La llegada al salón
Ronan se adelantó con paso ligero, su energía contrastaba con el silencio solemne del pasillo. Caleb caminaba junto a Grace, quien sentía cómo sus propios pasos resonaban en los azulejos impecables, amplificando su nerviosismo. Las paredes estaban decoradas con elegancia: cuadros de paisajes otoñales, espejos con marcos dorados y discretos floreros con arreglos frescos. Todo estaba impecable, casi demasiado perfecto.
Cuando llegaron a la gran puerta doble del salón, Ronan se detuvo y giró para mirarlos, colocando una mano en el pomo. Su sonrisa, pícara y llena de complicidad, se acentuó mientras miraba a Grace.
- Espero que estén listos. - Le guiñó un ojo antes de empujar la puerta con un gesto elegante y teatral.
Grace no tuvo tiempo de responder al gesto porque la
