—¿Un atajo?—preguntó Ivanka un tanto asustada porque en realidad no estaba habituada en la ciudad. Ella solo vivió en Londres cuando solo era una pequeña de tres años y cuando era adolescente venía de vez en cuando a escondidas de su madre, e iba solo a la cárcel para visitar a su padre, asi que, no conocía mucho la ciudad como lo haría cualquier local. Por otro lado, ella sentía algo de temor, porque aquel hombre a pesar de ser joven como de unos treinta años, su aspecto era algo sombrío y daba una vibra extraña al hablar. Usaba lentes de sol, era delgado, su piel era como grisácea y sus dientes estaban en mal estado. Su tono de voz era calmado, pero te sembraba algo de duda. —Si, señorita—contestó conduciendo mirando a Ivanka por el retrovisor—, si no lo sabía hoy es día de los vetera

