Capítulo 2. Zoé un vistazo al pasado.

2126 Words
Primer día en el Pueblo Un mes antes Sábado 14, Enero del 2017 Pov Zoé El edificio era pequeño en comparación a los que estaba acostumbrada, la pintura estaba desgastada y greteada, pero no le quitaba lo imponente a la propiedad, estaba ubicado en lo que parecía ser un conjunto de edificios, todos parecían tener nombres diferentes, pero tenían una entrada común con lo que parecía ser un portero. La señora que nos mostraba la propiedad tenía una sonrisa amable que intente devolverle, ante el ambiente incomodo que podía cortarse con un cuchillo, mi madre veía todo de forma desdeñosa desde sus tacones altos, preocupada como siempre de las apariencias, solo tenía en su mente lo que dirían sus amigas si la vieran en un lugar así, mientras mi padre permanecía impasible sin mostrar ninguna emoción, aunque era obvio su descontento. ¡Yoo Hoo¡ Era toda una fiesta, conforme ingresamos en la propiedad mis expectativas fueron disminuyendo, y desee poder reírme abiertamente del desagrado de mi madre, pero sería fuertemente reprendida si eso pasaba. Era todo lo que se esperaba de una propiedad antigua, poca iluminación, sin elevador, escaleras amplias, pasillos insípidos con una que otra planta o un tapete de bienvenido en sus puertas, la humedad era perceptible, pisos curtidos, para mi suerte, viviría en el último piso, en un apartamento de estudiantes, explícitamente solicite un ambiente no familiar. No quería conocer más dinámicas caóticas, tenía suficientes en casa. No deseaba que personas que no conocía, intentaran controlarme. Quería vivir una vida “normal”. Al llegar a la puerta de madera, nos llevamos una sorpresa, contrario a lo que podía esperarse, el lugar estaba totalmente remodelado, pisos de madera impecables, un comedor amplio para seis personas, todo el mobiliario era muy cuidado, los detalles en las paredes te hacían querer admirarlos, por un momento tuve ganas de apreciarlos y sacar mis manos de mi chaqueta de cuero, pero con una mirada de mi progenitor supe que no era posible. Tenía toda el buen gusto y detalles que uno esperaría que le gustaran a mis padres. Lo cual era sumamente extraño en un pueblo tan pequeño como este, ¿Habrían hecho algo para que fuera más aceptable para ellos? No quería hondar en el tema, eran de esas cosas que deseabas no saber. Al final del pasillo estaría mi recamara. Poseía una cama doble tipo Luis XV blanca, con sus mesas de noche, una peinadora, era todo demasiado clásico y romántico para mi gusto, yo tenía un estilo más minimalista, hice una línea de mi boca, reprimiendo mis deseos de opinar, podía arruinar mi pequeña victoria de alejarme de todos y tener algo de independencia. Al adentrarme vi un escritorio de madera labrado cerca de una puerta corrediza, eso era maravilloso, tenía un balcón, allí podría sentarme a escribir. La vida me sonreía. Este lugar solo mejoraba al caminar. Alejándome de la charla de la señora de la inmobiliaria con mis padres revise el baño, era de buen tamaño contaba con una ducha y tina por aparte, lo cual era estupendo ya que tenía la habitación principal, repase con mis dedos largos la superficie de mármol del lavado, esto era más que suficiente para comenzar. Ya ansiaba que la universidad comenzara. -…tiene derecho a cocina, lo cual es excelente, porque es integral, posee un horno…- la cháchara continua sin parar, hasta que me senté en la cama sin sabanas, mientras ellos aun discutían sobre los detalles, las cosas siempre eran iguales, con ellos tomando decisiones por mí. Pero pronto yo podría hacerlo sola. Yo observaba como mis botines de tacón no rozaban del todo el piso, por la altura de la cama, podía sentir el frio de la habitación a través de mis jeans y mi camiseta blanca no era un gran escudo para mi pecho. Cuando alcé de nuevo la vista, me encontré con una penetrante mirada azul. Hay hombres que sienten debilidad por sus hijas y muestran una evidente parcialidad hacia ellas. Mi padre no era de ésos. Sebastián Sarmiento Angulo era un hombre implacable, demasiado ocupado, siempre pendiente de alcanzar los objetivos que se había marcado a sí mismo. Tenía unos estándares tan altos que nadie podía siquiera acercarse, estaba determinado a progresar de forma implacable, deseaba que el conglomerado familiar se ampliara de forma internacional, hasta hacerse más poderoso que cualquier otro. Después de salir en la revista Forbes por primera vez, ese hombre no salía de su dicha, tuvimos que aguantar por días las revistas por toda la casa. Amaba salir en las revistas de economía por su desempeño o en las entrevistas televisivas, cosa que sus hijos respetábamos y apoyábamos, pero no compartíamos su interés por el mercado económico. Aprendimos como hacer inversiones en Wall Street, antes que hablar. Había confiado la responsabilidad de criar su única hija a mi madre, lo cual hubiera preferido que no pasara, y aunque ella dedicó todo su tiempo a pulir “una dama de sociedad”, nunca pudimos llegar a un acuerdo sobre nada, era como tener luz solar a mitad de una noche de tormenta, imposible. Tuvimos muchos encontrones a lo largo de los años. Recordaba como una vez jugaba con mis hermanos en el patio trasero de la casa, había llovido un par de horas antes y todo estaba lleno de barro, mi madre había cambiado de colores al verme con ellos, agarró una de mis trenzas muy fuerte llevándome lejos. Sus dedos dejaron pequeños morados en mis brazos, aquella tarde llore sin consuelo, mi padre estuvo parado unos minutos en la puerta de mi cuarto, viendo la escena, no olvidaba la mirada de tristeza y resignación cuando cerro mi puerta. Con el pasar de los años mi relación con mi madre había empeorado, hasta llegar a considerar nuestra relación casi inexistente, más que para algunos eventos sociales donde teníamos que sonreír “por la familia perfecta”. Los amigos de la familia consideraban a mi madre una mujer preciosa y estilizada, criada en los mejores sectores de la sociedad, pero que sus buenos modales no te engañen, había estudiado ciencias políticas en UK y luego de estar en tantas reuniones con hombres poderosos, conocía su lenguaje. Era una mujer poderosa, solo que no tenía ambiciones. Volviendo a mi situación actual. Le di un asentimiento, que era toda la confirmación que mi padre necesitaba, para formalizar el contrato por la habitación amoblada, comenzaron a dirigirse a la sala para llenar todos los requisitos, eso me dio oportunidad de ir al balcón a admirar la ciudad que había elegido, un punto alejado de casa, debías manejar más de doce horas de camino sin detenerte para llegar aquí, o tomar un vuelo a la ciudad más cercana y luego tomar otra clase de transporte por dos horas más. Me encantaba el clima, era más frio que en casa. Podía ver todo el pueblo desde aquí, las casas pequeñas, los edificios todos adorables, nada de rascacielos, tráficos pesados, solo unos cuantos carros en la calle y uno que otro bus, vivía a un paso de la plazuela Almeida, podría ver todo lo que pasara en una noche de juerga sin tener que perderme en el alcohol. El sonido de mi celular me hizo saltar, lo saque de mi chaqueta para ver el nombre mi hermano mayor, Carlos. - ¿Qué tal el vuelo? Lamento llamar tan tarde, hasta ahora he podido desocuparme- mi hermano mayor, tenía ese efecto relajante en mí, poseía los mejores recuerdos a su lado, era el único al que escuchaba realmente. -Ha estado bien, ya nos encontramos en el pueblo, estamos viendo mi nueva habitación- Escuche una risa sin gracia de su lado de la línea. Era el único que sabia porque estaba aquí, bueno al menos toda la historia desde un comienzo, cuando había llorado de forma desgarradora, fue el quien estuve conmigo. -Me alegra que me avisaras que han llegado bien, como prometiste- eso me hizo golpearme la cabeza con la mano, lo había olvidado. Nunca recordaba el reportarme. -Lo lamento, ya sabes cómo es mamá...- deje las palabras en el aire, el me entendía. Aunque por ser el primogénito, mis papas nunca le decían nada, pero había observado de cerca como ella me trataba, lo mucho que intentaba controlarme, el límpido ocasional que le caía a la ropa que compraba. -Lo sé, guarda la compostura, me hubiera gustado viajar con ustedes, pero cuando padre esta fuera, soy quien se encarga de todo, tal vez mas tarde podamos hacer una video llamada con los chicos- era sensacional tener alguien de mi lado, sentía oleadas de gratitud por él, éramos tan unidos y era curioso cómo no me pasaba con mis otros dos hermanos. -Lo intento, cruza los dedos para que no lo arruine antes de la noche, saludos a los chicos- comente colgando el móvil. Jacob y Andrés eran muy intensos para mi gusto, siempre haciéndome bromas pesadas que me hacían llorar, escondían mis juguetes, usaban bichos y culebras, para darme sustos de muerte cuando podían, mi infancia al lado de ellos, fue caótica cuando mucho, pero en cuanto fueron a la universidad, me sentí algo sola. Carlos me sacaba casi 15 años, hace mucho se había licenciado en Estados Unidos, con una beca completa en Harvard, lo cual le daba a papá el mayor de los honores, no porque no pudiéramos pagar la escuela, sino por su sentido de independencia, no necesito del apellido familiar para obtener algo y eso fue algo que siempre trataron de enseñarnos. Andrés se convirtió en periodista, lo cual provoco que mi padre dejara de hablarle por algún tiempo, pero logro posicionarse en el negocio, incluso llego a tener su propia revista en una zona exclusiva de la ciudad cerca de la casa familiar, compro un apartamento muy amplio en un buen edificio, pasaba mucho tiempo fuera viajando. Se había convertido en un tipo agradable, bastante risueño, con el no costaba nada, llevarse bien. Nunca se quejaba por nada, por eso era amado y odiado en la familia. Se tomaba las cosas tal como venían, un poco lejos del modelo competitivo y ambicioso familiar. Pero la auténtica sorpresa fue Jacob cuando volvió de estudiar en Europa. Era con el que nunca me había llevado del todo bien, siempre estábamos compitiendo o discutiendo, fue la razón de muchas de mis pesadillas de niña, se había convertido en un amigo, con él podía relajarme. Esa sensación de ansiedad que me obligaba a permanecer siempre en guardia se evaporaba, con él no debía preocuparme sobre nada, me dejaba ser quien era, se negó a trabajar en la compañía con Papá y Carlos, fundo su propia empresa de inversiones, hasta ahora había tenido mucho éxito en especial en Wall Street. -Podrías estar más cerca de ellos, si quisieras...- la voz de mi Padre me dio un susto de muerte, emergió por mi espalda hasta ponerse en mi rango de visión- no entiendo porque decidiste estudiar aquí- no me paso desaprecio el desprecio en su voz- lejos de tu familia- su voz tenía un deje de dolor, nunca lo escuche tan humano hasta ahora, eso hizo que sintiera algo de culpa, pero mi cara permaneció pétrea, no podía arrepentirme justo ahora - podrías haber elegido cualquier universidad, en el país que quisieras Zoé- -Gracias, pero sabes que quiero encontrar mi propio camino- Me quede mirando el paisaje, un pueblo rodeado de montañas, lejos de la sociedad elitista, las personas falsas y...el peligro. -No puedes negar tu destino, no hay forma de borrar de tu sangre nuestro legado- puso su mano sobre mi hombro. Cuando nuestros ojos se conectaron una profunda tristeza me embargo, él no tenía la culpa de lo que había pasado, todo había sido mi culpa, pero necesitaba escapar de ... ni siquiera podía pensar en eso, me negaba a afrontarlo y a que el peleara esta batalla por mí, puse mi mano sobre la suya. -Padre, no reniego sobre mi familia, pero...necesito tiempo- me dio una larga mirada de disgusto y reprobación, a la que estaba acostumbrada, se alejó de mi lado. Y aquel momento de acercamiento entre nosotros termino tan rápido como comenzó. -Ojalá fueras como tus hermanos, Carlos fue el mejor de su clase, deberías seguir su ejemplo y tener templanza para afrontar tus problemas - eso me hizo soltar un bufido molesto, ahí vamos de nuevo. - Padre, hace mucho renuncie a cumplir tus expectativas, haznos un favor y supéralo- comente mientras entraba de nuevo a la habitación, mi madre ya había hecho que el chofer que contrataron subiera mis maletas, era curioso como tu vida podía caber en un par de cajas. Esperaba que este lugar me protegiera del pasado y este nunca me alcanzara.
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