Capítulo XXVIII

1720 Words
Durante el trayecto no pasó nada de gran interés, me gustaría que hubiera pasado algo interesante como cuando a veces entran perritos al tren y se bajan en su estación, pero esta vez no pasó nada. Sólo permanecí sentada durante cuatro horas en aquel vagón. Pero lo valió. Finalmente me encuentro en Ciudad Cielo. Me llena de tranquilidad que esta estación no sea subterránea, me gusta poder apreciar el paisaje. A pesar de ser una ciudad, su paisaje no lo parece tanto, es bastante similar al este de la ciudad donde vivo, ya que más que edificios y grandes obras la ciudad está llena de vegetación y de muchos puestos de flores. Ahora, cuando estaba en el tren abrí el mapa para saber dónde quedaba la frutería de la que hablaba el señor de la llamada, planeaba ir caminando hasta allá pero el trayecto es de una hora, así que me agotaría a medio camino. Lo sé, mi condición física no es la mejor -aunque tampoco es muy fácil caminar durante una hora-. Entonces ¿qué puedo hacer? tomar un taxi, fuera de la estación hay muchos, así que tengo que subir para allá y tomar uno. Este sitio es muy tranquilo, hasta en la estación del tren se siente paz y no hay ajetreo alguno a pesar de ya casi ser hora pico. No tardé mucho en salir de la estación porque no hay escaleras para su acceso, tuve que cruzar la calle para llegar a donde se encuentran los taxis. Había un taxista sentado en un banco esperando por clientes así que me acerqué a él. -Disculpe ¿puede llevarme hasta pueblo Gota?-. -Con gusto, suba- Respondió la persona, de inmediato se levantó y abrió la puerta del auto. -Muchas gracias- Contesté. El señor se encargó de meter mis maletas en el maletero de su taxi, luego subió al asiento del chofer y antes de partir me preguntó -¿a qué parte irá?-. -A la frutería-. Me miró extrañado -¿Frutería?- Respondió -¿Te refieres a la feria de frutas?-. No sabía con exactitud a qué se refería o si había escuchado mal lo que dijo el señor de la llamada. -Bueno, me dijeron que fuera a la frutería, así que supongo que es ese lugar-. -Está bien, para allá vamos- Respondió y puso en marcha el auto. Los primeros minutos del trayecto fueron en silencio, pero el señor taxista se veía como si quisiera entablar una conversación, así que decidí iniciar. -Disculpe ¿por qué le dijo feria?-. -Las personas que no son del pueblito le dicen frutería, te lo digo porque soy de allá-. -Oh ¿de verdad?-. -Sí, muchacha. Mi familia y yo nacimos allá, también vivo en el pueblo pero trabajo aquí en la semana-. -Genial, señor ¿Cómo es la vida allá?-. -Pues es campo, ni siquiera parece parte de una ciudad, antes de entrar a trabajar aquí me dedicaba a vender frutas en la feria- Respondió muy orgulloso. -Vaya ¿qué lo hizo cambiar de ambiente?-. -Hablas muy elegante, no eres de aquí ¿verdad?-. Me tomó por sorpresa esa pregunta, no esperaba que por mi léxico descubriera que mi ciudad natal no es ciudad Nube -o pueblo Gota-. -No, soy de Ciudad Hoja-. -Debes ser millonaria, sólo los millonarios viven ahí-. Ojalá esa fuese la realidad. -No, no. Ya me gustaría, señor- Respondí con una risita nerviosa. El señor también rió, espero que por ese mito no cobre más caro. -Respondiendo su pregunta, quería conseguir un trabajo en la ciudad porque todos hablaban de lo buenos que eran, la gente decía que trabajar aquí era divertido ¡y tienen razón! soy feliz con mi trabajo-. Respondió con una sonrisa. -Me alegra que se sienta así- Asentí. -Y a ti ¿qué te lleva a mi pueblo? Parece que ahora quería saber parte de mi historia. -Me encontraré allí con mis abuelos, ellos son de pueblo Margarita-. -¡Pueblo Margarita!- Respondió muy emocionado -Si nos hubiéramos conocido antes podría haberte llevado allí ¡y gratis!- ¿A qué se debe tanta amabilidad? -¿Tiene algo especial?- Pregunté, debía encontrar la causa de su emoción. -Tiene tantos atractivos, como la feria anual de calabazas, sus lagos, la casa de los gatos y la granja Clarissa, es triste que haya perdido su potencial pero aún sigue siendo un sitio muy bonito. ¿Qué? -¿Clarissa?-. - Actualmente tiene un nombre más moderno, se llama Owlrange. Me imagino que no lo conoces, vives muy lejos de ahí, pero en su tiempo fue un lugar de renombre-. Este señor... ¿cómo conoce la granja? bueno, como dijo, fue un lugar muy importante, por lo que no es tan raro que sepa de él, pero aún así me da curiosidad. -¿Qué sabe de esa granja?-. -Bueno, eran los principales exportadores de vegetales, frutas y otros alimentos como miel, lo vendían todo a las ferias y tiendas locales. También eran conocidos por adoptar animalitos de granja y cuidarlos como si fueran sus hijos, era llamativo porque es algo que las granjas no suelen hacer-. -Ya, comprendo-. ¿Qué pregunta más específica podía hacer para saber si tiene relación con mi familia? -¿A qué se debe la curiosidad? ¿Te gusta ese lugar como para hacer turismo?- Me ganaron la intervención en la conversación. -Sí, suena interesante- No suelo abrirme tan fácilmente ante otras personas, así que no quiero comentar acerca de que ese es mi destino el día de hoy. Permanecimos en silencio un largo rato, de vez en cuando él comentaba algo acerca del paisaje o de este lugar, me estaba haciendo una especie de tour. -Veo que le gusta mucho este lugar, digo, por los datos que suele decir del mismo-. -Sí, me hubiese gustado ser guía turístico, pero esa carrera no existía en las universidades de la ciudad cuando llegué acá-. -Pero ahora sí ¿no?-. -Así es, las cosas se han modernizado, pero ya estoy muy viejo para entrar a una carrera-. ¿Viejo? -Disculpe, pero ¿cuántos años tiene?-. -62, muchacha. Recién cumplidos- Pues... parecía de la edad de mi padre, pero ni se acerca. -Pero, para estudiar la edad no es una limitante- Respondí, debe ser muy triste vivir toda tu vida pensando en las cosas que pudiste haber hecho. Parece que el señor no había pensado esto antes ya que permaneció unos segundos en silencio. -Tiene razón, muchacha, usted es muy inteligente- Afirmó junto a una sonrisa -me hiciste dar curiosidad de la carrera, cuando vuelva debería ir a alguna universidad a preguntar-. -¡Es muy genial que diga eso!-. -Ya verás, pronto escucharás el nombre de Mario, el guía turístico de ciudad Cielo. -Así será, señor Mario- Espero que en unos años pueda escuchar ese nombre otra vez, el señor se ve muy motivado ahora mismo, me alegra haber podido brindarle la motivación que necesitaba para investigar acerca de su carrera soñada. -Sabes, eres la primera persona que me dice esto, mis colegas me dicen que ya estoy muy viejo hasta para trabajar y que debería jubilarme, pero ahora mismo soy feliz con lo que hago-. -Me alegra que se sienta así- -Gracias por escucharme, muchacha, en diez minutos llegaremos a la frutería-. Supongo que eso era lo que necesitaba el señor Mario. Una persona que lo escuchara sin juzgarlo. Cada vez habían menos edificios en el trayecto y en su mayoría podían divisarse locales pequeños muy dispersados, animalitos caminando junto a las personas y niños jugando en el césped, ya habíamos salido de ciudad Cielo, finalmente estábamos ingresando a pueblo Gota, mi casi destino final. El ambiente aquí era más tranquilo, podían escucharse a los pájaros cantar y también el fuerte sonido del viento. Lo único que convertía bullicioso al ambiente eran los niños. Sin dudas otorga una sensación diferente a la ciudad. No sé describirlo, pero siento una gran emoción dentro de mí. Tomé mi teléfono para ver la hora, pero no pude concentrarme en ello, inmediatamente vi mi señal. No tenía ni una línea. -Señor ¿en este pueblo no hay señal?- Pregunté. -Depende de la zona, pero aquí mismo no hay, cerca de la feria sí-. Bueno, en la frutería podré disfrutar de mis últimos momentos de la semana con señal en mi teléfono. Otra vez, continuamos nuestro viaje en silencio, el señor Mario se veía muy concentrado manejando y yo me encontraba hipnotizada observando cada detalle de la ciudad. Oh, no vi la hora. Ya son las 12pm, qué largo viaje ha sido. Me sentía cansada en el tren pero ya no, supongo que este pequeño turismo y el cambio de ambiente han absorbido mi atención por completo. -Ya estamos llegando ¿ves ese toldo rojo gigante? allí es la feria- Dijo mientras continuaba manejando. -Muchas gracias por la información, señor Mario-. -A sus órdenes- Asintió. Era un lugar muy grande y lleno de frutas, había mucha gente allí comprando y también había unos cuantos gatos paseando por el lugar. ¿Esto es un sueño? Ahora siento como que todo el tiempo que pasó para llegar acá hubiese sido una fantasía. Poco a poco el auto comenzó a detenerse, habíamos llegado a la frutería, o mejor dicho, feria. -Aquí estamos, muchacha, has llegado a tu destino-. -Muchas gracias por todo, señor Mario ¿cuánto debo pagarle?-. -Sé que no eres de aquí y también fuiste muy amable conmigo al apoyarme con el turismo, así que tu viaje es gratis- Respondió muy feliz. -¿Está seguro? De verdad puedo pagarle- Respondí mientras sacaba mi monedero de mi bolso. -No, no, muchacha, de verdad. Insisto-. Me sentía avergonzada por aceptar un viaje gratuito, pero valoro mucho la amabilidad del señor. -Está bien, nuevamente muchas gracias, señor Mario- Contesté. -A ti- Añadió una sonrisa a su gratitud. Ambos dejamos el auto y él sacó mi equipaje de su maletero, me pidió que esperara un momento y se dirijo al asiento del conductor, parece que estaba buscando algo. -Toma, mi tarjeta de presentación. Por favor llámame si necesitas un viaje-. -Gracias- Respondí, me sentía apenada por recibir tanta amabilidad. -Adelante, continúa tu viaje- Dijo mientras se dirigía al auto. Al subir, se despidió diciendo "espero que te vaya bien". -Igualmente- Contesté mientras lo despedía con mi mano.
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