dijo alzando su mirada al techo.
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