—Soy María Aragall, mucho gusto —se presentó María a su “nueva musa”, cómo Marcos había sugerido que la llamara. —Hola, Mari —saludó Sofía—, estaba ansiosa por conocerte. Soy Sofía Lucio y, a partir de este momento, estaré trabajando contigo. Mari aceptó la mano que la mujer le tendía al frente, entonces sonrió un poco menos nerviosa de cómo había llegado a esa preciosa casa a la que Marcos la había llevado minutos atrás y quien, tras presentarlas, se despidió de ambas y volvió a la oficina para seguir con su trabajo. » ¿Estás nerviosa? —preguntó Sofía, al ver a la chica tal como la describía: nerviosa. Sofía no quería confirmar sus sospechas, lo que ella quería era establecer conversación. —Más que nerviosa, yo diría que estoy preocupada —señaló la joven—, es mi primera vez escrib

