Prohibida 3.

1721 Words
Mia La cabeza comienza a darme vueltas y siento una presión en mi pecho, pongo mi mano sobre el para intentar calmarme y comienzo a pensar en mis pacientes, ¿Qué pudo haber sucedido? todo parecía ir bien con ellos. —¿Có… mo? — levanto mi rostro que en este momento debe estar descompuesto. —Los familiares; vinieron al hospital después de la muerte del paciente y explicaron que era un procedimiento de baja complejidad, que no había causa para que el señor López pierda la vida, pero después de ser dado de alta presento una grave hemorragia y poco fue lo que se pudo hacer aquí en el hospital. La familia López presentara una demanda en contra del hospital y de paso también habrá una demanda en su contra doctora Taylor, consideran que usted debe dejar de ejercer, iniciaran una investigación, por lo pronto, usted será retirada de su cargo en lo que se aclara todo este asunto. Estoy muda tratando de controlar las emociones que me invaden, contengo las lagrimas, caigo en cuenta de que he perdido absolutamente todo. —Doctora Taylor —el doctor Harris ha seguido hablando, pero no preste atención, salgo de mi trance y vuelvo a verlo. —Estoy segura que debe haber algún error, se hacer bien mi trabajo —logro hablar en mi defensa, pero la mirada fría del doctor me hace entender que en este momento no sirve de nada lo que diga en contra de las evidencias que él tiene en sus manos. —Doctora eso se aclarará en su debido momento ahora puede retirarse —me señala la puerta, asiento levemente y salgo de la oficina del que ahora en adelante dejo de ser mi jefe, aclarare todo me digo a mi misma, con el animo de recuperar lo único que me quedaba. Llego a mi consultorio me siento en la silla, apoyo mi cara en mis manos y respiro profundo dejo caer unas cuantas lágrimas, después de desahogarme limpio mis lágrimas, debo ser fuerte, esto no me va a derrumbar, debo recuperar mi vida, aunque a ti no te vaya a recuperar mi pequeño hijo, no voy a permitir que nadie más me haga daño, respiro profundo y me pongo de pie. Tomo mis cosas, me quito la bata y la pongo en mi brazo, comienzo a pensar en cómo saldré de esta situación, termino de guardar las ultimas cosas en mi bolso y abro la puerta. —Aquí estas —levanto la mirada y ahí está Clarisse, la madre de Jacob, lo que me faltaba. —Señora Anderson —hablo ya cansada de todo, son las personas que menos quiero ver en este momento. Entra con aire arrogante al consultorio sin haberle dado el permiso, hace cara de asco, y ya rendida dejo las cosas sobre en escritorio, me cruzo de brazos y le observó, ella mira la silla y parece pensar en si sentarse o no, al final se queda de pie. —Supe de tu pequeño berrinche —suelta haciendo una mueca de desprecio. ¿Me está hablando en serio? —No era necesario tu show, mi hijo tiene necesidades y tú con tu trabajo— observa el lugar—. No te interesaste en cumplir. claro que las cumplí y eso no justifica un engaño. —¿A que vino? —pregunto cansada de sus palabras y sus intentos de justificar lo injustificable. —Le daré el divorcio a su hijo y me alejare de su distinguida familia, quizá Kelly si les de la talla—. Me anticipo a hablar, ella me mira molesta. —No pueden divorciarse —Expresa con seguridad, hago un gesto de extrañeza ante las palabras que acabas de salir de sus labios ¿De que esta hablando? Nunca estuvo de acuerdo con nuestro matrimonio, esto es lo que siempre ha querido, pensé que estaría feliz. —Queremos que vuelvas a la casa y sean el matrimonio perfecto que aparentan. Suelto una carcajada irónica y ella me ve con fuego en los ojos. —¿Por qué haría eso? —pregunto con toda la confusión del mundo. —Imagino que quieres recuperar tu trabajo, piénsalo bien, me entere del problema en el que estas metida, sabes que podemos resolverlo en un segundo— responde y encoje los hombros, comienzo a entender todo, claro, con su poder pueden comprar a todo el que se les pone en frente, esto tiene todo que ver con ellos. —Lo voy a recuperar, pero no accediendo a sus chantajes. —Por favor Mia, no tienes nada, ni donde vivir acabas de perder tu preciado trabajo, volver con mi hijo no es nada a cambio de recuperarlo todo —asegura con desdén. —El cobarde de su hijo y sus amantes —aseguro con rabia. —¡Claro! — responde como si eso fuese algo insignificante —. Él puede divertirse— mi cuerpo hierve ante tal descaro y desfachatez. —No volveré Clarisse —no le daré el gusto, su rostro cambia a serio en un instante, presiona su cartera con fuerza y da media vuelta, se detiene en la puerta y me mira nuevamente. —Bien. entonces ve como sales de este lio y hazlo pronto, no quiero que esto llegue a la prensa y los Anderson nos veamos en un escándalo gracias a ti —me apunta con su refinado dedo. Definitivamente perdieron la razón, ellos me metieron en esto, estoy seguro que no saldrá a la luz, no les conviene solo intentaran manipular mi vida, pero no lo voy a permitir, demostrare que ellos tuvieron que ver en esto y la clase se hombre que es Jacob, eso debe servir para poder divórciame de él. —Me importa un carajo su apellido, lo único que me importa es recuperar mi trabajo. —No sé qué vio en ti mi hijo, eres tan común —hace una mueca de desagrado —, no le llegas ni a los talones a… —se calla y sé que se refiere a Kelly. No sé a qué hora se me ocurrió casarme con Jacob. —Volverás Mia, estoy segura de eso. Su mirada refleja algo que me hace sentir escalofríos. Sale del consultorio después de dar un portazo, niego con la cabeza y saco el aire de mis pulmones apoyando mis manos en el escritorio, tomo mis cosas y salgo, esta vez por la puerta de atrás del hospital, guardo todo en el baúl del auto y conduzco a la casa de Blair. Clarisse Salgo del hospitalucho ese y subo al auto que el chofer tiene preparado para mí. —Vigílenla —ordeno a mis hombres y ellos van a hacer lo que les he pedido—, a casa —le hablo a mi chofer, el enciende el auto, tomo mi teléfono para llamar a Jacob. —Madre —le escucho hablar—. Te veo en la casa en treinta minutos —ordeno a mi hijo. —De acuerdo te veré allá. Llego a casa y me dirijo a la sala donde ya debe estar Jacob. —Madre —Se acerca a mí y me da un beso en cada mejilla, el cual me causa molestia, sus acciones nos tienen enfrentándonos a la insignificante de Mia. —Hable con ella, no quiere volver —me siento en uno de los muebles —. Tráeme un te —le pido a una de las muchachas del servicio. —Si señora. —¿Cuál es el plan? —pregunta mi amado hijo. —La disminuiré, le quitare todo lo que aún no tiene, regresara será la ferviente esposa que siempre debió ser y firmara los papeles. —¿Crees que debemos llegar a ese punto?, nuestro matrimonio ya no funciona —asegura Jacob. —Ya sabía yo que eso no duraría más de lo que podía apostar, no sé lo que le viste— tomo un sorbo de mi té. —Era un crio madre, me deslumbré, me la puso difícil, se convirtió en un reto para mí, lo confundí con amor —alza sus hombros. —Claro, claro y ahora estamos en este lio por tus caprichos. Sabes que todo sería más sencillo si tú, pequeño idiota, no hubieras llevado a una de tus amantes a tu propia casa, tenemos hoteles, otras casas mandita sea. Acaricio mi sien con los dedos, para calmar la jaqueca que comienza atormentarme. —Lo sé, llevaba tiempo haciéndolo y no me habían descubierto, sus turnos eran convenientes, se suponía que no iba a regresar hasta la noche —acomoda su espalda en el mueble con tal frescura —, ¿Qué harás con Mia cuando vuelva? —pregunta con simplicidad, como si no fuera el causante de este lio. —Encontrare la forma que firme el documento donde renuncia a la mitad que le corresponde de nuestra fortuna y deberá quedarse en esta casa, eliminar las pruebas que tiene en tu contra, así no tendrá nada, podremos manipularla, deben seguir aparentando este matrimonio, en este momento no podemos hacer un escándalo, permanecerá aquí así tenga que usar la fuerza. —Mia no es una mujer fácil madre, creo que te estas tomando esto a la ligera. —Por favor hijo, existen medicamentos y muchas cosas más que podrán servirnos para domar a tu querida esposa, deberás ayudarme, no olvides que esto es tu culpa. —Y no olvides que la idea de la dichosa clausula de fidelidad fue tu idea —me rebate Jacob y tiene razón, esas clausulas están hechas para favorecer nuestra familia durante años, jamás hemos perdido un centavo por ellas y esta no será la primera vez, hare lo que sea necesario. —Actuabas como un tonto enamorado, las cláusulas están hechas para nuestro beneficio, si dejabas de "amarla", ella se iría con lo que llegó, no había inconvenientes, pensamos que serias más listo hijo y que se separarían en cualquier momento por cualquier causa, no contábamos con que le serias infiel ¡en la cama que comparten! Mas vale que encuentres alguna forma para que regrese y haga lo que queramos o lo hare yo misma, la campaña de tu padre estaría en peligro si esa mujercita habla. Me pongo de pie y voy a mi habitación, la jaqueca me está matando.
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