Capítulo 10

1050 Words
Cuando Donato Antonelli se enteró que una de la chicas del "stud" como lo llamaba Nicolae Dobrin, había fallecido por las drogas, corrió de prisa a la hacienda. Llegó haciendo chirriar su auto y levantando una gran polvareda. Brincó del auto pero se estrelló con un hombre fornido que estaba delante de las rejas. -Necesito ver a Elena-, reclamó furioso Donato. Dubrin montaba a caballo cerca de la entrada. Ordenó que lo dejaran pasar. -Es una marroquí-, anunció Dobrin. Sabía que Antonelli venía por la peruana, aterrado por las noticias del deceso de la chica. -¡Eres un criminal de mierda!-, explotó Antonelli. -Son los riesgos del negocio-, insistió sereno, sin inmutarse, Dobrin. -¡Me llevo a las peruanas!-, reclamó alterado Donato, sin embargo Dobrin se marchó haciendo trotar lento, a su caballo. -Sobre mi cadáver-, dijo. Antonelli se quedó soplando su ira, con los puños apretados y haciendo chirriar sus dientes. ****** -¿Eres como la esposa de James Bond?-, le bromeó Fabiana a Paola cuando se presentó y le dijo que sería su custodia personal. -Bond no tenía mujer, era mujeriego, y no estaba casado-, le aclaró Paola, mirándola de pies a cabeza, tratando de adivinar su estatura, su peso, su agilidad, su versatilidad y también si tenía algún defecto, quizás rengueaba, tenía asma o algo así. Fabiana siguió riéndose. -Pues sí, soy de carne y hueso-, sonrió con coquetería por la forma cómo la miraba. Paola revisó la agenda de Fabiana. -¿Pasear por Miraflores y el centro de Lima?-, se extrañó rascándose sus pelos negros azabache, largos hasta casi media espalda. -No conozco Miraflores ni el centro-, estiró su risita, Fabi con su natural encanto. -Hay casas, carros, parques como todo sitio-, se molestó Paola, pero Fabiana no le hizo caso, jaló del brazo a Nancy que había estado en silencio y dejó su cuarto, riéndose y haciendo bromas. Paola alzó su ojos al techo. -Mujeres-, rezongó y siguió detrás de ellas, mascullando enfadada. La organización dispuso que, en su paseo por Lima, la acompañaran dos gigantescos hombres de seguridad, el fotógrafo oficial del concurso, un chico que filmaba todo, cuatro chicas auxiliares equipadas con maquillajes y toallitas húmedas, y dispuso un auto para ella y una camioneta para el personal. Fue un loquerío. Visitaron, primero, Miraflores y estuvieron en tiendas, galerías, la iglesia, entraron a heladerías y cafés, fueron por la calle de las pizzas, el Parque del Amor, recorrieron el malecón varias veces, y Fabiana estaba cada vez más y más admirada, sorprendida, estupefacta y hasta absorta de lo que era aquel distrito pegado al mar. Se tomó un millón de selfies con la gente que se cruzaba y recibió regalos, peluches hasta vestidos en las las boutiques. Ella solo reía y se mostraba solícita y encantada con todos. Igual ocurrió en el centro de Lima. Fueron por el jirón de la Unión en medio de un gran alboroto, la Plaza de Armas, la avenida Abancay y la Plaza San Martín, tomándose selfies por doquier y alborotando la tarde. Paola maldecía su suerte. -Justo hoy me pongo falda y zapatos con tacos, soy una pobre imbécil-, regañaba. Nancy Schäffer la escuchó. -Así estás muy hermosa-, bromeó. En realidad Paola era muy bella. A su pelos negros azabaches se sumaba un cuerpo escultural, armónico, bien pincelado, de senos grandes y nalgas prominentes, también sus piernas estaban perfectamente torneadas y tenía la carita de ángel, con una naricita pequeña y una boquita mágica e hipnótica. Varias personas que pasaban pensaban que también era una reina de belleza y hasta se fotografiaron con ella. Todo no acabó allí Las visitas continuaron a lo largo de la semana. Fueron a albergues, visitaron museos, cenaron con autoridades del gobierno y la recibió el presidente de la República, en una gala en Palacio de Gobierno. Fabiana reía sin descanso, siempre gentil, dulce y tratando de agradar a todo el mundo. -Te deben doler los cachetes-, le bromeó Nancy Schäffer, cuando al fin pudieron almorzar solas, con Paola Gutiérrez, en el hotel. -Mucho, tengo muchos moretones dentro de la boca-, echó a reír Fabi. -Creo que ya acabaron todo los actos protocolares-, revisó en su celular Paola. Fabiana se empino para ver a Paola. -¿Tú llevas una pistola?-, preguntó curiosa. A Paola le dio risa. -Soy policía-, le recordó divertida. -¿Y has matado a alguien?-, preguntó Fabi abriendo sus ojazos verdes. -Solo en la cama, a mi novio-, estalló en carcajadas Paola. -¿Le metiste un balazo?-, siguió perpleja Fabi. -Se murió con mis besos-, volvió a reír Paola. Fabiana recién entendió el chiste y se divirtió también. -Qué mala-, dijo tomando del jugo que le habían servido. -¿Tú tienes novio?-, le preguntó Paola a Nancy. Ella hincaba el tenedor en la ensalada. -Sí, pero es un idiota-, dijo riendo. -Bueno, todos los hombres son idiotas, volvió a reírse Paola, siempre andan pensando con el pene- -Mi ex es vendedor en el mercador, es brasileño, siempre lo encuentro comprando o en la universidad, estudia una carrera conmigo-, detalló divertida Fabiana. -¿Por qué rompieron?-, preguntó curiosa Nancy. -Porque quería casarse, tener hijos, yo quiero recibirme primero de doctora-, aclaró seria Fabi. -Eso está bien. Hay que labrarse una carrera, tener un respaldo profesional, ser alguien. Este mundo en el que vivimos es difícil, complicado, enredado, sigue siendo muy machista pese a los grandes logros de las mujeres-, pensó Paola. -Las oportunidades se hacen, dijo Nancy, también creo que lo importante es ser profesionales. Yo trabajo en el turismo ya hace dos años y he encontrado muchas puertas cerradas, he laborado mucho para conseguir mis metas- Fabiana anunció que antes de viajar a Ámsterdam irían a Mayuya. Paola se sobrecogió. Limpió su boca con una servilleta. -¿Mayuya? ¿Qué es eso?-, dijo arrugando la frente. -Es donde vive mi comadre-, echó a reír Nancy. -Ya le dije a la presidenta de a organización que voy a entregar el dinero y lo que saqué con la venta del auto que gané como señorita Perú para que hagan una posta médica, compren un grupo electrógeno y traten de construir una comisaría-, se sintió orgullosa Fabiana. -Wow, se asombró Paola, eso está muy bien- Fabi se sintió entonces, dichosa y alborozada.
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