゚・:*✿ la Oferta de un nuevo trabajo .。.:*✧

1213 Words
—¡Oh no! —Exclama la chica.       —¿Qué paso? —Pregunta el joven de voz sensual y dulce, algo nuevo que por primera vez estremece su cuerpo como un terremoto, intentando ayudarla.       —Nada, me tengo que ir ¿Tú que haces en esta casa? —Pregunta intrigada quitando sus manos.       —Yo te vi desde lejos y quise, pasar por aquí, cabe destacar que te observé por la ventana, me pareces interesante ¿Esta es tu casa? —Pregunta el joven ojos color miel.       —No es mi casa, yo trabajaba aquí, ahora ya no tengo trabajo, y si me permites me debo ir ya a buscar otro trabajo, adiós —su voz se vuelve más nerviosa.       —¿Quieres una hamburguesa? —Le pregunta con insistencia viéndola a los ojos.       Raquel quita la mirada del joven, evadiendo los ojos del joven, el joven se acerca más, y  sus cuerpos se pegan, Raquel se altera, ante el atrevimiento del joven, así que decide despegarse de su cuerpo.       —¿Qué crees que heces?, ¿Cómo te atreves? —Pregunta Raquel con tono alterado.       Un silencio hubo entre Raquel y el joven quien la observaba con tanta ternura, como un imán.       Raquel de los nervios mira que él se acerca más, y ella le da una bofetada en la cara y le pisa el pie, él le agarra la mano, pero ella se va corriendo, lo último que escucha es ¨´Espérame¨´ la última voz del joven que Raquel escucho.       Con el corazón acelerado se mete a un restaurante, Raquel camina por el pasillo y allí se topa con una mujer rubia, que hablaba con otro tipo, las miradas del rubio, y la rubia observan de pies a cabeza a Raquel, quien anda toda despeinada.       La rubia y el rubio se acercan.       —Hola, ¿Quieres comer algo? —Pregunta la rubia.       —¿Por qué me invitan a comer? —Pregunta Raquel.       —Tienes cara de hambre y de estar asustada, ¿Huyes de alguien? —Pregunta el rubio.       —Si huía de un tipo que se quería aprovechar de mí —recalca.   —Te parece si comemos, sentémonos en esa esquina, para hablar con más calma, nosotros invitamos, y tienes cara de afligida, no creo que sea por el joven que se quería aprovechar de ti —le dice la rubia.       —Ok —dice Raquel mientras caminan y se van a la esquina.       El rubio llama al mesero y pide la comida mientras que la rubia mira el gafete colgando del cuello de Raquel.       —Guao eres niñera, tu gafete dice eso, y te llamas Raquel —le sonríe.       —Si era, porque ya me retiré debido a que uno de los señores dueños, perdió su empleo este día, así que solo hice medio tiempo, y si siempre cuidé niños, como niñera, también sé cocinar, lavar, planchar, todos los quehaceres de la casa —dice Raquel.       —Raquel Interesante que bueno que trabajaste para niños, creo que nos salvaste la vida, hace tiempo he querido buscar a la persona correcta que pueda ayudarnos. Bueno nosotros tenemos el número de una persona que necesita que le cuiden los niños urgentemente, es mi abuela puedes llamarla, y claro yo también le avisaré, que encontré a alguien para que cuiden a los niños, este es el número, tómalo, cuida bien ese papel, no se te vaya a perder —indica entregándole el papel a Raquel.       —Bueno, muchas gracias han salvado mi vida —dice Raquel.       —De nada Raquel, por cierto, me llamo Paula —Añade.       —Un gusto de conocerte Paula —añade.       —Igualmente Raquel —dice la voz femenina       —Yo soy Ángel —dice la voz masculina.       —Un gusto y gracias a los dos por darme esta oportunidad, y gracias por el almuerzo —agradece con una sonrisa.       5 minutos después.       El mesero interviene con la comida, Raquel está ansiosa, por comer, ya que tiene hambre, solo de oler la comida, activa su paladar, y sus papilas gustativas, al ver un almuerzo que para ella es de ricos y cara.       —Disfruta Raquel —dice el rubio Ángel.       —Gracias —dice por educación.       —Buen provecho, y recuerda darle un llamado a la señora Flor —dice Ángel mirándola como analizándola de pies a cabeza, cada vez que ella clavando su mirada, detallando su sonrisa, y la forma en que ella come.       —Buen provecho Raquel veo que disfrutas mucho la comida —recalca Paula.       —Claro que sí, Raquel la comida es deliciosa, tiene buen sabor —dice mientras se mete otro trozo de alimento a su boca.       —Y eso que no has subido al segundo piso donde hay helados, me gustaría invitarte Raquel, sabes que tú me caes bien —dice Paula mientras se quita su anillo de diamante dejándolo en la mesa.       —No por favor, no te molestes, pero gracias, eres lo mejor que me ha pasado por la tarde —su voz se torna nerviosa.       —lo sé Raquel —levanta la ceja mientras juega un rato con su anillo de diamantes.       —Bonito anillo Pula —sus ojos se prenden en el anillo lujoso con la que paula juega de lado a lado.       —Si Raquel me lo regalo mi abuela —le confirma.       —¿Te gusta Raquel? —Pregunta Ángel.       La voz del joven la pone nerviosa.       —Si, los alimentos son deliciosos, gracias —sus ojos se dirigen profundamente al joven quien tiene un Rolex en su mano.       —Si, rico, verdad, el mejor el almuerzo de mi vida —le dice Ángel, mientras Paula le pisa el pie por debajo de la mesa.       —¡Ahu! —Exclama el joven Ángel con voz ronca.           —¿Qué sucede? —Pregunta ella.       —Nada Raquel, solo sentí un pequeño dolor   en el brazo, pero ya estoy bien —le miente.       —Ok Ángel —dice ella.       Todos en la mesa guardan silencio terminando sus alimentos,       15 minutos después, Ángel es al que le toca pagar la cuenta y se van.       Ellos se retiran y suben un ascensor a la segunda planta donde están los helados.       Se están un rato más, Paula paga la cuenta, se comen el helado, y ya cuando se iban, Ángel se levanta de la silla, y se le cae su cartera con el dinero, él no se da cuenta Paula se levanta, y Raquel se da cuenta de que la cartera con dinero estaba en el suelo, decide agarrarla.       Ángel y Paula ya están en el ascensor.       Raquel mira a Ángel, esa mirada de él la pone nerviosa.       —Tu cartera, se resbaló de tu pantalón, y pues aquí esta, Tómala —su voz se torna con un poco de nervios.       —Gracias, Raquel, de no haber sido por ti, hubiera perdido la cartera, no me había dado cuenta, no sentí cuando se me resbalo—dibuja una mirada un poco cínica.       —De nada, estoy para ayudar, como ustedes están ayudándome a mí, de no ser por ustedes no tendría a quien llamar para empezar un nuevo trabajo, estoy eternamente agradecida —dibuja una sonrisa en su rostro.       Raquel se mete al ascensor con ellos.
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