Mientras que Alexander, al ver que elevador comenzó a bajar, cerró sus ojos y soltó un suspiro de alivio porque según él se mantuvo a la altura. —¡Vaya, que presión me da esa mujer! —Se tocó el corazón —tranquilo, todo estará bien. Si aceptará, y cuando lo haga hazte el desentendido —caminó hacía su apartamento. Posteriormente, el aristócrata se fue a sus labores hacía uno de sus hipódromos porque su personal lo llamó con urgencia e Ivanka visitó varios hospitales para ver si le daban empleo, pero tal y como lo dijo Alexander, las clínicas al ver que ella no tenía mucha experiencia y que su título universitario era de Norteamérica, enseguida le decían que no. —¡Lo siento mucho señorita, no hay vacante! —Era lo que le decían los encargados de todas esas clínicas. La mujer pasó todo el

