Capítulo IX (Especial I)

1882 Words
Me encontraba realmente nerviosa durante mi primer día en LampCo, jamás había trabajado y no tenía mucha idea de cómo funcionaba el mundo laboral o qué debía hacer exactamente. Pero a la par de nerviosa, me encontraba emocionada. Al despertar, inmediatamente fui a vestirme con el uniforme de aquel entonces. La camisa beige de la empresa, un pantalón y zapatos negros. También me hice una cola de caballo en la que destacaban los largos rizos de mi cabello, debo confesar que al inicio me sentía avergonzada de que mi cabello fuese de esa manera. Las personas me comentaban que no se veía profesional por lo que usualmente lo estilizaba con la plancha, pero, con el tiempo aprendí que ¡El cabello rizado es genial! Otorga un estilo muy divertido y elegante a su manera. Continúo. Luego de arreglarme, organicé mis cosas en una cartera que solía llevar al trabajo y emprendí mi viaje a las oficinas de LampCo. Me daba gran temor llegar tarde el primer día, así que opté por comprar un sándwich y un café pequeño. Comí rápidamente en el pequeño local que se encontraba a unos cinco minutos de la estación del metro y continué mi viaje. Lo primero que vi es un gran edificio, bastante lujoso a decir verdad. En la entrada había un techo sostenido por columnas color beige brillante y debajo podía apreciarse la puerta, la cual era completamente de cristal. Dentro la variedad de muebles variaban entre tonos azules, beige y blancos, dándole al lugar una gran sensación de calma. Cómo si la ambientación te susurrara "todo estará bien". Sin embargo, llegué temprano -realmente muy temprano- una media hora antes de iniciar mi jornada laboral. Esto solamente me hacía sentir como una inadaptada. Por supuesto que al ser un manojo de nervios lo único que podía hacer era temblar, por lo que terminaba llamando la atención de las demás personas -cosa que me hizo sentir muy avergonzada en aquel momento-. Cansada de sentirme de esa manera, nacieron mis ganas de subir directamente a mi oficina. Pero había un asunto que me lo impedía. Tenía entendido de que señor Aiden me recibiría en la recepción, pero allí no había nadie, solamente nos encontrábamos la secretaria, el personal de limpieza y uno que otro empleado usando sus teléfonos o hablando en pequeños grupos. Opté por esperarlo, así que me senté en un pequeño mueble beige, coloqué mis manos sobre mis muslos y las estuve viendo por unos minutos, mientras trataba de calmar mi nerviosismo. Solía repetirme "si me ven así no daré una buena imagen" -pero ahora que lo pienso, decir eso únicamente me haría sentir más nerviosa-. Volteé a mirar el reloj blanco que se encontraba en la pared detrás de la secretaria, solo faltaban dos minutos para entrar a mi jornada laboral. Sabía que el señor Aiden me había pedido esperarlo, pero pronto debía comenzar mi deber, preferí ser paciente y opté por esperarlo por los dos minutos restantes. Durante esos minutos, pude apreciar como llegaban más y más personas a la empresa, algunos se quedaban en la recepción y otros iban directo al ascensor. "Suelo ser una persona realmente social, ¿Por qué ahora mismo no puedo sacarle provecho a este don?" Pensaba. Me hubiese gustado acercarme a alguna persona y entablar alguna conversación, sin embargo, me sentía inmóvil. Hasta antes de esta situación jamás me había dado cuenta de que soy tímida, suponía que ser social y ser tímido eran como el agua y el aceite. Entonces, parecía que una solución fue enviada. Como cuando un niño pide un regalo para navidad y le traen exactamente lo que pidió. Me sentí de esa manera. Finalmente, alguien con quien hablar. Aunque el inicio no fue nada cómodo para ninguno de los dos, lamentablemente. Pude apreciar que en la recepción se encontraba un muchacho medianamente alto -al menos más que yo-, de tez muy blanca y con una pequeña coleta en su cabello. Se encontraba hablando con la secretaria y de vez en cuando volteaba a verme. Al terminar de hablar, pude apreciar como se aproximaba a mí. Al estar frente a frente inmediatamente me levanté, parecía que me quería decir algo, pero mi intervención lo había dejado con la palabra en la boca. -¡Señor Aiden! Un gusto en conocerlo, Soy Mimi Salotto, la nueva persona a ingresar en la oficina 12D-. El chico se veía muy confundido, su boca solo alcanzó a pronunciar -No... Sean-. -¡Señor Sean! Un gusto en conocerlo, lamento la confusión-. Pero la cosa parecía no mejorar, parecía que no hay forma de eliminar el sentimiento confuso del ambiente. -No me digas señor- se limitó a responder. -Además, parecemos de la misma edad-. Finalizó con una sonrisa un poco incómoda. Me sentía realmente apenada. Solamente pude responder un "lo siento mucho", pero automáticamente contestó -No tienes por qué disculparte, no te preocupes-. Finalmente parecía ya no estar del todo incómodo, así que la conversación iba por buen camino. -¿Puedo hacerte algunas preguntas, Mimi?- Preguntó. -¡Por supuesto!- respondí de inmediato. Me sentía muy enérgica, pensaba que me preguntaría cosas acerca del trabajo y me orientaría. No obstante, solo me tomó como despistada. Se veía muy dudoso acerca de realizar su pregunta, así que comenzó con pequeños rodeos. -Parece que Aiden iba a esperarte, pero no ha llegado- Dio un pequeño vistazo con su cabeza por la habitación y volvió a mirarme. Entonces preguntó -¿Qué certeza tenías de que te esperaría?- La pregunta no suena muy alentadora, lo hacía sonar como un jefe impuntual y que no cumplía lo que decía. -Al finalizar la entrevista su secretaria me dijo que nos veríamos el primer día de trabajo aquí en la recepción-. -Entonces, él no estaba en la entrevista ¿no?- Hice un gesto de "no" con mi cabeza. -Vale-. Llevó su mano izquierda a su barbilla y comenzó a frotarla delicadamente con sus dedos. Parecía estar analizando la situación. -Pero... ¿Cómo sabrías quien es si nunca lo has visto?-. Sí, soy muy ingenua. -La verdad es que no lo sé, creí que me vería y se acercaría a mí- Respondí sintiendo bastante vergüenza. -¿Y como él sabría quien eres si jamás te ha visto?- Preguntó. -En algún punto debió de ver mi currículum, por lo que tendría mi foto- Respondí, considero que para poder ser contratada en la empresa, necesitaría que mi información pasara por las manos del jefe, así que en algún punto me habría visto. -Tienes razón- Contestó. Se veía muy feliz con mi respuesta. -Por cierto, mencionaste que tu oficina será la 12D ¿no?- Ladeó un poco su cabeza, parece que se sentía muy curioso al respecto. -Así es Sean- Asentí con la cabeza -¿De casualidad sabes en qué piso se encuentra?- Solté una pequeña risa nerviosa. Fui tan descuidada que olvidé en que piso se encontraba la oficina. -Se encuentra en el piso 12, podemos tomar el ascensor y subir juntos- Hizo un gesto con su mano como para que lo acompañase. -¿Juntos?-. -Sí, deberíamos subir ya, vamos unos cuantos minutos atrasados-. Sonrió. Dio unos pasos dirigiéndose hacia el ascensor, yo estaba muy confundida y me quedé estática. Se detuvo, volteó a verme y con una expresión feliz en su rostro preguntó "¿Vienes?" acción que de inmediato me sacó de mi trance y comencé a caminar. Esperamos el ascensor por unos cortos minutos. Al subir, me sentía menos tensa, por lo que me animé a responder una duda. -¿De casualidad eres un supervisor?-. -No, soy tu compañero. También trabajo en la oficina 12D- Contestó mientras asentía. -También soy nuevo como tú, bueno, realmente no tan nuevo, ingresé hace tres meses a LampCo-. Mi cara reflejaba asombro. Me limité a asentir. Me hacía sentir muchísimo más relajada no ser la única nueva. Sonó una campanada, el ascensor había llegado al piso 12. Ambos salimos y caminamos por un pasillo lleno de puertas de cristal y algunas plantas en el exterior. -Las plantas son decoración de los empleados, si deseamos podemos colocar una planta fuera de nuestra oficina-. Comentó Sean. Al final del pasillo se encontraba nuestra oficina: 12D. El joven abrió la puerta cristalina y ambos accedimos a la habitación. De repente, pudo apreciarse un Sean lleno de energía, su saludo irradiaba emoción "¡Buenos días, Rufer, Meredith! ¿Han tenido buena mañana?" Expresó con una gran sonrisa y grandes gestos corporales, sin duda estaba muy feliz. Sin embargo, sus -o nuestros- compañeros no devolvieron el saludo de la misma manera. El hombre moreno no se movió, únicamente levantó los ojos dirigiéndolos hacia el joven y le respondió "Llegas tarde". -Lo sé, soy consciente de ello- hizo un gesto con su mano expresando "no pasa nada" -Pero eso no es importante ahora-. -¿Acaso pasaste tu tarjeta por el lector? ¿O aún no has llegado bien?- Preguntó la mujer que se encontraba en el último computador de la habitación-. -Ups- Su cara expresaba sorpresa y se giró hacia la puerta. Pero volvió a girarse hacia la mujer -¿Me crees tan torpe?- añadió junto a una mirada juguetona. La cara de la mujer solo expresaba cansancio. Pasó su mano izquierda por su cabello y luego la colocó en mi hombro para luego retomar la conversación. -Como decía, lo crucial es que tenemos una nueva compañera- Giró su cabeza hacia mí y me ofreció una sonrisa, solamente pude devolverle un intento de la misma. -Su nombre es Mimi Salotto y trabajará con nosotros a partir de hoy-. El moreno dejó su trabajo de lado, giró su silla hacia mí y procedió a presentarse. -Bienvenida, Mimi, puedes llamarme Rufer-. En definitiva me ofreció más atención que a Sean, me hacía cuestionar qué clase de relación podrían tener ellos dos -y aún tengo mis dudas al respecto-. Igualmente, la mujer se presentó -Mimi Salotto, me llamo Meredith Laforte- -Y yo soy Sean Kim- Dijo el muchacho a pesar de que anteriormente ya se había presentado. -El gusto es mío, ¡espero que podamos llevarnos bien!- Expresé muy emocionada, no sabía exactamente qué tipo de relación podrían tener todos aquí así que debía de ser un poco cautelosa. -Parece que el jovencito te contagió su energía- Comentó Meredith. -Parece que somos similares, también suelo ser muy enérgica- Le respondí. -Entonces espero que tu energía no sea tan agotadora como la de él- Sean solo se dedicó a reírse de aquel comentario. Por su expresión parecía que no le molestaban para nada. Estaba dispuesta a sentarme en el único lugar vacío, pero hubo algo que me hizo girar hacia la puerta cristalina. Era una figura. Una figura de un hombre. Era más alto que Sean, pero más bajo que Rufer, su piel era realmente pálida y su cabello era castaño oscuro, pero se veía grisáceo por las canas, puedo comentar lo mismo de su barba. Procedió a abrir la puerta y se quedó parado allí, de inmediato todos levantaron la mirada ante la llegada de esa persona. Hubo un gran silencio, ni siquiera Sean se veía lo suficientemente animado como para decir algo. Entonces, aquel hombre rompió el silencio. -Señorita Mimi Salotto ¿No acordamos vernos en la recepción?-.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD