2. ¿Insoportable o Sincero?

2003 Words
Es el día de la boda de Cloe, hace cinco días fui a la dirección que me dio y aunque no esté decorado, es un hermoso jardín enorme al aire libre como lo ha mencionado Cloe, además si solo vendrá su familia el lugar será amplio, fresco y accesible, por supuesto que no pude pasar desapercibidas todas las salidas de emergencia y le pregunté a la chica a cargo sobre cuántos invitados estarán ese día, me habló que Cloe entregó una lista de cincuenta personas y cuando estuve satisfecha, deje en paz a la pobre encargada y le agradecí por su enorme paciencia y su amabilidad, algunas personas suelen molestarse por todo lo que hago o con solo verme.  Hace dos días Cloe me envió el vestido que usaré como dama que está conformado por una falda dorada larga cubriendo mis pies, una blusa corta del mismo color que deja al descubierto una pequeña parte de mi abdomen y unos guantes blancos largos con unas zapatillas doradas. Cloe me llamó tres veces para asegurarse que iré y le respondí que Alex pasará por nosotros, todo estuvo perfecto hasta las tres de la tarde cuando envié a Megan a la ducha para que se alistará ella sería la niña de las flores y su vestido es blanco con un listón dorado en la cintura y unas zapatillas doradas, escuché el teléfono sonar y al ver en la pantalla es Alex. –Te aseguro que no he huido del país –bromeé al responder.   –Betty –murmuró.   Sentí esa presión en mi pecho y me paralice de inmediato cuando su voz sonó más apagada y congestionada de lo normal.   –Alex, ¿Estás bien?   –Lo lamento mucho –se disculpó –. Será mejor que no vaya, tengo un resfriado.   –¿Qué? –exclamé.   –Betty, estarás bien –respondió –. Solo tienes que asistir a la ceremonia y luego salir de ahí.   –No, no, no, no –me comencé a alterar, odio que algo se salga de control –. No voy a ir, además desde cuando comenzaste con síntomas porque apenas nos vimos la semana pasada y posiblemente estemos infectadas.   Comencé a sentir mi garganta seca y un leve temblor en mis manos.   –Empecé está mañana –aseguró –. Y no puedes decepcionar a Cloe, prometiste que estarías ahí.   –¡Tú también! –grité.   Megan salió con una toalla cubriendo su cuerpo a verificar que todo estuviera bien, al notar su rostro de preocupación intente tranquilizarme controlando mi respiración.   –Betty, sabes lo importante que es para ella que estés ahí –me recordó –. No te puedo obligar a ir, solo te pido que no le falles a Cloe, es tu decisión.   Ya no quise seguir escuchándolo y corté la llamada, comencé a caminar por la pequeña sala hacía la puerta frontal que la abrí y cerré tres veces, luego volví a repetir el recorrido y la acción al menos diez veces más hasta que pude tranquilizarme.    –¿Mami? –escuché finalmente la voz de Megan.   –Estoy bien –le aseguré –. Alex no irá con nosotras.   –No tenemos que ir –comentó.   Siempre es tan generosa y comprensiva, se supone que yo debo cuidar de ella, pero en ocasiones siento que es ella quien cuida de mí, la única razón para no perder la poca cordura que me queda.   –Se lo prometimos a tu tía Cloe –respondí –. Así que mejor vamos a ponernos guapas y ser la envidia de toda la fiesta.    Finalmente tuve que conducir hacía el lugar, le avisé a Megan que estaríamos en la ceremonia y luego nos iríamos a casa, es lo único que puedo hacer por Cloe.    El lugar luce algo diferente a la última vez que lo ví, está vez esta decorado con listones blancos, dorados y azules con algunos globos y las mesas con adornos de flores en el centro, me dí cuenta que los demás niños que pasarían al frente estaban reunidos con una chica en una esquina así que lleve a Megan ahí y la chica me dijo que se encargaría de ellos.   Aún falta un poco de tiempo para que comience la ceremonia, seguramente Cloe y las demás damas estarán dentro del lugar preparándose, no quiero estar encerrada en una pequeña habitación con demasiadas personas, decidí estar cerca de la salida esperando a que Cloe aparezca y me diga que debo hacer. Cerré mis ojos un momento intentando concentrarme y hubiera funcionado de no ser porque escuché una voz masculina.   –Hola guapa.   Al abrir los ojos un hombre alto, delgado de cabello y ojos negros está frente a mí.    –Hola –dudé.   –¿Vienes de parte del novio o de la novia? –preguntó.   Regularmente me daría la vuelta y no respondería ninguna pregunta, pero tengo que actuar lo más normal posible por Cloe.    –De la novia –respondí.   –¿Y por qué no te había visto antes? –dio un paso al frente y yo retrocedí uno.   –Supongo que es porque acabo de llegar –mencioné con sarcasmo aunque el chico no pareció darle importancia a mi hostilidad.   –¿Y vienes acompañada? –dio otro paso al frente y yo retrocedí igual.   –Pues seguro lo traería en mi bolsillo, pero ya vez que este atuendo no tiene –escupí.   Ya me sentía algo incomoda y mi sarcasmo no tiene límites cuando se trata de cruzar más de dos palabras con un extraño en especial con un tipo así, el chico sonrió mostrando su dentadura perfecta y noté cierto brillo en sus ojos.   –Me encantaría hacerte compañía –propuso.   –¿Qué no tienes algo mejor que hacer? –me crucé de brazos.   –Pues tendré que ser el caballero de una chica extraña que no le gusta que la toquen, pero estaré libre el resto de la noche –respondió.   Entrecerré los ojos y sentí una rabia inmensa por lo que acaba de decir, me controlé y decidí seguirle el juego porque seguramente Alex llamó a Cloe para decirle que no vendrá y este tipo ahora será mi pareja.   –¿Chica extraña?    –Si, seguro ni vendrá porque no sale de su habitación o algo así –movió sus manos –. Si ves a una chica nada normal por ahí me puedes avisar.   –¿Serás su pareja y hablas así de ella?    –Cómo te acabo de decir, seguramente no vendrá así que será mejor que busque otra pareja, ¿estarías interesada en ser mi pareja esta noche, guapa?   Estuve a punto de contestar cuando alguien nos interrumpió.   –¡Betty! Gracias al cielo estás aquí –exclamó Aneth cuando me vió, ella también era una antigua amiga de la escuela y parece que Cloe la invitó –. Cloe dice que saltará por la ventana, está muy nerviosa y repite que no puede casarse.   –¿Qué?    –Puedes venir, las demás saldremos para que hables con ella –propuso –. Solo habla con ella por favor.   Seguí a Aneth hacia la habitación donde se encuentra Cloe con otras cuatro chicas que intentan tranquilizarla, Aneth les ordenó que salieran y cuando entre Cloe fijó sus ojos café sobre mí.   –Betty, necesito que me saques de aquí –se acercó hacía mí.   –¡No! –la detuve cuando la sentí muy cerca, ella se paralizó al escuchar el tono de mi voz así que continué –Cloe, ¿amas a Alberto?    Ella tragó saliva y asintió.   –Necesito que lo digas en voz alta –le ordené.   –Amo a Alberto –aseguró.   –¿Sientes que él te ama?    –Alberto me ama.   –Excelente porque ese hombre que dices que te ama y tú lo amas está allá afuera esperando a la persona que lo llena de felicidad cada día. Hoy… Especialmente hoy Cloe, es el día más feliz de tu vida porque van a demostrar ese amor delante de todos al unir sus vidas, ¿entendido?   Ella asintió de nuevo. –Además, no me hiciste venir hasta aquí sólo para huir, si yo pude llegar aquí, tú puedes llegar al altar. Cloe volvio a mover su cabeza afirmando.   –¡Habla Cloe! –exclamé.   –Llegaré al altar y uniré mi vida con el hombre que amo –aseguró.   –Excelente ahora, arréglate el vestido y cuando camines ahí asegúrate de ver a Alberto a los ojos, no veas a nadie más, solo a él.   Cloe se tranquilizó y Aneth se acercó a arreglarle el vestido antes de susurarme un gracias, asentí y me quise dar la vuelta cuando noté al chico de ojos negros detrás de mí.   –Betty, él es mi hermano mayor Robert –lo presentó Cloe detrás de mí –. Alex me llamó y me explicó que no iba a venir así que Robert pasará contigo si quieres, ya le explique todo acerca de ti, pero si tu no quieres no te voy a obligar.   El chico de ojos negros me observó de una forma extraña sin decir una palabra.   –Está bien, Cloe –respondí –. Pero me iré después de la ceremonia.   –Gracias amiga.    Llegamos a la entrada del altar dónde me colocaron junto a Robert porque somos los primeros en pasar después de los niños con los anillos, las almohadas y las flores incluida Megan que cuando me vió me regaló una de sus sonrisas que logró tranquilizarme.   –Oye, lamento mucho lo que dije hace rato –susurró Robert.   –¡Sht! –lo callé cuando la música se escuchó fuerte y los niños caminaron al altar, luego nosotros y finalmente Cloe viene con su hermoso vestido blanco con corte sirena hecho de encaje, el velo le cubre el rostro, pero se logra diferenciar su sonrisa y sus ojos directos sobre Alberto que también no le quita los ojos de encima, me dí cuenta que frunció el ceño intentando no derramar ninguna lágrima al ver a su hermosa futura esposa caminando hacía a él junto a su padre que se la entregaría con un fuerte apretón de manos.   La ceremonia fue rápida, sencilla y hermosa. Cuando Cloe estuvo al lado de Alberto se tranquilizó bastante y casi grita el acepto, cuando se besaron todos aplaudieron levantándose de sus lugares, un poco después se acercaron algunos familiares a felicitarlos y darles sus regalos. La ceremonia ha terminado y Cloe parece la novia más feliz y hermosa, me alegro mucho que al final todo haya salido bien, así que retrocedí poco a poco alejándome del lugar para buscar a Megan y poder irnos.   –¿Ya te vas? –preguntó el chico de ojos negros.   –Pues ya ves que la loca tiene que ir a su cueva –escupí viendo alrededor para localizar a Megan.   –De verdad quería disculparme por lo que dije, no fue mi intención decir esas cosas de tí, realmente no te imaginaba así de guapa.   –Si esa es tu disculpa no sé para qué te esfuerzas –rodé los ojos y me dí la vuelta, él me siguió.   –Lo sé, soy terrible en eso de las disculpas –se interpuso en mi camino –. Pero te puedo llevar a algún lugar para recompensarte.   –No me interesa.   –Fui un idiota y lo lamento mucho –señaló, vaya y hasta ahora se da cuenta –. Ayudaste mucho a mi hermana allá adentro y fue increíble lo que hiciste.   Finalmente visualice a Megan que habla con un niño, sus pequeños ojos verdes me vieron y le hice una seña que debíamos irnos.   –Una buena recompensa sería no volver a verte nunca en mí vida – contesté cuando Megan apareció.   –Estoy lista, mami –sonrió mi pequeña.   –Nos vamos, mi amor –tomé su mano y me dí la vuelta para salir de ese lugar. 
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