Capítulo 5. Tina.

1473 Words
Mi primer deseo era, dar la vuelta y correr lejos de él, pero no lo hice. Ese hombre tenia un extraño poder sobre mí, no pude resistirme. Sobre todo, cuando estábamos a solas. - Tina, lo siento, no quería asustarte. Por el contrario, quería darte las gracias por salvarme. - dijo y su voz, como una hermosa melodía, entro en mis oídos cautivándome aún más. - ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Me sigues? - pregunté. - ¡No! ¿Quién no conoce a Valentina Marín? ¡Eres una futura estrella del deporte! - Sonrió y me gustó mucho su sonrisa y las palabras, que dijo. -  Y en tu universidad estaba hoy por casualidad, estaba buscando nuevos talentos. Mi hotel esta aquí cerca, por eso yo salí a este estadio para entrenarme un poco, por así decirlo, mantenerme en forma. - ¿Por qué saltaste de la roca? - pregunté yo de repente. - No salté, me caí, la piedra de la roca se desprendió, y siento mucho, que, por mi imprudencia, tuvieras que arriesgar tu vida, - explicó el. - Por cierto, mi nombre es Herman. Cogió mi mano y la levantó para besarla. Sus labios calientes me tocaron la piel y me cubrió la cabeza con una ola de tanta ternura, que no aguanté y lo acaricié por el pelo oscuro y suave. Herman soltó mi mano y apretó mis labios con su boca. Solo he besado dos veces en mi vida, y como él me besó, nunca. El corazón golpeaba como rabioso, la fiebre subía a la cabeza y aparecieron unas extrañas cosquillas en el estómago. Todo esto me hizo recordar los sueños en los que él me amaba.  Él también me hacía temblar de pasión con sus manos, el mismo deseo incomprensible de pertenecer solo a él y la felicidad llenó completamente mi cerebro. - Ven conmigo, amor, - dijo con cuidado y me tendió la mano. Me fui con él como un cordero atado a su mano. Era una simple locura, la que no pude explicar. No estaba ni borracha, ni drogada, estaba en mi sueño, pero en realidad. Sentí sus besos y caricias, que me hechizaban. - ¡Señorita Marín! ¿Qué está haciendo aquí? – Escuche de repente la voz de mi profesor de derecho.  Recuperé el sentido y miré a mi alrededor. Estaba en el pasillo de un hotel. Señor Varov me miraba con una mirada de desprestigio. Me lancé a las escaleras como loca, bajé corriendo, saltando los peldaños. No sabía en que piso estaba, pero no me importaba. El horror y la vergüenza me habían envuelto completamente. Había caos en mi cabeza. "¿Cómo pude? ¿Qué me pasó? ¿Cómo habría terminado todo esto? ¿Cómo después voy a mirar a los ojos a mi profesor? ¿Por qué ese hombre está actuando así contra mí? ¡Yo no le conozco!” -  Mi cerebro procesaba todas estas preguntas, pero no encontraba las respuestas. Llegué al primer piso cuando las puertas del ascensor se abrieron. Herman corrió hacia mí.  Me cogió en un fuerte abrazo: - Lo siento, lo siento, pero no me dejes. Por favor, no me dejes ahora. Te he estado buscando durante tanto tiempo, Tina. - Me susurraba, pero no lo entendía y sólo tenía un deseo en ese momento: ¡huir! Lo empujé y me escapé por la puerta. Corrí hasta la puerta de mi apartamento, mi cuerpo temblaba. Me subí de nuevo a la cama y me cubrí con manta hasta la cabeza. «Menos mal que mi compañera de cuarto se fue a casa de sus padres el fin de semana, o habría hecho preguntas», - pensé. Cuando el temblor pasó, fui a la cocina, mirando a la puerta, temí que estuviera allí, pero intenté quitar esta locura de mi mente. Yo puse una tetera para hacer una bebida sedante de tomillo y melisa. Luego me senté en el sofá y encendí la televisión. No tenía ni idea de lo que echaban, solo necesitaba escuchar el ruido frente a mis pensamientos. "¿Por qué me transformo en una tonta, cuando él está cerca? Nunca lo había visto antes, pero siento que es mío, mi hombre. ¡Es mi amante de los sueños! ¡Pero no en realidad, aunque poco faltaba!” - Me sobresalté solo de pensarlo. En mis sueños Herman era el hombre que amaba, pero también era el odiado “Shere Khan”. Cariñoso y delicado Herman, que me daba una felicidad increíble solo por amarlo y recibir su amor, pero al mismo tiempo, un cruel torturador y sádico “Shere Khan”, que me maltrataba, humillaba y no me llevó a la muerte por pura casualidad. Lo recordaba perfectamente. La conciencia de que mi amable torturador de los sueños adquirió un cuerpo real y estaba relativamente cerca de mí me emocionó de tal manera que ya no podía ayudarme una simple infusión de hierbas. Decidí mañana ir al médico. Todo parecía tan poco probable, que un hombre normal no podía creerlo, y yo me consideraba normal. Con tanto trabajo de cabeza no me enteré, como me había dormido. “La lluvia fría me golpea la cara con grandes gotas, y el viento agita las copas de los árboles, haciendo un ruido horroroso. Los pies descalzos se inundan en el barro, las ramas secas se agarran a la ropa, arañan la cara y las manos, pero yo sigo corriendo. Tengo que huir. Un segundo de retraso me costará la vida. Se escucha un trueno en algún lugar lejano. Me doy la vuelta para asegurarme de que nadie me persigue. La oscuridad de la noche es cortada por un rayo, sólo una fracción de segundo, pero he podido distinguir la silueta de una figura masculina entre los troncos de los árboles sin hojas. - ¡Tina! - escucho mi nombre pronunciado por su voz, tan dolorosamente querido. - ¡No! ¡No es él! No podría alcanzarme tan rápido. ¡No podría! – me dije yo a mí misma. - Tina, detente, - gritó de nuevo, pero ahora su voz estaba muy cerca. Eso no puede ser... Dejé de correr y me giré para asegurarme de que no era ÉL, que es otra persona que me llamaba y que la voz parecía familiar debido al ruido de la lluvia y el viento. Un nuevo rayo ilumina el bosque, pero estoy sola. Su silueta ya no está, así como no se oyen las voces. Me giré para volver a correr, pero siento un abrazo caliente. Estoy tratando de alejarlo, pero solo estaba apretándolo más a mí misma, sin querer dejarlo ir. - Tina, soy yo, - oigo su voz tranquila en la oreja, - no tengas miedo. Levanto los ojos y veo su mirada penetrante en mi alma, tocando sus rincones más sagrados. ¡Es él, es él! Siento un temblor por todo el cuerpo, y la culpa no es del viento frío, sino su cercanía repentina, que es como un veneno que se estira por mi cuerpo.  - ¿Cómo me has encontrado tan rápidamente? - Le susurro en los labios, cuando sus palmas calientes abrazan mi cuerpo. - Siempre te encontraré, - contesta y sus labios encuentran los míos. Solo Él puede besarme de esta manera, que me quita el aliento en un dulce beso doloroso. Sus manos acarician mi cuerpo, cada vez bajando más. Yo quiero quitarlas, pero no puedo, porque estoy hipnotizada por sus ojos con una oscuridad aterradora, un abismo n***o que está a punto de consumirme. - Herman, déjame ir. - Suplico, agarrándome a sus manos, tratando de quitarlas de entre mis piernas, pero sin éxito. Es más fuerte, siempre ha sido más fuerte. - ¡No te dejaré ir! - Su voz tranquila se convierte en mi grito, provocado por el fuego del orgasmo, que me provocaron sus dedos. - ¡Eres mía! ¡La mía!” Me desperté, aun temblando de pasión. Estaba tumbada en el sofá, la televisión estaba trabajando, y mi taza de té estaba en la mesa. La cogí y le di un sorbo, ya no estaba caliente.  De repente recordé las palabras de mi tía diciéndome, que todas las mujeres de mi familia tenían sueños premonitorios y yo debería hacerles caso, porque son una advertencia al peligro y no una simple pesadilla. En mi cabeza apareció la idea loca de huir de esta ciudad, pero yo no tenía a dónde ir, y mi objetivo era acabar mis estudios aquí. Faltaban tres meses para el Campeonato Europeo, y en un mes me iría de aquí a los campos de preparación. Sólo tenía que pasar un mes sin enfrentarme a él. Y ahí veríamos. Involuntariamente yo regresé a aquel día, cuando en el internado apareció mi tía.
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