—Y eso que no querías ir a comer conmigo —susurró Marcos al oído de la chica, incomodándola demasiado. Ella iba a responder, pero no pudo hacerlo, alguien más se dirigió a ella en ese momento. —Señorita Aragall —habló Gabriela, que caminaba hacia ellos en una actitud algo nerviosa, casi sospechosa—, quería hablar con usted. Me temo que usted haya malinterpretado mis palabras en la charla de antes, así que quería que agendáramos de nuevo, para poderle explicar todo con calma y que lleguemos a un acuerdo. Mari no supo qué responder. En realidad, ella no quería tener que hablar de nuevo con esa mujer que la había hecho sentir tan mal, pero tampoco quería ser grosera con ella, sentía que su educación no valía el que ella se rebajara de semejante manera. Y es que María sabía bien que no

