BLAKE ASHFORD
El silencio posterior fue un campo de minas. Olivia aún jadeaba, colapsada contra mi pecho, mientras yo la sostenía de la cintura con la mano manchada de su humedad. Su cuerpo temblaba, agotado, pero satisfecho. Yo también lo sentía: un ardor sordo en mi v***a, un dolor delicioso de tanta contención, pero una calma venenosa en la mente. El inicio había sido brutal. Y apenas comenzaba.
Gigi respiraba agitada al otro lado de la pantalla. Podía ver cómo se limpiaba el sudor de la frente, cómo intentaba recomponer su máscara de reina venenosa después de haber explotado igual que Olivia. Esa sonrisa ladeada volvió a su rostro, cargada de veneno y deseo.
—Muy bien, BlackAsh —ronroneó, con esa voz rasgada que sabía meterme fuego en las venas—. Te has ganado el derecho a más. Pero
