Capítulo IV

1935 Words
El cielo estaba oscuro y repleto de nubes de un tono más oscuro. Probablemente llueva más tarde. No estoy segura de qué hora pueda ser, debo acercarme a mi teléfono para revisar. Ya no siento tanto dolor de cabeza, me siento mucho más relajada luego de haber tomado este descanso. A pesar de no tener tiempo para tomar pequeños recesos, a veces dejo mi trabajo de lado y me dirijo a la ventana a relajarme un poco. Por supuesto que esto me genera un sentimiento de culpabilidad porque aún tengo trabajo que hacer, debería terminarlo y luego descansar adecuadamente ¿no? Pero si no tomo un descanso cuando siento que debo hacerlo ¿Cuándo nacerá la oportunidad? Últimamente, lo único que puedo sentir es cansancio, me gustaría pensar que es porque he estado trabajando duro. Bueno, este descanso ya fue lo suficientemente largo, creo que esta vez me lo merezco. Me retiré de la ventana y fui en búsqueda de mi teléfono, el cual se encontraba sobre mi escritorio. 6:17 pm, en unos minutos oficialmente sería la hora en la que puedo retirarme de esta oficina. Decidí sentarme y revisar qué trabajo tendré para mañana. Sin embargo, me sentí muy sorprendida al ver que mañana era sábado, considero que he comenzado a perder la noción del tiempo. Esta semana fue un poco más libre de lo usual, ya que el jefe no se encuentra en la empresa, actualmente está en otra ciudad. Por ahora existen planes de expandir la empresa por todo el país, así que en esta oficina nos encargaron realizar permisos de obras y verificar parte de los documentos que se necesitan para continuar con ello, como inventarios y presupuestos. Sean también se ha encontrado trabajando a la distancia, de vez en cuando nos envía documentos con el fin de ser comprobados por nosotros. Ya que el jefe no verifica los documentos sino hasta luego de ser redactado por nosotros, de vez en cuando él le ha enviado una que otra broma muy sutil dirigida a Rufer. Es importante mencionar que Sean y yo entramos casi al mismo tiempo a la empresa, que sea una persona muy bromista no significa que sea alguien ingenuo -como yo-, puedo decir con seguridad que es alguien muy inteligente y hábil en su trabajo. Gracias a sus buenas habilidades se ganó la atención del jefe, suele llevarlo en todos sus viajes de trabajo. Siempre suele recalcar sus buenas acciones para la empresa y cómo desde que él llegó su trabajo se ha vuelto más fácil, es un halago bastante extraño, podría decirse que en realidad es como si lo hubiese nombrado su asistente personal sin haberlo nombrado así. A él le da bastante igual esto, no le agrada mucho el jefe, pero tampoco le importa demasiado trabajar para él. Al inicio aceptó porque quería probar algo nuevo, también se veía sumido por la rutina. Suele manifestar que sus experiencias viajando son interesantes -no siempre en el buen sentido-. Debo admitir que lo extraño, es el único amigo que tengo. Espero que vuelva pronto. De repente mi teléfono comenzó a vibrar, pensé que había invocado una llamada de él con mi mente, pero en realidad era mi alarma. 7:30 pm, ya era hora de retirarme. Había olvidado recoger mis cosas, me distraje pensando otra vez. Comencé a guardar en mi bolso mis cosas, como mi botella de agua, el cargador de mi teléfono, mi cuaderno de notas y mi bolígrafo especial. Lo único que tiene es que no es como los bolígrafos de oficina, este también es de tinta negra, pero por fuera es color menta y al girarlo en un lugar iluminado puedes apreciar unos pequeños brillos de diferentes colores. A veces suelo distraerme girándolo. Creo que ha quedado claro que pierdo mi atención muy fácilmente… Ya dispuesta a irme, me levanté de mi asiento y lo acomodé, también con un pequeño paño limpié el escritorio y también le di una pasada al teclado. No está sucio, sin embargo me gusta dejar todo de la misma forma en la que llegué aquí. Tomé mi bolso y lo puse sobre mis hombros, pude apreciar como Rufer y Meredith estaban también acomodando sus cosas y apagando sus computadores. De repente, hubo un gran destello, toda la oficina se quedó en blanco por unos segundos, todos nos encontrábamos anonadados. Poco después de ese suceso, escuchamos la lluvia caer, había sido un relámpago. -Lo que faltaba- Meredith dio una leve palmada a su escritorio. -Hoy iría al cine con mis hijos, y luego por un helado, ya será una actividad que quedará para otro día-. -¿Por qué no van juntos en taxi?- Pregunté, pensaba que sería una idea inteligente, pero su respuesta me hizo sentir lo contrario. -Prefiero que no salgan mientras llueve- Rodó sus ojos y dio un suspiro. Continuó -Quizá en el proceso puedan mojarse ¡Pueden enfermarse!-. Rufer decidió intervenir –En realidad la lluvia no enferma, Meredith. Lo que enferma es…-. -¿Y qué pasaría si llegan a enfermarse de casualidad esta vez?- Interrumpió. -Podría prestarte mi paraguas, así tienen menos probabilidad de mojarse- Dije mientras tomaba mi paraguas y lo dirigía hacia ella. Su mirada se sentía como si estuviera juzgando todas las vidas que podría haber tenido, decidí continuar a pesar de sentir que no debía seguir hablando. -Además, no me importa mucho mojarme- Solté una pequeña risa nerviosa. -Agradezco tu amabilidad, jovencita, pero no puedes mojarte, luego nos contagiarás a todos de gripe-. Me limité a asentir, era imposible cambiar aquella idea de su mente. Ahora mismo solamente tengo dos opiniones, pienso que está bien que se preocupe por sus hijos -aunque parece ser muy estricta en ello-. Sin embargo tampoco puedo juzgarla, jamás he sido madre y no puedo entenderla del todo. Pero también tengo la sensación de que realmente no tiene muchas ganas de salir hoy. Me acerqué a mi escritorio y me aseguré de que todo estuviera ordenado otra vez, ahora sí podía retirarme. -Buenas noches a todos, nos vemos el lunes otra vez- Me despedí de ambos mientras tomaba el pomo de la puerta, dispuesta a retirarme. -Tengan buena noche, Mimi, Rufer. Yo estaré un rato más aquí mientras llamo a un taxi-. Respondí ofreciéndole una pequeña sonrisa, me despedí con la mano de ambos y procedí a salir de la oficina. La pequeña conversación que tuvimos sin duda me dejó pensativa, ella se observaba muy estresada, espero que por lo que dije no se sienta peor. Aunque pienso que no expresé nada malo, no habría motivo por el que podría sentirse mal. Otra vez me siento dudosa. -Mimi-. Me sobresalté apenas escuché mi nombre ser llamado por una voz, ese tono grave y ronco era muy reconocible. Rufer me había llamado. El hecho de que ahora esté aquí a mi lado me hace sentir un poco confundida, no solemos hablar mucho y menos luego de terminar nuestra jornada laboral. Parecía que quería preguntarme algo, así que decidí tomar la iniciativa en la conversación. -Rufer, supuse que estarías un rato más en la oficina- Le di una pequeña sonrisa. -No, no hay motivos para hacer eso-. Declaró mientras negaba con la cabeza. Ambos nos dirigimos al elevador, se encontraba en planta baja así que debimos de ser pacientes. Para hacer la espera más amena, decidí continuar la conversación. -Esta semana has sido nuestro jefe ¿te ha gustado la experiencia?-. -Puede decirse que sí-. Un detalle interesante es que cada frase que decía Rufer, lo hacía sin mirarme, se encontraba siempre con la cabeza hacia el frente y viendo hacia abajo. Él es muy tímido. Hubo silencio, no sabía que comentar. Algo que me emociona es que tenga la iniciativa de hablar conmigo, sé que es una persona de pocas palabras, así que debo ayudarlo un poco. -¿Qué fue lo que más te gustó?-. -Que Sean no estaba-. Solté una pequeña risa, esperaba que respondiera algo por el estilo. Sonó una pequeña campanada, el ascensor había llegado a nuestro piso. Las puertas se abrieron ante nosotros y entramos en él. Rufer marcó planta baja y de inmediato las puertas se cerraron. Rufer se recostó de la pared del elevador con los brazos y piernas cruzadas mientras observaba la pared metálica de este. Yo estaba un poco tensa porque no sabía que decir, me encontraba parada muy recta en el elevador jugando con mis manos por el nerviosismo. Entonces, él rompió el silencio. -No me gusta ser llamado jefe de tu parte. Solamente soy tu compañero-. Dijo mientras continuaba viendo la pared. -Lo siento, no sabía que no te gustaba-. -No tienes por qué disculparte, no me has insultado. En respuesta a ello, sonreí. De su parte se podía apreciar una pequeña sonrisa a través de la pared metálica del ascensor. Otra campanada, llegamos a planta baja. Aún quedaba camino hasta llegar a la salida, así que podíamos continuar charlando otro rato mientras caminábamos. Me sentí curiosa acerca de su vida, no todos los días hablaba con él como lo hago hoy, así que decidí preguntarle qué hará este fin de semana. -Nada relevante-. -¿Estás seguro?-. -¿Dudas?- Respondió bastante serio. -No, solo siento curiosidad por ti-. Frunció levemente el ceño, ¿acaso estaba preguntando algo malo? -Me gustaría que tuviéramos la oportunidad de hablar más seguido, eres muy agradable-. Se veía muy pensativo, yo solamente me sentía nerviosa, no podía descifrar ni un poco en qué podría estar pensando ahora mismo. -Me parece bien- Asintió mientras lo decía. Me sentí muy aliviada con su respuesta, toda tensión que pudo haber desapareció. Llegamos a la puerta principal de la empresa, esta es de cristal, por lo que través de ella podíamos apreciar un cielo oscuro y un ambiente lluvioso que lo acompañaba. Ambos salimos del edificio y nos detuvimos al frente de la puerta, sobre nosotros había un techo que nos resguardaba de la lluvia. -Oye, sobre Sean…- ¿Has hablado con él?- Preguntó Rufer mientras abría su paraguas. Eso me tomó con la guardia baja. -¡Oh! Gracias por recordarme, había olvidado completamente responder su mensaje-. Me siento muy apenada por ello, he estado tan ocupada que olvidé contestar. -Eso fue hace tres días, qué maleducada- Ahora me siento el doble de apenada. Rufer se veía muy indeciso, parecía que en cualquier momento se iría a la vez que aparentaba querer quedarse bajo ese techo. No sabía qué hacer o qué decir, así que abrí mi paraguas dispuesta a volver a mi departamento. Estaba por despedirme hasta que soltó una petición muy llamativa. -Recuérdale lo que dijo, lo de la comida- ¿Por qué habría tanto interés en ello? -No te preocupes, en cuanto llegue a casa le escribiré, te lo prometo-. Rufer asintió, se despidió con la mano y se retiró. Pude observar cómo doblaba en la esquina, desapareciendo completamente de mi visión. Está lloviendo muy fuerte. Meredith tenía razón, no es cómodo llevar a tus hijos de paseo con este clima. Ahora que lo pienso, yo también debería llamar un taxi, el paraguas solo mantendrá seca mi cabeza, pero la historia será diferente con el resto de mi cuerpo. Me hice a un lado, ya que estaba parada en toda la entrada de la empresa, estaba dispuesta a pedir un taxi, pero me di cuenta de que mi teléfono se quedó sin batería. Ahora solo tengo dos opciones, esperar que de casualidad pase un taxi o irme a casa a pie. Sin embargo ahora mismo no me siento paciente, me encuentro muy cansada. Espero que no me dé gripe.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD