ADVERTENCIA: Esta historia tiene contenido para adultos, desnudos, textos eróticos y elementos sexuales. Se recomienda discreción.
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Aquí estoy, esperando a otro hombre que no es mi esposo en una de las habitaciones de su casa.
¿Me gusta? En otro tiempo diría que no. No es mi tipo. Antes lo consideré “soso”, aburrido, siempre metido en su despacho. Ahora diría que sí, me gusta, y mucho. Me convenció su deliciosa forma de hacerme el amor. No sé hasta cuándo vamos a seguir así. ¿Es pecado? No lo sé. El tiempo que dure, estoy dispuesta a disfrutarlo.
Para esta ocasión compré un conjunto ne-gro de encaje. El cachetero me encanta. Creo que me queda bien. Espero que a él también le encante. Deseo con todas mis fuerzas que me lo arranque con sus dientes.
Otra vez tengo nervios, lo confieso. En quince años de matrimonio nunca le fui infiel a mi esposo, ni siquiera en las varias ocasiones en las que fui invitada a salir por hombres que me parecían atractivos. Aunque me daban tremendas ganas de comprobar cuán buenos amantes eran, rechacé las ofertas.
Juré en una iglesia que no le fallaría a Benjamín. ¿Le estoy fallando hoy?, ¿le fallé hace tres días?, ¿hace una semana? Son preguntas que voy a guardar en lo más hondo de mi ser porque quiero tener la mente concentrada en una sola cosa: disfrutar todo lo que sea posible al marido de mi amiga.