TRES

4836 Words
Flynn nos llevó un poco más lejos, hasta que llegamos a una pequeña cabaña. Me pidió que esperara en la camioneta, salió, abrió la puerta de la cabaña y regresó. Estaba nerviosa. Flynn tomó mis maletas con la misma dulce sonrisa que siempre tenía, pero yo estaba preocupada. Regresó una vez más y sacó las compras. Tenía las bolsas de la compra debajo de una manta. Yo había puesto mis maletas sobre ellas. Allí había suficiente comida para toda una semana. Me quedé sentada con el culo en la camioneta, sin saber qué hacer ni pensar. Fue como si toda la ira que mostró hace unos minutos se desvaneció y el mismo Flynn feliz y sonriente hubiese regresado. «¿Debería de estar preocupada?». Podría matarme aquí y nadie se daría cuenta. Miré mi teléfono y no tenía recepción. ¿Cómo diablos iba a pedir ayuda por la mañana? Esto estaba empezando a asustarme.  Un golpe en la ventana me sobresaltó y salté. Miré a mi lado para encontrar la característica dulce sonrisa de Flynn. —Sal. Ya encendí la calefacción. —dijo en voz alta para que pudiera escucharlo dentro del auto. ¿Cuáles eran mis opciones?  Sonreí torpemente y abrí la puerta. Me tomó del brazo y me acercó más. —Hay hielo en el suelo. No quiero que te caigas. Aférrate a mí. —dijo dulcemente, y lo hice, relajándome un poco. ¿A quién estaba engañando? Este era Flynn. Nadie era más amable que él, ¿verdad?  Entramos, y el lugar era más pequeño de lo que parecía afuera. Tenía una cocina pequeña, una puerta que supuse que era para el baño, un área pequeña para sentarse con un sofá pequeño y una cama tamaño queen junto a una puerta de vidrio. Parecía más un estudio. Una habitación de hotel. —Puedes... —Miró a su alrededor. —Ver una película si quieres. —Señaló el libro de DVD en la esquina. Me acerqué y lo tomé. Flynn sonrió antes de darse la vuelta y regresar a la cocina. —Entonces, mis llantas… —comencé, y él me interrumpió. —Ya te pedí unas nuevas. Los arreglaré tan pronto como volvamos. Siento mucho eso. —se disculpó y yo asentí. ¡Más vale! —Entonces... no puedes correrte a menos que estés pensando en mí, ¿eh? —Lo miré con ojos juguetones y dejó caer la lata que estaba sosteniendo.  —Supongo que es un poco tarde para retractarme de lo que dije, ¿no? —dijo con una mueca, y sonreí. No dijo nada más, así que le hice otra pregunta.  —Entonces... ¿cuándo te diste cuenta de que te gustaba? —Giré mi cuerpo hacia él y presté toda mi atención a lo que estaba a punto de decir. —Primer año de preparatoria. Todavía estabas en la escuela secundaria. Un día, fui a tu casa con Josh y tu mamá nos dio paletas heladas. La chupaste seductoramente, profundizándolo en tu boca, retorciendo tu lengua alrededor de ella, lamiéndola, gimiendo, diciendo que estaba deliciosa, lamiendo y mordiendo tus propios labios... Me perturbó la mente y todavía estabas demasiado joven. —Sacudió los hombros como si tuviera frío. —Entonces supe que estaba perdido, y el resto es historia. —Él narró, y ni siquiera podía recordar cuándo lo hice, pero sonaba como yo. —¿Por qué no me dijiste? —Eres la hermana pequeña de mi mejor amigo. —Sacudió la cabeza. —No había manera. Además, era difícil tal y como era. Si hubieras sabido cómo me sentía, habrías sido más agresiva y me habría metido en un gran problema. —Lo recordó, y tuve que estar de acuerdo. Él estaba en lo correcto. Hubiera saltado sobre él. —¿Por qué tener tantas novias? —Tenía mucha frustración reprimida, así que necesitaba liberarla. Tú hiciste lo mismo. —Señaló, y mantuve la boca cerrada. Años de mentirle estaban a punto de saltar y morderme el trasero. A decir verdad, nunca había tenido novio. Solo podía pensar en él, así que nunca salí con nadie. Todavía era virgen, pero no quería que él lo supiera.  Asentí y sonreí como si tuviera razón. —Oh, caramba… soy tan olvidadizo. Dejé algo en la camioneta. Vuelvo enseguida. —Flynn caminó apresuradamente hacia la puerta y salió. Cerró la puerta detrás de él y una sonrisa malvada se dibujó en mi rostro, sabiendo exactamente lo que había dejado atrás. ¡Condones! ¡Estaba buscando los malditos condones! Flynn volvió luciendo sospechoso, y sonreí. Trató de esconder la bolsa negra detrás de él, pero la vi. Torpemente, Flynn colocó la bolsa en una esquina de la encimera y continuó guardando las cosas como si nada hubiera pasado.  —¿Qué es eso, Flynn? —Señalé la bolsa y él hizo una expresión chistosa. —Aaaa… nada importante… —Flynn trató de ignorar mi pregunta, pero no lo dejé. —Si no es importante, ¿por qué molestarte en traerlo? —sonreí. Los ojos de Flynn se movieron de mí a la bolsa y luego de vuelta a mí. —Viste lo que hay dentro, ¿no? —dijo mientras su rostro lentamente se ponía rojo de vergüenza. Me mordí los labios, y él lo supo. —Chloe, no es lo que piensas… —comenzó, y levanté una ceja. —Está bien, podría ser lo que piensas. Lo siento. ¿Estás enojada? —Flynn preguntó, preocupado, y negué con la cabeza. Soltó una exhalación después.  No podía estar enojada. Estaba siendo honesto y planeaba hacer que todo fuera seguro y cómodo para mí. Probablemente debería hacer lo mismo. La parte de ser honesta. Me di la vuelta y me senté en el sofá para mirar los DVD. Mientras hacía eso, Flynn hizo un fuego en la chimenea. No podía elegir, así que decidí no ver nada. Guardé los DVD, me senté en el sofá y miré hacia atrás para ver qué estaba haciendo Flynn. Había terminado de guardar las cosas, tomó la bolsa negra, se acercó y la colocó en la mesa de café cerca de mí.  —¿No pudiste encontrar una película? —preguntó perezosamente mientras mis ojos estaban pegados a la bolsa de plástico. —No, no tengo ganas de ver ninguna de estas… —respondí sin apartar los ojos de la bolsa. —¿Qué tal si escuchamos algo de música? —Flynn sugirió, sacó su teléfono de su bolsillo y buscó. Colocó el volumen en un tono moderado y una vez que escuché la canción, mis ojos se abrieron como platos. Había escogido ritmos sucios y sexys. Música digna de un club de striptease. —Te gusta este tipo de música, ¿no? —Flynn preguntó mientras caminaba hacia la pared y apagaba las luces, antes de volver a sentarse a mi lado. Se me cayó el corazón al estómago en el momento en que se echó hacia atrás, separó las piernas, ocupando la mayor parte del espacio, mientras descansaba un brazo sobre el brazo del sofá y el otro a lo largo del respaldo del sofá, poniéndolo detrás de mí. —Chloe, tienes otro par de pantalones contigo, ¿no? —Extrañamente preguntó sin mirarme.  Estaba sentada tímidamente en la otra esquina con las piernas juntas y las manos sobre las rodillas. —Sí… —expresé suavemente, y él asintió sin mirarme una vez más antes de que su rostro se endureciera. Se puso serio. «OK...». Estaba más que nerviosa. Empecé a dar golpecitos torpemente con mis dedos sobre mis rodillas y evité mirar en su dirección. Por el rabillo del ojo, vi a Flynn quitarse el suéter, doblarlo cuidadosamente y colocarlo a su lado. Se reclinó de nuevo y tragué saliva. —Entonces... ¿querías ser dominada esta noche? —Flynn me preguntó en el tono más profundo y serio que jamás había escuchado de él, mientras sus dedos desabrochaban el primer botón de su camisa. —Que te destrocen el coño, si no recuerdo mal, ¿verdad? «¡Santa mierda!». No dije nada. Estaba demasiado avergonzada como para hacerlo. Siguió desabrochándose y todo lo que yo hacía era mirar el fuego de la chimenea con los ojos muy abiertos. Flynn se paró frente a mí mientras seguía desabrochándose y usó un pie para mover mis pies, abriendo mis piernas. Desabotonó el último y lentamente se quitó la camisa, tirándola al suelo, mostrándome su cuerpo duro y tonificado. Casi tuve un derrame cerebral. Mis ojos recorrieron su pecho, directamente a su marcada línea en V, y al instante me mojé. Flynn miró fijamente mi alma y sonrió. Una sonrisa oscura, diabólica y sexy. Se llevó las manos a la cintura y se desabrochó el cinturón. Moví mis piernas para cerrarlas y él me detuvo. —Manténlas abiertas, —ordenó en un tono oscuro, dominante, casi enojado. —¿Qué? ¿Qué estás haciendo…? —susurré nerviosamente, confundida por cómo había cambiado, pero excitada. —Te vas a comportar bien para mí o habrá consecuencias, —la voz profunda y oscura de Flynn sonaba como una persona completamente diferente. Como un alfa posesivo de uno de mis libros favoritos. Se quitó el cinturón y lo rodeó con un puño. Porpoco entro en pánico. Iba a cerrar las piernas, ponerme de pie y correr, pero me detuvo de nuevo. Flynn sonó su cinturón con fuerza y ​​me dio una mirada de “no te atrevas”. Salté fuera de mi piel y luego usó su pierna para empujar las mías más abierta. —Disfrutas provocándome con las piernas abiertas. Ahora las mantendrás abiertas hasta que yo lo diga. —Se mordió el labio inferior en lo que solo podría describir como caliente como el infierno, se enderezó y me miró.  ¿Qué mierda le pasó al Sr. Buena Gente? ¿Adónde se fue mi Flynn? —¿Flynn? —expresé en voz baja, confundida, pero cachonda como el diablo. —Llámame señor. —Flynn apretó sus enormes manos en el cinturón, exprimiendolo. «¡Ah, mierda!». No, este no era Flynn. ¿Era demasiado tarde para escapar de los azotes? No tenía ni idea de lo que este hombre estaba haciendo. Nunca en mis sueños más salvajes pensé que un malvavisco como Flynn podría ser tan intimidante. Miré hacia la puerta y él se dio cuenta.  —No hay adónde ir, Chloe. Será mejor que no corras de mí. —Se inclinó hacia adelante y colocó una mano en el respaldo del sofá, atrapándome. —Si haces que te persiga, iré tras de ti, te aguantaré y te follaré duro en ese mismo lugar. —Rozó el cinturón en mi mejilla.  «¡Santa mierda! ¿Quién era este tipo?». Hiperventilé y ajusté mi pierna. Se enderezó de nuevo y sonó el cinturón con tanta fuerza que me asusté muchísimo. Mi coño se apretó con fuerza y ​​me mojé toda la ropa interior. —¿Qué dije? —exigió el dominante Flynn, y respondí como una presa mansa atrapada en un rincón. —No voy a correr, Flynn. Sonó el cinturón una vez más, y salté de nuevo. Mi coño se apretó con fuerza y ​​sentí otro cálido chorro de humedad en mi ropa interior.  —¡Señor! No iré a ninguna parte, señor. —Tragué saliva.  Él asintió y volvió a apretar el cinturón. —Has sido una verdadera cretina todos estos años. Tenemos que arreglar eso, —gruñó en su voz profunda. Se paró más cerca entre mis piernas. Y colocó una mano en el respaldo del sofá una vez más. Su enorme y duro cuerpo me enjauló de nuevo. —Un azote en las nalgas a la vez. —Golpeó suavemente mis pechos con el cinturón. —Santa madre de... —murmuré. Me golpeó en la parte interna de los muslos con el cinturón. No fue duro en lo absoluto, pero me hizo saltar. Inmediatamente golpeó mi otro muslo y otra vez, un gran chorro de líquido salió de mi coño. Flynn acarició suavemente ambas piernas con el cinturón, moviéndolo arriba y abajo. Y luego frotó su cinturón contra mi centro mojado. Gemí. Gemí como una puta. Mis piernas temblaban de emoción y mis paredes seguían apretándose contra mi voluntad. Presionó el cinturón más fuerte contra mí y mi pierna se acercó un poco más. Flynn movió el cinturón hacia atrás y le dio un latigazo a mi coño, no lo suficientemente fuerte como para lastimarme pero lo suficiente para hacerme jadear. Lo hizo una y otra vez, y la fina tela de mis leggings azules se humedeció, dejando una gran mancha húmeda justo en el medio de mi entrepierna.  —Tsk, tsk, tsk. Mirate, ya estás mojada. —se quejó y sacudió la cabeza como si estuviera decepcionado por la facilidad con la que me empapé.  Se arrodilló, dejó el cinturón entre mis piernas separadas y colocó ambas manos en mis pantorrillas, deslizándolas lentamente por mis piernas cubiertas.  —Dime Chloe, ¿tu coño siempre se moja así cuando otros hombres te tocan? —Flynn preguntó mientras sus ojos devoraban el lugar exacto donde una gran mancha húmeda se había extendido en mis pantalones. Negué con la cabeza.  —Bien. —Siguió moviendo sus manos hacia arriba hasta que llegó a mi centro donde ahuecó mi coño con una de ellas. —Empapada como una puta. —dijo en un tono entrecortado y presionó su pulgar con fuerza contra mí, moviéndolo arriba y abajo, sintiendo mi clítoris moverse bajo su dedo. Mordí mi mano para contener el gemido y mi cabeza cayó hacia atrás. Sus dedos fueron más rápidos y mi respiración se volvió irregular.  —Ahora, tu palabra segura será “flogger”. —Él sonrió. —No dejaré de follar ese coño hasta que hayas gritado eso, claramente, con la pronunciación adecuada, a todo pulmón. ¿Estamos claros? «¡Santo macarrón!». Me dio una palmada en el coño y me preguntó de nuevo: —¿Está claro? —¡Sí señor! Movió ambas manos hacia mi centro y tiró de mis pantalones con fuerza, se desgarraron como si no fueran nada y jadeé. Inmediatamente tomó mis bragas mojadas e igualmente, las rasgó con un fuerte tirón. Miró el desastre que tenía entre mis piernas y se lamió los labios. Su cálido pulgar frotó mi clítoris y gemí de nuevo. —Estas son las reglas. —Flynn me tomó por las caderas y me acercó al borde del sofá. Abrió más mis piernas y le dio a mi coño una larga lamida. —Tus piernas permanecerán abiertas para mí. ¿Comprendido? —preguntó con un gruñido. —Sí señor. —Él sonrió y me lamió de nuevo. Esta vez cerró sus labios alrededor de mi clítoris y lo chupó rápidamente. —Me comeré ti coño por todo el tiempo que yo quiera y no puedes correrte. —murmuró contra mi coño y siguió chupando mi clítoris.  —Aahhh mierda. —Clavé mis uñas en el sofá.  —¿Estamos claros? —dijo con la boca llena de coño y golpeando sus labios contra los míos.  Yo dudé. Ya estaba a punto de correrme en su cara. Dejó de chupar y volvió a azotar a la pobre marmota. Me levanté de un tirón, casi cerrando mis piernas, y él golpeó con fuerza el interior de mi muslo. —¡Ay! —me quejé. Ese sí dolió. Flynn lo alivió frotando círculos sobre él y volvió a comerme. ¿Qué pasaría si lo hacía? ¿Qué estaba planeando hacerme? —Señor... ¿Qué pasará si me corro, señor? —pregunté con mis piernas temblando. Dejó de lamerme y me miró profundamente a los ojos. Su barbilla estaba mojada con mis jugos. Flynn señaló la cama y miré hacia atrás brevemente y luego a él. —Si eres buena para mí y no te corres hasta que yo te lo diga, te llevaré a esa cama y adoraré tu cuerpo. Te tomaré despacio y con delicadeza, pero el placer será intenso. Tendré cuidado, usaré protección y haré que tengas orgasmos uno, tras otro, tras otro. —Hizo una pausa para lamer mi coño y chupó mis pliegues. Abrí la boca y casi gemí de nuevo. —Si te corres sin mi permiso, te follaré como a una puta. —Flynn me agarró por el cuello y me apretó con firmeza. —Finalmente joderé duro ese coño apretado y me voy a satisfacer con él. —gruñó contra mí mientras lamía mi clítoris una vez más. —Tomarás esa polla dura sin plástico hasta que te llene de semen y te convierta en mi pequeña zorra. —Terminó con sus ojos mirando a los míos y cerró sus labios alrededor de mi clítoris, chupando y lamiendo. No dejaba de agarrar mi cuello.  Flynn apretó su lengua carnosa sobre mí, y mi espalda se arqueó. Un gemido ahogado escapó de mis labios, me soltó el cuello y me metió dos dedos en la boca para que los chupara. Masajeó mi lengua mientras los chupaba, y mis ojos se pusieron en blanco por lo bien que me estaba comiendo. —¿Te gusta chupar pollas? —preguntó con sus labios moviéndose sobre mí, y asentí. Chupó muy fuerte mi clítoris y tiró de él con sus labios.  —¡¡Ah!! ¡Infierno! —Apenas expresé mi voz, amortiguada por sus largos dedos en mi boca. —Respuesta incorrecta. —Profundizó sus dedos, y me ahogué. Sostuve mi mano sobre la suya y él los retrajo.  —¡Tu polla! Solo quiero chupar tu polla, señor. —grité entre respiraciones irregulares.  —Bien dicho. —Siguió comiéndome deliciosamente, y mis pies se curvaron como la bruja malvada del mago de oz.  —¡Ay, joder! Quiero correrme. —Respiré sin darme cuenta de que había expresado mi deseo. Flynn puso sus dos enormes manos sobre mis muslos y me abrió más. Me comió como un salvaje y mis piernas temblaron más fuerte. —¡No te corras! —Ordenó con dureza, con la boca llena de mi coño y un golpe en la parte posterior de mis muslos. Me levanté de un tirón y lo escuché bajarse la cremallera. Se sentía tan bien que mi visión se volvió borrosa. Debo haber estado cruzando mis ojos.  —No puedo. —Ahogué un gemido, y él tomó mi cuello en su mano nuevamente y apretó.  —¡Joder, espera! —Él ordenó y me comió más fuerte. Me estaba derritiendo en su boca. Flynn movió sus manos a mi pecho y rasgó mi camisa. Tomó mi sostén deportivo y lo rasgó con un fuerte tirón, y mis senos rebotaron. Se movieron, y tomó uno antes de golpearlo con fuerza y ​​pellizcarme el pezón. —¡¡Ah!! ¡Mierda! —grité. Sabía que no lo lograría. Miré hacia abajo y vi sus atrevidos ojos verde claro devorando mi cuerpo, mirando fijamente mi pecho. Desde mi punto de vista, solo podía ver sus ojos y parte de su nariz, ya que su boca aún estaba enterrada profundamente en mí.  —¡Ahhh, ahhh! —gemí más fuerte con mi pecho rugiendo mientras me acercaba más y más a mi orgasmo. Flynn me dio otras dos palmadas fuertes en las tetas y luego me sujetó por el cuello, empujando mi cabeza hacia atrás. Su mano me apretó, cortándome el aire, y fijé mis ojos en el techo mientras sentía que todo mi cuerpo se tensaba. El aire quedó atrapado en mis pulmones por un segundo antes de que las paredes de mi coño se apretaran rápidamente. Todo mi cuerpo tembló, y supe que me había corrido duro en su rostro. —¡Maldita sea, te corriste! —dijo con una voz oscura y soltó mi cuello. Todavía estaba convulsionando con los ojos en blanco cuando escuché que sus pantalones caían al suelo y sentí que sus manos me acercaban al borde.  «¡Joder! ¡No le he dicho!». Tuve ese pensamiento demasiado tarde. Flynn metió su polla dentro de mí, abriendo mi entrada de un solo golpe y chocando con fuerza contra mi pared trasera. Mis labios se separaron, pero no hice ningún sonido. Dolía como un hijo de puta. Sentí como si mi coño estuviera en llamas. —¡Ah, mierda! ¡Eso estuvo apretado! —gimió y comenzó a darme embestidas rápidas y duras, lo suficientemente fuertes como para que todo mi cuerpo se sacudiera hacia atrás y mis pechos rebotaran. Esa vez grité.  —¡Ay! ¡¡Ah!! ¡Joder, eso duele! —grité y sostuve su hombro. Flynn se detuvo de inmediato. Su rostro serio y dominante se transformó en preocupación en cuestión de dos segundos. —Chloe, ¿estás bien? ¿Te lastimé? —Puso ambas manos en mi cara y me hizo mirarlo. Asentí con un puchero.  —Ouch, mi coño... —Mi voz se quebró, y él miró hacia abajo. Lentamente se retiró y jadeó. —Santo cielos, Chloe, estás sangrando. —Se puso de pie rápido, lleno de preocupaciones, y se sostuvo la cabeza. —¿Qué hice? —murmuró. Parecía que estaba a punto de perder la cordura y no pude evitar reírme. Todavía me dolía, pero él estaba a punto de hiperventilar. —Estoy bien, Flynn. Cálmate. —¿Por qué diablos te ríes? ¡Estás sangrando! Vamos a llevarte al hospital. —Él entró en pánico. —¡Flynn, no! Estoy bien. En realidad. Tranquilízate… ¿Espera? ¿Cómo me vas a llevar? Dijiste que el camión se quedó sin gasolina, ¿no? —cuestioné lo que pensaba que era obvio. Flynn se apresuró a ponerse los pantalones. —Caramba, Chloe, no soy un psicópata. Podría haber estado celoso y cachondo como el diablo, pero no con muerte cerebral. De ninguna manera te llevaría al medio de la nada y no tendría suficiente gasolina para sacarte en caso de una emergencia. ¡El tanque está lleno! —Pero… —Manipulé los códigos del tablero. ¡Prepárate! ¿Necesitas que te cargue? —Se apresuró a ponerse la camisa y me reí de nuevo. Traté de sentarme derecha y miré mi coño en mal estado. Esa fue una forma extraña de perderla.  —Flynn, estoy bien. En realidad. ¿Puedes parar y escucharme? Necesito decirte algo. —me ignoró, casi caminando en círculos, sin saber qué hacer primero.  —Voy a buscar una toalla. —Caminó hacia el baño y grité para detenerlo.  —¡Yo era virgen! —Eso lo detuvo en seco.  —¿Tú qué? —Flynn movió su cuerpo hacia mí. —Virgen. Te he estado mintiendo todo este tiempo. Lo lamento. —Mi rostro hizo una mueca y me reí nerviosamente, pero él parecía enojado. Caminó hacia mí y se sentó a mi lado. —¿Qué? Acabo de… —Señaló mis piernas aún separadas. —Sí, el primero. —Mordí mis labios y sonreí. Me dio una mirada que dijo “¿estás bromeando?”. Me encogí de hombros y él se inclinó hacia adelante y sostuvo su cabeza entre sus manos. —¿Por qué diablos no me dijiste? Te lastimé, Cloe. —habló como si estuviera pasando por el mayor dolor de cabeza que jamás haya tenido. —Se me olvidó. Te volviste todo un “Daddy Dom” en un puto segundo y dejé de pensar. —me excusé. —¡No me llames “daddy”! —Se encogió. —Deberías haberme detenido. —Siguió hablando sin mirarme. —Hasta se me olvidó la palabra que me diste, —le confesé con otra risa y él me miró, incrédulo. —En serio Chloe… ¡Miércoles! ¿Qué pensará tu familia cuando te lleve a casa partida en dos? —se quejó mientras señalaba mi coño molido y me reí. —Mi familia no tiene por que saber sobre esto, Flynn. Si te hace sentir mal que hicimos esto a sus espaldas, no tenemos que decírselo. —Sugerí. —Ellos lo saben, Chloe. —Flynn mencionó. —¿Qué? —Josh sabe exactamente adónde te llevé. Alguien tenía que saber a dónde íbamos en caso de que necesitaran encontrarnos. También les dije a tus padres que te llevaría conmigo y que pasaremos el fin de semana juntos. —¿Qué? Por qué...  —Josh es mi mejor amigo. ¿De verdad crees que lo apuñalaría por la espalda de esa manera? Él sabe lo que siento por ti. Solo y me dijo que esperara hasta que terminaras la universidad y obtuvieras una carrera antes de comenzar algo contigo, así que esperé. —¿Qué demonios? ¡Flynn! ¿En realidad? —Sí, en serio. —Se dobló, y casi me quedé sin aliento. —Pero, ¿le dijiste a papá y a mamá también? —Me sorprendió. —Siempre lo sospecharon, pero oficialmente les dije este año y ya pedí tu mano. —Hizo una pausa y me miró. —¿Qué te hace pensar que los traicionaría y escondería lo que tenemos, como si me avergonzara de ti? Quiero que seamos una pareja oficial, y admití mis sentimientos desde el primer día, como lo haría cualquier persona decente. Me senté en el sofá, estupefacta. —¡Santa mierda! —Susurré. Él Sr. Buena Gente era lindo, pero de una manera varonil. —Estaba tratando de hacer lo que sé que te gusta. Todos esos libros eróticos que lees en línea con el idiota dominante y todas las estupideces y esas cosas. Leí la mayoría de ellos y se me ocurrió esta estúpida idea. —se lamentó. Puse una mano sobre mi boca y lo miré con ojos de cachorro. Asombroso, era tan lindo. —Es un tropo estúpido que lees mucho, así que lo seguí. Lo del mejor amigo del hermano, pensé que querías algo así, y mira lo que me consiguió. —Sonaba avergonzado.  —¡Pero me gustó! Realmente me gustó. Estuvo genial. ¡Lo hiciste tan bien! —Lo abracé por el costado, pero él negó con la cabeza.  —Podría haberte hecho mucho daño. ¿Por qué me mentiste? —cuestionó y pensé por un breve momento antes de admitir mis inseguridades de casi una década. —Eras mayor que yo y sexualmente activo, y no quería parecer una idiota inepta, así que... fingí que tenía experiencia, —dije con grandes ojos de cachorro de nuevo. —Nunca hubiera pensado que eras una idiota. —Me atrajo y me abrazó. Me sentó en su regazo y besó mi cabeza. —¿Te dolió demasiado?" —Me dolió muchísimo, pero ahora estoy bien. Podremos intentarlo de nuevo. —Sugerí seductoramente y envolví mis brazos alrededor de él. Me empujó de su regazo y se puso de pie. —¡De ninguna manera! Ya hice suficiente daño por un día. —Flynn retrocedió tres pasos y me puse de pie. —¿Qué? ¿Estás planeando dejarme así? —Señalé mi entrepierna. Quise decir cachonda y molesta, pero todo lo que vio fue mi v****a jodida. La señaló. —¡No voy a meterme con eso hasta que sane! —Me aseguró y jadeé. —¡Imbécil! ¡Esto es normal! —Señalé la sangre. —No, Chloe, la forma en que te tomé no lo fue. Ve a ducharte. Voy a cocinar algo y luego puedes irte a la cama y descansar —ordenó, y yo quería hacer una rabieta. ¿Cómo se atreve? —Mira, Flynn. —Levanté un dedo hacia él y él se acercó, me levantó, me colgó sobre su hombro y me azotó el trasero. —¡Dúchate! —Me llevó al baño, me hizo pararme dentro de la ducha y abrió el grifo. —¡¡Ah!! ¡Hijo de puta! —grité y salté en el lugar con el repentino chorro de agua fría que se calentó rápidamente. Parpadeé bajo el agua y él me arrojó el jabón. —¡Límpiate! —Evitó mirar mi cuerpo y antes de darse la vuelta, Flynn me dio unas palmaditas en la cabeza y... sonrió. —¡Oh no! ¡Joder, no lo harás! —Me enfurecí y él me ignoró. Salió y cerró la puerta detrás de él. ¡Volvimos a la misma mierda! Me quité los trapos que había dejado en mi cuerpo y me duché. Unos minutos más tarde, la puerta se abrió y me arrojó una muda de ropa sin mirar adentro y cerró la puerta de golpe una vez más. Miré la pila de la ropa más conservadora que traje y fruncí el ceño. ¡Idiota! Si no lo quisiera tanto, le hubiera tirado un zapato. Al menos sabía que realmente podía meterme con él y molestarlo. Será mejor que Flynn tuviera cuidado porque yo estaba a punto de lanzarle estupideces como con una ametralladora, una tras otra hasta que me diera esa polla.
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