—No seas tan dura con él.— por fin Max intervino en mi monólogo sobre lo mal que se había comportado Ayax. —No tiene sentido que se ponga así porque yo huela a algo que él no conoce.— cerré el grifo y abrí la cortina de la ducha.— Pásame el albornoz, porfa. —Está estresado, es el alfa y... se siente responsable de tu bienestar.— terminé de secarme y comencé a vestirme, Max parecía distraído y me hacía gracia, pero no por ello iba a olvidar mi enfado.— No quiere parecerse a su padre. —¿De qué hablas?— él se mordió el labio, no sé si era porque había hablado demasiado o encontraba irresistibles mis bragas del monstruo de las galletas. —Su familia está muy ligada a la tuya.— fruncí el ceño de nuevo, si seguía ejercitando así ese músculo iba a terminar pareciendo un cromañón.—Su abuelo mar

