El temor me gobernó como si me encontraran en el mismísimo acto. Mateo se retiró un par de pasos de mi lado, aún con Anne en brazos y yo con Emma en los míos. En la puerta se asomó John, tocando con suavidad antes de entrar, como si pidiera permiso para hacerlo. - ¡Hola! – Mi voz sonó más efusiva de lo que pensé. Pero era un alivio que estuviera acá justo en este momento. - Hola ¿Cómo esta todo? – Su actitud era de prevención. Como distante y nunca se había comportado así. - Bien, bien – Me puse en pie y acerqué hasta él cuando noté que no pasaría de la puerta. - ¿Pasa algo? Le susurré. Negó con la cabeza y no me hablo, tomó a la beba en brazos y yo descanse los míos, caminó hasta Mateo y como pudo, ofreció la mano, en una especie de saludo o tregua de machos,