1

2503 Words
Desde que tengo memoria, mi vida ha tenido pequeños lapsos de tiempo en donde algo o alguien me había acompañado en momentos tanto felices como difíciles.  En estos momentos me encuentro sentada en mi alfombra con mis piernas cruzadas, abriendo una caja en donde puse todos los recuerdos importantes  que tuve por cada año de mi vida.  El primer objeto que saqué de la caja fue una muñeca de trapo, la cual me acompañó durante mis primeros 6 años de vida; esta muñeca fue mi mejor acompañante para todo, desde estar en mi cuarto, hasta llevarla a mi colegio.  Dejé la muñeca a un lado y lo que saqué después fueron unos pequeños zapatos con un visible moño blanco. Los observé unos momentos, para después sonreír, ese año fue el primero en el que yo me acuerdo que lo conocí.  7 años Me paré emocionada de mi cama una vez ya con mi vestido puesto, para después cambiarme mis zapatos de moño azul, por unos con un moño blanco, para después de eso, bajar las escaleras hacia la sala en donde se encontraba mi madre. - ¡Mami, mami! - Mi madre me volteó a ver con una gran sonrisa en su rostro al ver mi emoción por irnos  - ¿Ya nos vamos? - Si nena - Me tomó de la mano, para después caminar en dirección al parque más cercano de la casa.  A pocos metros de llegar al parque, me solté de la mano de mi madre para así empezar a correr hacia los columpios. - ¡Ten cuidado! - Escuché de lejos el gritó de mi madre a lo que yo me reí.  - ¡Si mami! - Le grité de regreso para que me pudiera escuchar. Al llegar a los columpios, empecé a columpiarme sintiendo el impactó del aire con mi rostro. Me encontraba tan sumida en mis pensamientos, hasta que una mariposa se detuvo frente mío. Me detuve de columpiar para seguir a la pequeña mariposa.  Voltee a ver por un segundo a mi mamá, la cual se encontraba hablando con otras personas, por lo que decidí por seguir el camino a donde me llevaba la mariposa.  Estaba a punto de atraparla entre mis manos, pero no me había percatado del gran hoyo que se encontraba situado a unos pequeños centímetros de distancia. - Oh no. En el momento que me di cuenta de ellos, no había forma de que pudiera detenerme sin caerme en dicho lugar. Cerré mis ojos esperando por el impacto de mis cuerpo en el hoyo, pero en vez de eso, sentí unos brazos rodeándome el cuerpo  y atrayéndome hacia ellos. No me había dado cuenta que mis ojos se encontraban cerrados, hasta que los comencé a abrir poco a poco y me encontré con unos ojos cafés a la altura de los míos observándome fijamente.  - Muchas gracias - Le dije apenada junto con una pequeña sonrisa, a lo que él me sonrió de regreso.  - Debes de tener más cuidado Melissa - Yo moví ligeramente mi cabeza a un lado. - ¿Sabes mi nombre? - Me encontraba aún más apenada, por lo que mis mejillas empezaron a tomar un ligero color rojizo. El chico se rió.  - Claro que sé tu nombre Melissa - Me bajó lentamente de sus brazos. - ¿Cómo sabes mi nombre? - Mencioné una vez que mis pies tocaron el suelo. - Toma, aquí está la mariposa - Miré a su mano derecha en donde el pequeño insecto se había detenido. La miré maravillada durante unos pocos segundos, ya que después alzó vuelo de nuevo.  - Que hermosa - Susurré viendo a la mariposa volar. - Son criaturas magníficas Melissa - Me sonrió, para después suspirar - Tienes que tener más cuidado pequeña - Yo asentí, por lo que sus facciones se relajaron - Es momento de que me vaya. - Está bien - Empecé a ver a mis zapatos, los cuales se habían llenado de lodo.  - Adiós luna - Se despidió de mi con una pequeña sonrisa en su rostro. Posteriormente de su partida, decidí por darme la vuelta y dirigirme a donde se encontraba mi madre junto con sus amigas. - ¡Mami! - Le grité para poder llamar su atención, a lo que ella me contestó con una gran sonrisa de regreso - Hice un nuevo amigo. - ¿Ah si? - Asentí - Bueno ¿quién es tu nuevo amigo amor? - Es muy alto y tiene ojos de color café  - Me sonrió.   - ¿Y cuál es su nombre? - Yo dejé de sonreír, no me sabía su nombre.  - No me sé su nombre mami - Comenzamos a caminar de regreso a mi casa - Pero es muy alto - Mi madre se rió.  - Está bien Meli, no importa, vamos a la casa - Le sonreí asintiendo.  Voltee a ver rápidamente al parque, esperando que él se encontrara en donde habíamos hablado anteriormente. Actualidad Sonreí acordándome de la ida del parque. Dejé a un lado los zapatos y me encontré con un cono de papel de helado ya desgastado. 10 Años Me vi al espejo, para después agarrar mi chamarra de puntos rosados con blanco y una vez que me encontraba lista, bajé a la cocina para encontrarme con mi mamá cocinando. - Mamá - Le llamé - ¿Puedo salir a comprarme un helado? - Le sonreí. - Claro que sí mi amor, pero te vas con mucho cuidad ¿te parece? - Yo asentí - ¿Quiéres dinero? - Mis ojos brillaron ante su pregunta. - ¡Si por favor mami! - Me sonrió y sacó de su bolsa su billetera, para así darme un poco de dinero para mi helado. - No te tardes más de media hora ¿okey? - Yo rodé los ojos - No me ruedes los ojos Melissa, si no llegas antes ya no te dejaré salir sola.  - Sabes que si mami, ¡nos vemos! - Le sonreí por última vez, para después dirigirme a la puerta de entrada de mi casa y salir hacia la heladería. Al sentir el impacto de una gota de agua en mi nariz, agarré el gorro de mi chamarra y me lo puse encima de mi cabeza. Al ya visualizar la heladería de lejos, me decidí por acelerar el paso y dirigirme allá lo más rápido posible. Al ya estar enfrente del imponente establecimiento, intenté de todo por acercarme a la manija, pero mis manos no alcanzaban... soy demasiado pequeña. Al ya estar a punto de darme por vencida, la puerta se abrió de par en par. Alcé la mirada para conocer a la persona que abrió la puerta y me encontré con un joven alto. - Pasa - Me sonrió, a lo que yo le sonreí de regreso. - Muchas gracias y lo siento, soy algo pequeña - Al entrar al establecimiento, el aire acondicionado chocó en mi rostro.  - No tienes por que pedir disculpas - Se rió - Es algo normal - Mis mejillas ardían, por lo cuál, tenían un color igual al de mi chamarra. - Gracias - Empecé a caminar hacia la barra - Pero bueno, con permiso - Le sonreí, pero antes de que pudiera seguir con mi camino, me agarró de mi mano sin ser nada brusco.  - Yo te lo compro - Me sonrió y abrí la boca sorprendida. - ¿En serio? no tienes por qué, ya me ayudaste mucho - Negó aún con la sonrisa en su rostro, restando importancia mientras nos dirigíamos a la caja. - Buenos días señor - Volteo a verme el chico que se encontraba atendiendo en la caja - Señorita - Me guiñó un ojo y sonreí un poco nerviosa - ¿Qué van a querer? Anthony, el denominado "chico de la caja", es vecino nuestro desde antes que yo naciera. Tiene 5 años más que yo, por lo cuál, el se catalogó como mi "hermano mayor", cosa que a mí, por alguno u otra cosa, ese término no me tiene del todo contenta. Voltee a ver al chico que me iba a comprar mi helado y vi sus manos apretadas en un puño, así que decidí por no hacer caso a ello y pedir mi helado. - Hola Anthony - Le sonreí - Quiero uno de vainilla - Asintió y luego miró al chico. - ¿Usted? - Nada, solo acompañaba a esta pequeña - Le dijo frío y Anthony solo asintió para luego irse a rellenar mi helado. Saqué el dinero que me había dado mi mamá, pero el chico me detuvo. - Hey, te dije que yo lo pagaba - Me sonrió y asentí. Vi a Anthony acercarse con mi helado. - Toma Meli - Me dijo entregándomelo - Cómo a ti te gusta - Lo agarré y le sonreí - Gracias - Le sonreí y luego voltee a ver al chico - Gracias también a ti - Le hice una seña que se acercara a mi y así lo hizo - En serio no tenias por que hacerlo - Le di un pequeño beso en la mejilla - Adiós. Salí, no sin antes darle una última mirada al chico que se quedó allí pagando mi helado.  Actualidad  Me reí con eso, ese día Anthony llegó del trabajo y me dijo que aquel chico le pagó el helado y se retiró del establecimiento no sin antes verlo fulminantemente.  Saqué muchas más cosas de la caja sin darles tanta importancia y estaba a punto de cerrarla de nuevo, hasta que me encontré con una pequeña carta que se encontraba al final de la caja.  Al abrirla me encontré con uno pétalo de rosa marchitada y con mi letra cursiva se encontraba una frase: "Una separación de cualquier ámbito, nos ofrece una nueva oportunidad en la vida".  15 Años Bufé saliendo del restaurante. De nuevo Anthony me dejó plantada y después de cuarenta minutos esperándolo me mandó un mensaje, el cual decía:    "Por el momento me encuentro en unos asuntos difíciles, una disculpa de todo corazón Melish, espero me perdones, mañana paso por ti y vamos a comer algo... yo invito, te adoro. " Volví a releer el mensaje y grité frustrada, mientras lágrimas de enojó rodaban por mis mejillas. Yo ya sabía que significaba ese mensaje, lo he tenido muy en claro desde hace bastante tiempo. Anthony me sigue gustando desde que tengo memoria. Hace dos años metí la pata y al pensar que yo podría gustarle a él, le comenté acerca de mis sentimientos, a lo cual me respondió:  "Nena tu tienes 13 y yo 17, no podría salir con una niña, aunque lo quisiera con todo mi corazón, simplemente no creo que funcione."  Después de estar deprimida durante varias semanas en mi casa, me di cuenta que no pensaba (ni quería), perder la poca amistad que teníamos en esos momentos, así que un día junto con mi corazón roto, decidí por dejar mis sentimientos a un lado y empecé a convertirme de poco a poco en su mejor amiga.  Claramente nunca  me gustó el tener que fingir o esconder mis sentimientos. Ya de regreso a mi casa, di una vuelta en una esquina y paré en seco.  - Mierda, me perdí.  Empecé a caminar con mis nervios a flor de piel. En esos momentos agarré la pequeña bolsa con la que cargaba y me la acerqué al pecho para así de alguna u otra forma sentirme segura. - ¿Perdida? - Temblé al escuchar una voz a mis espaldas - Hey, tranquila - Su tono de voz cambió a uno más cauteloso.  Voltee a verlo asustada, pero al notar las facciones de su rostro mi cuerpo se tranquilizó por completo. Se me hacía tan conocido - ¿Te conozco? - Asintió - ¿De dónde? - Alcé una ceja - Si nos conocemos - Se encogió de hombros - De hace bastante tiempo. - ¿Disculpa? - Le contesté nerviosa retrocediendo unos pasos - Será mejor que me vaya. - No pensaba detenerte, pero - Me señalo una calle la cuál yo conocía muy bien - Tu casa es para el otro lado.  - Oh - Al darme cuenta que por culpa de mis nervios me encontraba perdida, le sonreí - Muchas gracias. - Si quieres te acompañó, ya casi no hay luz de día - Negué avergonzada y aún un tanto nerviosa - No quiero que te pase nada - Me dijo con seriedad invadiendo su rostro - Te prometo que no intentaré nada. - Está bien - Suspiré un poco más calmada. Empezamos a caminar y lo mire de reojo. Era alto y un tanto robusto; su cabello era de un color castaño hermoso y sus ojos eran de un bello color miel. - ¿Se te hago interesante? - Me sonrió de oreja a oreja, un tanto pícara. - Un poco - Contesté sin pensarlo, para después abrir los ojos de par en par - Una disculpa, yo no quería... - No te preocupes - Rió restándole importancia a mi comentario, a lo que yo le sonreí  - ¿Qué hacías antes de perderte? - Digamos que quedé en salir con un amigo pero al final no pudo - Hice una mueca viendo hacía abajo - Me canceló a último momento - Suspiré - Pero da igual, no merece la pena hablar de ello, aún me falta por conocer a mejores personas - Me encogí de hombros. -  ¿Y tu crees que pueda llegar alguien mejor? - Me preguntó con la mirada puesta en el camino. - Pues de pequeña conocí a alguien que me salvó de caerme a un hoyo - Me reí - Fue muy lindo  - Sonrío - Aunque mi madre piensa que fue mi amigo imaginario - Le sonreí apenada. -  Espero que ese chico especial que viste años atrás sea el amor de tu vida - Fruncí el ceño. Nunca mencioné algún tema de amor - Hemos llegado. - Oh - Me detuve enfrente de mi casa y lo miré - Muchas gracias por acompañarme.  Me sonrió y se empezó a acercar lentamente a mi mejilla, para así dejar un pequeño beso en dicho lugar a lo que yo cerré los ojos disfrutando dicha conexión.  - Adiós Luna.  Abrí los ojos a tope después de escucharlo decir eso. No era ningún amigo imaginario.  - Hey ¡espera! - Le grité, pero él ya se encontraba lejos de donde yo estaba. Me di por vencida y me metí a mi casa con todos los sentimientos explotando en mi mente.  Saludé a mi madre y subí las escaleras en dirección a mi habitación. Tomé una hoja junto con un lápiz y decidí por escribir una frase que me vino a la mente: "Una separación de cualquier ámbito, es una nueva oportunidad en la vida".  Agarré un pétalo de rosa del ramo que se encontraba en mi habitación y lo guardé allí.  ¿Cuándo volveré a verte?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD