Un bebé lobo en camino
—Eliseo, ella está embarazada y esa descarga que sufrió no es buena para el bebé, le pudo haber causado algún daño o lo que es peor, lo puede perder.
Debemos trasladarlos al hospital urgente. ¡Eliseo, me oyes! Él está petrificado, duro como una roca y su mirada perdida, la noticia lo impactó y no lo puede creer.
—¿Ella, está qué? —pregunta sorprendido, casi en un susurro, jamás se imaginó que con una hora de haber tenido sexo con Taiel, ella pudiera estar embarazada, no se lo esperaba.
—¡Eliseo! Que debo explicarte lo que sucede luego de hacer ciertas cosas, creo que ya eres un hombre adulto y sabes cuáles son las consecuencias —la hechicera lo regaña al verlo tan sorprendido y perturbado —Esa marca en el cuello de mi niña, es tuya, ¿verdad? Responde sí o no —ella lo observa para ver su reacción.
—Es que fue todo muy reciente y no pensé que ya podría estar… —se queda pensando del asombro no le salen las palabras.
—Bueno, es tuya, ¿sí o no? —espera su respuesta.
—Sí, si es mía, obvio que yo la marqué, si la amo más que a mi vida.
—Bueno, ayúdame, debemos trasladarla a la clínica de la manada, yo no puedo ayudarla aquí, necesitamos más tecnología y una atención especial para el bebé, si no, puedo perderlo. Ven, ponla en el auto y vamos.
—Debo ir por mi auto —dice Eliseo, aun perdido en sus pensamientos.
—No hay tiempo que perder, vamos en mi auto —la hechicera está preocupada, nerviosa por Taiel.
Llegan a la clínica y Eliseo la lleva en brazos, pidiendo auxilio, corre por el pasillo, blanco, pulcro y con olor a desinfectante.
Llega una doctora y al verlo tan desesperado, sabe que es grave lo que sucede; abre la puerta de la guardia rápidamente.
—Ella recibió una descarga de un rayo y está embarazada —la hechicera le informa con mucho nerviosismo porque sabe los riesgos que corre Taiel y él bebé.
—Por aquí, déjala sobre la camilla y esperen afuera —da las órdenes mientras la comienza a revisar.
—Soy la hechicera de la manada, te puedo ayudar —se presenta casi susurrando.
—Bueno, acércame el suero y ve por una enfermera urgente —ella toma el suero mientras la doctora pone la vía en su brazo.
Llega una enfermera —Sí, doctora, ¿qué necesita?
—Ve por el ginecólogo y trae el ecógrafo urgente —la enfermera corre por el pasillo como le ordenó la doctora.
—Doctor, lo busca la doctora, que está en la guardia, dice que es urgente —le explica con el mismo nerviosismo que le transmitió la doctora —Ya llevo el ecógrafo para la guardia —le informa rápidamente.
—No hace falta, está ahí en mi consultorio; si lo utilicé hace un momento, parece que esta tormenta trae varios nacimientos, nuestros lobitos tienen miedo y quieren estar en brazos de sus madres, hoy —niega con la cabeza y sonríe, mientras va rumbo a la guardia.
Afuera se está desarrollando una gran tormenta; caen truenos, rayos y relámpagos, los vientos soplan tan fuerte que parece que se cae el cielo en cualquier momento.
—Hola, Benya, ¿me buscabas? —entra relajado y despreocupado en la guardia.
—Sí, Reinol, mira, esta joven está embarazada, pero recibió la descarga de un rayo en su cuerpo y no reacciona y temo mucho por el bebé —se nota en el timbre de su voz la preocupación que siente. Observa y a Reinol le cambia la expresión de su rostro, se nota la preocupación en él.
—Realizaremos la ecografía primero y luego vemos cómo seguir —comienza a dar las órdenes —¿Ya le extrajeron sangre? —levanta la vista y se encuentra con la hechicera —¿Usted quién es? ¿qué hace aquí? —mira sorprendido, no se había dado cuenta de que ella estaba en el lugar.
—Soy la hechicera de la manada y la abuela de la joven —responde con orgullo, aunque por dentro temía que no le permitieran estar junto a Taiel.
—Está bien, puede quedarse, usted muchas veces nos ha ayudado durante las guerras, hacía rato que no nos cruzamos —inclina su cabeza con respeto.
—Por suerte, doctor, porque las guerras no son buenas para nadie, aunque pongamos todo lo mejor de nosotros, se pierden muchas vidas —más que una queja, fue un lamento.
—Eso es verdad, tiene razón, bueno, veamos a este chiquitín, ¿cómo está? —comienza a realizar el ultrasonido y el bebé se encuentra bien y sin signos de daño, sus latidos son normales y él se encuentra muy bien ubicado en el centro de la matriz de su madre.
Bueno, parece que este chiquito está muy bien dentro de su madre, su corazón responde dentro de los rangos lobunos normales y está muy aferrado a su madre —dice para tranquilizar a la hechicera.
—Lo que me preocupa es que su madre no reaccione, eso sí puede perjudicar al feto —pregunta Benya, nerviosa, ansiosa y preocupada.
—Déjala descansar mientras ella está en este estado de suspensión, solo hay que conectar el respirador y monitorear su frecuencia cardíaca, de ella y del bebé y la presión arterial de la madre.
En el ultrasonido salió todo perfecto y no se detectaron lesiones en el feto. ¿Ya se tomaron las muestras de sangre? Para analizar la función renal, hepática y otros parámetros.
—Sí, doctor, ya se tomaron —responde rápidamente.
— El oxígeno ayuda a la respiración y aumenta la oxigenación del feto, con el monitor cardíaco vigilamos la actividad cardíaca de la madre y el feto, están cubiertos.
Ella solo va a despertar, tranquila —el doctor calma la ansiedad de la joven doctora y le transmite parte de su experiencia.
En una hora repetiremos el monitoreo fetal para evaluar la viabilidad del feto y la frecuencia cardíaca.
Debemos controlar y evitar complicaciones como: arritmias cardíacas, insuficiencia respiratoria, lesiones cerebrales, quemaduras en el cuerpo, alguna fractura o un aborto espontáneo.
Con todo este monitoreo y la revisión que está bien, tranquila, que has hecho un buen trabajo.
—Gracias, doctor —ella siente sus mejillas arder.
—Solo debemos estar atentos a estas complicaciones y tomar medidas para prevenirlas o tratarlas —responde aun conectando los aparatos a Taiel.
Puedes salir a tranquilizar a su familia y explicar el pronóstico reservado de la joven.
—Yo salgo, soy su abuela —la hechicera sale un poco preocupada porque aún Taiel no está bien.
— ¡Eliseo! —él la mira perdido, dolido y triste porque siente a través del lazo de su unión de pareja el dolor de Taiel.
—¿Cómo está? —pregunta casi en un susurro.
—¿Cómo están? Deberías preguntar, ¿o ya te olvidaste de tu hijo? No tengo buenas noticias.